La fe de la no fe

Parecía que, por fin, ateos y creyentes iban a hacer un esfuerzo por entenderse. Se programó un encuentro mundial en que cada una de las partes iba a ceder en todo menos en lo que considerasen verdaderamente fundamental. De los parlamentos de ambos extraemos un resumen. Primeramente intervinieron los ateos.

—Entendemos que la religión es un fenómeno que se ha manifestado a lo largo de toda la historia de la humanidad. No vamos a ser tan ingenuos, como ha ocurrido en el pasado, de pretender erradicar ese sentimiento del corazón de los seres humanos. Toleramos, os perdonamos, aceptamos vuestras creencias aunque no las compartimos. Pero hay algo que, para nosotros,  está más allá de los credos. Con vuestra fe en un supuesto dios no podéis violar los principios éticos fundamentales. En nombre de vuestro dios no podéis emprender un camino en solitario, ser fanáticos, matar por una supuesta autorización divina, condenar a los que no creen como vosotros, todo eso lo reprobamos y en ello no somos tolerantes.

Seguidamente los creyentes tomaron la palabra y expresaron lo que pretendían de los ateos y personas no creyentes.

—Comprendemos que la creencia, tal como la practicamos los creyentes, no está al alcance de todos. No todos nacen o desarrollan sensibilidades religiosas que siempre han sido patrimonio de un determinado porcentaje de la humanidad. Aceptamos, toleramos, os perdonamos que no seáis religiosos aunque a veces nos cueste admitirlo. Pero hay algo que es insalvable para nosotros y para todos en lo que no estamos dispuestos a ceder. Vuestro ateísmo no debe permitiros saltar los principios éticos fundamentales. En base a vuestra incredulidad no podéis menospreciar, condenar, perseguir a creyentes o no creyentes, con la excusa de no creer en un Dios juez de todos.

Ambos, ateos y creyentes se sorprendieron de haber coincidido en sus discursos en cuanto a respetar asuntos comunes y universales. Concluyeron aquel encuentro como amigos.

—Habrá que empezar a hablar de “fe de la no fe” en los ateos. De ellos también tenemos que aprender, no estamos tan lejos como parecía— declaró entusiasmado el líder de los creyentes.

—Hoy los creyentes nos han parecido menos etéreos y un poco más cercanos, parecía que pisaban el suelo— declaró admirado el líder de los ateos.

A esta crónica hay que añadir un suceso lamentable. Durante el acto de clausura del encuentro, unos encapuchados extremistas de una y otra tendencia hicieron acto de presencia en la sala de congresos, donde se enfrentaron causando diversos heridos de entre los asistentes, además de cuantiosos desperfectos en el mobiliario. Los organizadores condenan esta acción y niegan cualquier identificación con los violentos.