El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El 45% de los adultos padece insomnio en algún momento de su vida, un trastorno que casi siempre es un síntoma de otro problema.
Desde luego que dormir pocas horas es dormir mal, pero no solamente eso; me explico: puede ser que creamos que estamos durmiendo el suficiente número de horas, y sin embargo nos despertemos por la mañana fatigados, con sensación de “embotamiento”, de no estar lo suficientemente despejados. Esto puede ser indicativo de padecer algún trastorno del sueño, como por ejemplo la apnea del sueño que consiste en tener pausas frecuentes en la respiración o respiraciones demasiado superficiales durante el sueño, pausas que pueden durar varios segundos, e incluso minutos en los casos más graves; esto va a provocar imposibilidad de mantener un nivel de sueño profundo a lo largo de la noche, con micro-despertares continuos, y un sueño de muy mala calidad.
La apnea del sueño es mucho más frecuente en la población de cierta edad de lo que pensamos, y la persona que la padece no lo sabe hasta que se le realiza un estudio del sueño.
Además de este trastorno, obviamente, dormir pocas horas (por imposiciones horarias laborales o sociales), o de manera muy irregular (por los llamados “cambios de turno”), o quitarle horas a nuestro sueño de forma voluntaria (las tecnologías tienen mucha culpa de esto; engancharse en internet, o viendo TV en horario nocturno), es un hábito de lo más perjudicial para nuestra salud.
Trastornos aparte, y a modo de resumen, dormir mal es lo contrario de DORMIR BIEN: tardar mucho en conciliar el sueño, tener un despertar precoz en la madrugada y no conseguir conciliar el sueño otra vez, o tener varias interrupciones a lo largo de la noche, o también tener un patrón de sueño irregular, es decir, acostarse y/o levantarse cada día a una hora distinta, dormir pocas horas, bien sea de forma voluntaria o por imposición, etc.), todo esto va a provocar un sueño insuficiente y escasamente reparador.
Y aquí también entra el conocido insomnio. Todos lo hemos padecido en cierta medida alguna vez, ¿verdad? Más de lo que quisiéramos, seguramente. Cerramos los ojos y sencillamente no podemos dormirnos. Damos vueltas en la cama, vemos cómo van pasando las horas y sentimos que en casa todos han podido conciliar el sueño, menos nosotros. Por la mañana, nos sentimos fatal, cansados y de mal humor.
El insomnio es uno de los trastornos del sueño más frecuentes. Consiste en la incapacidad de dormir en calidad o cantidad suficientes para sentirse descansado y activo al día siguiente. Se caracteriza por la dificultad para conciliar o mantener el sueño, el despertar precoz y un sueño no reparador.
Se estima que el 45% de los adultos padece insomnio en algún momento de su vida, un trastorno que casi siempre es un síntoma de otro problema (es decir, para tratarlo es necesario actuar sobre la causa que lo origina, no sobre el síntoma; por eso las “pastillas para dormir” son ineficaces, pues una vez que las dejas de tomar, el insomnio sigue estando ahí).
¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DEL INSOMNIO?
Tiene diversas causas, estas son algunas de ellas:
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
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