Fue siempre Otero un poeta apasionado, entregado, y de ese modo expresa su acercamiento a Dios en el Cántico.
Blas de Otero Muñoz (Bilbao, 1916- Madrid, 1979) nació en una familia acomodada que se vio afectada por la depresión posterior a la guerra del 14. Estudió con los jesuitas en Bilbao y terminó el bachillerato en Madrid, adonde se trasladó la familia cuando se vió casi en la ruina. Allí empezó a escribir. A los 13 años murió un hermano tres años mayor que él y dos años después falleció su padre. Así comenzó su obsesión con la muerte. Comenzó a estudiar Derecho, pero abandonó la carrera al tener que regresar a Bilbao con su madre y dos hermanas donde tuvo que ocuparse del sustento de la familia mientras continuaba la carrera por libre. Empezó a sufrir problemas nerviosos que intentaba paliar refugiándose en los amigos, la religión y el arte.Comenzó a escribió crítica musical y pictórica para un periódico.
Próximo al entorno jesuíta, emprendió la publicación de poemas que firmaba Blas de Otero C.M. (congregante mariano). Creó, junto a amigos de estos círculos, varios grupos poéticos. Admiraban a Juan Ramón Jiménez, con quien se cartearon. Como resultado del recital que el grupo Alea organizó en el Ateneo en conmemoración del IV Centenario de San Juan de la Cruz vio la luz su primer libro de poesía: Cántico Espiritual.
Nada más terminar Derecho empezó la guerra civil. Blas de Otero formó parte de los Batallones Vascos como sanitario. Al terminar el conflicto comenzó a trabajar como abogado en un empresa metalúrgica. Fue allí, en los ratos libres, donde escribió los poemas de Cántico Espiritual. En el poema Liberación incluido en el libro póstumo “Hojas de Madrid con La Galerna” lo define como “un entretenimiento en una fábrica”.
Finalmente, el conflicto entre su vocación poética y el ejercicio de su profesión lo llevó a Madrid para estudiar Filosofía y Letras, carrera con la que esperaba compaginar sus intereses y sus deberes familiares. Sin embargo, la grave enfermedad de una hermana lo condujo de nuevo a Bilbao, renunciando a sus deseos. Sufrió una depresión e ingresó en el sanatorio de Usúrbil, cerca de San Sebastián. Está ampliamente extendida la idea de que al escritor le atenazaba un sentimiento de culpa por haber cargado a su hermana, que falleció, con una responsabilidad demasiado grande yéndose a Madrid. En este momento se produjo un punto de inflexión del que salió fortalecida su producción poética, que usó como terapia, y resquebrajada su fe. Fue entonces cuando escribió casi todo el material que formó parte de su denominada “etapa existencial”: Ángel fieramente humano, Redoble de Conciencia y Ancia (una fusión de los anteriores con algunos añadidos).
El tema esencial de la poesía de BdO es el problema del hombre. Por tanto, el tema de la desaparición o la pervivencia, por lo tanto el tema de Dios o de su ausencia. Tras la crisis vital que experimentó a su regreso a Bilbao y sin duda influido por dos libros publicados por Dámaso Alonso (quien prologó Ancia) en 1944: Oscura Noticia y el seminal Hijos de la ira, la temática y la forma de sus textos sufrieron una transformación. Los poemas de BdO exudaban ahora angustia, desarraigo y rebeldía. El poeta exhibe su dolor de hombre-ángel caído-abandonado por Dios. Dirige sus quejas a Dios, pero no da muestras de obtener respuestas.
En una tercera etapa, BdO desplazara el ámbito de su interés del yo al nosotros con Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1960), Con la inmensa mayoría (1961), Hacia la inmensa mayoría (1962), Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977).
En castellano (1960) fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que, frente a la "inmensa minoría" que J. R. Jiménez declaró como destinataria de sus versos, BdO se dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría (1962), compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada del autor, que recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de Unamuno, continuó pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España (1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas (1970).
Dos son los referentes primordiales del Cántico Espiritual de BdO, un libro en el que el poeta da continuidad a la temática religiosa de sus primeras composiciones. El primero es, obviamente, Juan de Yepes o san Juan de la Cruz y el otro fray Luis de León, autor al del que Otero se reconoce deudor.
El libro se divide en cuatro partes: un soneto inicial con el mismo título que el libro; una «Introducción» de 189 endecasílabos libres; «Liras», formada por 10 liras; y el «Final», dos villancicos y dos sonetos.
BdO dedica el poemario a Jaime Delclaux, un poeta vasco, compañero del grupo Alea, que falleció en 1937. La cita que preside el texto es de san Juan de la Cruz: “...metiendo al alma en una nueva noticia/y abismal deleite”.
En CE el poeta adopta una posición similar a la del místico que atraviesa la noche oscura de la nada del mundo en la busca de Dios. Tradicionalmente, la mística es un camino de tres vías o etapas: la vía purgativa, la vía iluminativa y la vía unitiva. Las dos primeras constituyen el medio de alcanzar la última, el objetivo final, la unión mística con el Creador. Sin embargo, en los poemas que constituyen este libro no se alcanza este estadío. El hombre ha de conformarse con vivir la gracia y sentir la presencia divina (dos caras de la misma moneda). Los poemas finales del libro reflejan el deseo de su autor de ser portavoz de la Verdad a través del ejercicio de su vocación poética. Hemos de recordar que en la época en que BdO escribe el Cántico su entrega a la poesía se veía frenada por sus obligaciones profesionales, un conflicto que le ocasionó no poco sufrimiento.
