Psicotrópicos con sabor a ajo

Denzel —Oye, ¿te has enterado que van a producir unos psicotrópicos que dejan el aliento de quienes los consumen con olor a ajo?

Jorge —No había oído nada.

D. —Al parecer es una medida que faciliatará el control de los pacientes que abandonan el tratamiento, con el consiguiente riesgo de recaídas.

J. —Pues en lugar de ajo podrían haber escogido olor a rosas, por ejemplo.

D. —Sería fácil imitarlo con un perfume. El ajo es inconfundible, ya lo hacen bien.

J. —Igualmente, alguien que quisiera evitar la ingesta se podría restregar la cara con ajo.

D. —Según decía la noticia, este psicotrópico de nueva generación tiene la particularidad de que bloquea las propiedades olfativas del sujeto, de modo que él es el único que no sabe que va apestando a ajo.

J. —Me parece poco ético.

D. —Se ha previsto incluso que a partir del momento en que se extienda su uso, en los psiquiátricos ya no se servirán costillas de cordero con alioli para que las enfermeras no se confundan y piensen que todos van medicados, cuando en realidad se han atiborrado de alioli.

J. —Dirás que prohibirán solo el alioli.

D. —No, no, también las costillas, ¿qué son unas costillas sin alioli?

J. — ¿No crees que los usuarios serán víctimas de mayor estigma, ahora apestando a ajo?

D. —Piensa que con este nuevo avisador ya no harán falta los rutinarios controles médicos y consecuentemente se podrá recortar en número de especialistas. Cualquiera podrá denunciar “¡fulanito no huele a ajo!”. El riesgo contra la integridad de terceros y de los mismos usuarios se verá reducida por este control cercano.

J. —Pero, ¿no ocurrirá más bien que la gente, a la que perciba el mínimo olor a ajo, harán lo posible por evitar cualquier cercanía?

D. —El modo correcto de entenderlo es que, el que huele a ajo es porque va medicado, y eso nos debería tranquilizar a todos.

J. — ¡Anda! ¡Anda! Si tú hueles a ajo lo primero que hago es alejarme de ti.

D. —Piensa que todo se hace en pro de un mundo más sano y seguro. Por cierto, ¿qué día es hoy?

J. —Veintiocho de diciembre, ¿por qué?

D. —Has caído como un inocente con el cuento del ajo.

J. — ¡Caramba, qué trolero! ¡Me lo estaba creyendo!

D. —Es una broma, pero ahora en serio, ¿no te parece que con los psicotrópicos se solucionan demasiadas cosas?

J. — ¡Anda!, ya me has cansado con este tema. Vamos al restaurante de abajo que ¡me están entrando unas ganas de tomar una sopa de ajo!

D. — Y a mí costillas de cordero con alioli.