El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las altas temperaturas que sufre Europa cada verano ya no son excepcionales. El científico cristiano especializado en clima Fernando Frigioni explica la situación que como humanidad enfrentamos a causa del cambio climático.
El hemisferio norte sufre seis veces más olas de calor que en la década de 1980. Esto llega después de un difícil año, en el que grandes incendios forestales y el derretimiento de los glaciares en los Alpes preocuparon a muchos.
Los investigadores también dicen que las temperaturas son inusualmente altas en la parte occidental del Mediterráneo, donde un aumento de 4 grados para fines de este siglo podría provocar la extinción de ciertas especies y cambios no deseados en la flora.
Evangelical Focus conversó con un científico cristiano especializado en clima sobre los efectos de este calentamiento global y algunas de las preguntas que se plantean en Europa. Fernando Primo Forgioni es profesor de Climatología en la Universidad Nacional de Villa María, en Argentina. Es investigador del Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático.
Pregunta. En julio hemos batido dos días seguidos la temperatura global (17 y 17.1Cº). Además, si observamos la tendencia de los últimos años, nada indica que este calentamiento global deje de aumentar. ¿Por qué es un problema para nosotros?
Respuesta. Sí, hemos batido los récords de temperatura media a nivel global. Para muchos esto puede sonar como algo pasajero, pero no lo es. Pensemos que esos son valores promedio, es decir que se encuentran en el centro de una muestra. Dentro de esa bolsa de valores tenemos algunos que están muy por encima y otros muy por debajo. El problema con los aumentos de la temperatura es que en esta distribución de los valores aumentan los mínimos y hace que los máximos sean mayores. Este aumento amplifica los eventos extremos que podemos llegar a vivir, por ejemplo, las tan famosas olas de calor. Además, los seres humanos no vivimos solos en este planeta y, queramos o no, dependemos del sistema que nos rodea. Los aumentos de la temperatura pueden desencadenar impactos ecológicos o hasta extinción de miles de especies, impactos en rendimientos de cultivos que hacen peligrar la seguridad alimentaria (por ejemplo, por sequías u olas de calor intensas, persistentes y más recurrentes).
P. En muchos entornos hay resistencia a aceptar grandes cambios de “decrecimiento” (menos automóviles, menos producción industrial, producción de energía renovable vista como no accesible para los más pobres…). ¿Qué se está haciendo mal a la hora de comunicar la llamada “emergencia climática” para que haya tantos que no quedan convencidos por las soluciones que se proponen?
R. Esta pregunta la contestaré desde mi punto de vista, quizá sea incompleto debido a que no soy sociólogo.
El cambio climático es una problemática que viene a cambiar rotundamente la concepción que tenemos acerca de cualquier problema, porque literalmente nos involucra a todos los seres humanos, ninguno de nosotros es ajeno a esta problemática. Podemos discutir que haya países, estados, o hasta individuos que contribuyen mas a expandir esta problemática. Creo que los científicos hemos sido muy claros muchas veces, claro que siempre podemos mejorar en la forma de comunicar acerca de esta emergencia. Pero el problema principal es el sistema bajo el que vivimos, el capitalismo desmedido y el consumo sobre el que se nos ha educado, donde todo es descartable, todo es desechable, los recursos son infinitos y los problemas serán dentro de mucho. Es una fantasía sobre la que ya no podemos plantarnos. Creo que la principal resistencia proviene porque el mundo ve una desigualdad muy marcada entre los que más tienen y quienes no tienen nada. Además, vivimos en un mundo donde se hace apología del derroche y de la opulencia. Entiendo que ninguno de nosotros quiere sacrificar lo poco o mucho que tiene mientras otros están allí desperdiciando o viviendo de una manera muy irreal.
Por otro lado, pero no menos importante, es muy impresionante los flujos de dinero que provienen del sector petrolero/minero para instalar la discusión de que estos cambios son cíclicos o naturales. Esto también se combina con lo que mencioné anteriormente, haciendo que la discusión sea muy sesgada o difícil, porque generalmente nos la pasamos tratando de hacer entender que la crisis climática es real y no algo cíclico (cosa que ya es bastante difícil).
P. Como investigador climático que eres, ¿qué crees que tendrá mayor efecto en frenar los efectos del cambio climático, las pequeñas decisiones diarias de millones de personas o las grandes decisiones de los gobiernos y principales empresas multinacionales?
R. Creo que no puede existir una, sin la otra. Como mencioné antes, el cambio climático es un problema global, que nos involucra a todos. No podemos esperar que cambie el sistema si todos no hacemos el esfuerzo, sí es verdad que podemos sentarnos a decir que el 1% del mundo contamina mas que el 99% restante. Pero es parte de cambiar este sistema descartable que nos domina. Los patrones que llevamos como sociedad deben ser cambiados de raíz para que podamos salvar el mundo que tenemos, y eso nos compete a todos. Lo que sí quiero aclarar es que muchas veces se juega con la culpa de las personas, para desplazar la culpabilidad hacia personas de clases media-bajas. Por ejemplo, “tu consumo de dejar una lamparita encendida es la causal del cambio climático”. Este tipo de presiones por parte de gobiernos nos hace perder el foco de la discusión y es que debemos abogar por soluciones de carácter estructural para frenar esta debacle en lugar de solo culpar a las pequeñas inacciones.