En el soneto con que se abre la “Introducción” el poeta constata “el golpe de Dios” en su costado, consciente de que “el Sembrador” desea hacer fructificar en él su semilla. Es pues, Dios quien llama: “la flecha vino pura, dulcísima, derecha”. El amor divino es felicidad y plenitud, pero provoca también dolor y sufrimiento mientras no se produce la unión.
En toda la “Introducción” se plantea un diálogo de amor entre el “yo” del poeta y el “Tú” divino. La composición I propone una trinidad perfecta: alma-Dios-cuerpo mientras que el mundo no rompe esa armonía: “todo es señal de Dios inmaculada”. En la II el poema expone la necesidad de estar sostenidos por Dios “ponnos firmes / ponnos de pie, encima de tu gracia” mientras, con serenidad y belleza dibuja el anhelo del encuentro con el Creador:
“No te pido, Señor, que me comprendan;
sólo aspiro a que llenes mi mirada”
“Dichoso el hombre que te sigue a Ti,
por encima de todos sus pecados”
El nacimiento del deseo de Dios es el eje del poema III, con el que se cierra esta sección:
“De pronto Tú, abriendo mi costado
con tu golpe de estrellas suspendidas”
En las liras (7a 11B 7a 7b 11B), a imitación de las de fray Luis de León, aparece la preocupación del poeta por su propia tarea. En la propia poesía parece encontrar una salida a la imposible unión con la divinidad. Las dos primeras siguen el patrón de los afanes del alma y de la búsqueda de Dios pero en las dos partes de la lira 3, titulada “Poesía humana” es esta el principal tema: “tarea eterna del hombre eterno”. La número 4 es una apelación a Dios para que los versos tengan luz y la 5 es una canto a la noche, que evoca la eternidad con su calma y profundidad. Aquí Otero pone en evidencia un recurso que terminará siendo característico de toda su obra: la intertextualidad. En este caso coge préstamos de Fray Luis: “cuando contemplo el cielo”, “la noche sosegada”, “soledad sonora”. Lo mismo hace con “a solas, sin testigo” de la lira 6, “Mi frailecico” en clara referencia a san Juan de la Cruz, quien repite este sintagma en uno de sus poemas. También aparece en el poema de Otero una referencia a santa Teresa.
La lira 7, “Lira de paz” es una enumeración de las 5 cuerdas de la lira del poeta bilbaíno: Confianza-Paciencia-Ternura-Poesía-Plenitudes.
En la lira 8, que dedica a Jaime Delclaux, interpela a su amigo fallecido en clave de confidencia personal, sobre las experiencias “en ese puerto”.
Hay unos versos en la lira 9, dedicada a otro compañero de Alea, poeta y sacerdote, Pablo Bilbao Arístegui, que parecen anunciar al Blas de Otero de “En castellano” o “Que trata de España”:
“Oh, si ya me rompiese,
si mi pecho se abriera como quilla
en el agua que fuese
esa ola amarilla
-yo grumete- del campo de Castilla.”
La imagen del “grumete” es muy querida para el poeta, y la reiterará en otras composiciones.
Es interesante el dato de que a esos dos amigos, Jaime y Pablo, de quienes se acuerda en el libro, les dedicó Juan Ramón Jiménez su libro La estación total de 1946.
La lira 10, “Íntima lira” vuelve a traernos los temas del anhelo de Dios, de la sujección a El del alma, de la plenitud que sólo en El se alcanza.
La última parte, titulada “Final”, se abre con “Villancico”, de inspiración juanramoniana. “A que sí” está dedicado al nacimiento de Cristo. “Nocturno” es un soneto que condensa los temas del ansia de Dios, de la búsqueda de la belleza por parte del alma y de la llamada de Dios: “me acomete / la lanzada interior”.
El libro lo cierra el soneto “Amiga de la luz” en el que habla de una depuración de su voz poética para poder cantar “como corzo de Dios, manos del viento”.
Blas de Otero escribió el Cántico entre los 24 y los 26 años y hay en él tanto de su verdad como la que podemos encontrar en sus posteriores obras, abandonada ya la temática puramente religiosa. Fue siempre Otero un poeta apasionado, entregado, y de ese modo expresa su acercamiento a Dios en el Cántico. Por lo demás, la forma poco tiene que ver con la que definirá su obra poética posterior. Se aprecia, no obstante, la presencia de rasgos de estilo que destacarán en su poesía: los encabalgamientos, los juegos fónicos, las aliteraciones, el cultivo del soneto. El ritmo entrecortado, el vocabulario conciso y áspero y el lenguaje directo que veremos posteriormente, tienen en Cántico un contrapunto de delicadeza y armonía. Esto nos habla también de otro rasgo Oteriano: la perfecta simbiosis entre contenido y expresión.
Por desgracia, Cántico Espiritual es un libro descatalogado y sólo es posible acceder a él en la Obra Completa editada por la viuda de Blas de Otero, Sabina de la Cruz, en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
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