P. En Europa, el año pasado vimos como se redujeron los glaciares de los Alpes, hubo incendios forestales en Francia que arrasaron bosques y vivimos semanas de noches tórridas con mínimas de 25 grados en muchas ciudades mediterráneas. ¿Es Europa la región del mundo más afectada por este aumento de temperaturas?
R. No. La atmosfera no es algo que podamos dividir en parcelas y ajustarla a lugares y límites geográficos creados por los humanos. Pero sí hay algo de verdad en esa pregunta, el hemisferio norte ha sido el más castigado, por así decirlo, por los impactos del cambio climático. Las emisiones de gases de efecto invernadero siempre han sido mayores en el hemisferio norte, además que es el que cuenta con una mayor cobertura mediática, por lo que todo también nos muestra como el lugar mas afectado. Sin embargo el ultimo reporte de bases físicas del IPCC (grupo de expertos del cambio climático) nos muestra en una de sus primeras conclusiones que no existe lugar de la tierra que no haya experimentado los efectos nocivos del cambio climático. Literalmente todo el mundo ha sufrido impactos cuantiosos por eventos extremos en los últimos años. Y esta tendencia seguirá en aumento.
P. ¿Qué papel juega la educación en la escuela de las generaciones más jóvenes en todo lo que tiene que ver con la vida sostenible y el cuidado del planeta? ¿Cómo evitar que esta formación necesaria a nivel educativo sea vista como una “nueva religión”?
R. Creo que mi generación fue la última que fue educada con las concepciones de un mundo infinito y donde los problemas ambientales eran un eco secundario. Las nuevas generaciones lo traen incorporado. Sin duda alguna la sensibilidad de los más pequeños y adolescentes a esta problemática es un gran aliado en estos tiempos.
Respecto a lo de “nueva religión”, creo que viene de la mano con lo que te comentaba anteriormente, el cambio de pensamiento que debemos tener no es un capricho de las generaciones mas jóvenes. Es verdaderamente el agua llegándonos al cuello y mostrando que nuestro sistema de consumo desmedido e infinito ha fracasado.
P. Como cristiano, ¿por qué crees que tu trabajo como científico del clima es valioso a los ojos de Dios?
R. Es que yo no concibo mi vida separada de mi fe. Siempre a donde voy siento que Dios está conmigo y me encomiendo a Él en cada cosa que hago. Creo que cada uno de nosotros tiene un llamado, parece frase trillada, pero me gustaría contarte rápidamente mi experiencia. Desde pequeño siempre quise ser “científico” solo que no sabia de qué. Pero durante mi vida trabajé en muchísimos lugares integrando mi fe, me formé (hice estudios en teología, aunque hacer teología es tarea de todos los cristianos no solo los académicos) y hasta trabajé en círculos académicos teológicos donde realizamos estudios sobre que nos dice Dios acerca del cuidado del ambiente, y trabajé en sectores privados de asesoría. Pero nada me llenaba, siempre buscaba algo más. Cuando conocí a Gabriela (mi actual supervisora) mi mundo cambió y sentí que había llegado a ese lugar donde Dios me mandaba. Creo que mi trabajo es valioso porque comprender un poquito del sistema climático no hace más que darle gloria a Dios por lo que ha hecho con este mundo y eso me anima a querer defenderlo mucho más. Además, siento que es mi tarea ayudar a la gente a reflexionar sobre lo que implica ser cristiano y el mandato divino recibido en Génesis de ser mayordomos de la creación. Tender puentes entre la ciencia, que es algo que nos parece muy lejano y frío, y la palabra de Dios me parece algo tan lógico que reafirma mi convicción día a día. Por otro lado, siempre trato de manejarme con la mejor conducta posible y ser una luz en el ambiente (un ambiente difícil para cualquier cristiano) pero tratando de que la gente pueda ver a Dios a través de mis acciones o mis reflexiones.
P. ¿Con qué iniciativas cristianas de cuidado de la creación y sostenibilidad del planeta te identificas? ¿Cuáles recomiendas?
R. Existen varias, Renew Our World de Tearfund me parece excelente, he trabajado con ellos algunas veces y realmente los admiro profundamente, llevan adelante muchísimos tipos de campañas sobre diversos problemas ambientales desde un punto de vista cristiano realizando incidencia sobre políticos exigiendo cambios. El trabajo que realiza Ben Niblett y su equipo es fabuloso. Ben y Paul Cook de Tearfund han sido una gran inspiración para mi vida.
Otro programa que realmente cambió mi vida, ya que fue quien me conectó con mucha gente y contribuyó a que hoy en día pueda dedicarme a esto, es el programa CCOP (Christian Climate Observers Program). Son un grupo de personas que capacitan a cristianos llevándolos a las cumbres del clima (COP por sus siglas en ingles). Con ellos viajé a Madrid a la COP25. Gracias a varias generosas ofrendas. ¿Tienes idea de lo que significó para mí poder salir de Argentina y conocer otro país? Además poder vivir esos días en la COP25 fue fantástico. Lowell Bliss y Brian Webb son personas que han cambiado mi vida y admiro muchísimo su compromiso y su trabajo. Siempre trato de imitar su entrega.
Por último, pero no menos importante, todo lo que provenga del Centro de Sustentabilidad de la Alianza Evangélica (WEA Sustainability Center) es fantástico. Organizan acciones, de hecho, se presentara una nueva versión de la Biblia y los ODS pronto. Ellos han tenido la amabilidad de invitarme a formar parte de su consejo asesor y las consultas virtuales a las cuales he asistido han sido espacios de debate increíbles y de mucha bendición para mi vida.
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