En el Viejo San Juan, compartimos más de una hora de charla con Melvin Rivera Velázquez en su Puerto Rico natal. Puede suceder sólo una vez al año y Protestante Digital tuvo esta oportunidad. El Director de Publicación Bíblica Mundial de las Sociedades Bíblicas Unidas vive en Miami y viaja casi permanentemente.
Melvin Rivera ocupó posiciones ejecutivas en la Sociedad Bíblica de Puerto Rico, las Sociedades Bíblicas Unidas y en la Sociedad Bíblica Americana. Dirigió la revista “La Biblia en las Américas”, que se distribuye en todo el continente y que es publicada por la Unidad de Publicaciones, división que dirigió y que produce todas las biblias que distribuye Sociedades Bíblicas en Latinoamérica.
Estuvo a cargo de administrar las licencias para el uso de la versión Reina-Valera 1960. Fue Secretario de Área de las Sociedades Bíblicas Unidas para las Américas y sirvió desde ese puesto a todas las Sociedades Bíblicas del continente proveyéndoles liderazgo estratégico y servicios para que la palabra de Dios llegue a todos.
Actualmente ocupa la posición de Director de Publicación Bíblica Mundial en las Sociedades Bíblicas Unidas (SBU).
Indagar sobre lo que implica esta responsabilidad es sumergirse en un mar de proyectos globales y desafiantes. “Cuando surgió la imprenta, el primer libro impreso fue la Biblia. Cuando comenzó la era de la radio y luego la televisión, enseguida hubo pastores que accedieron a esos medios. Pero con el internet ha sido más lenta la participación de la Iglesia”, comenta Melvin al introducir el tema.
Su trabajo se enfoca en desarrollar la estrategia mundial para que la Biblia esté al alcance de todos, y en este marco
SBU ha creado una Biblioteca Bíblica Digital donde las organizaciones pueden encontrar todas las traducciones bíblicas del mundo, digitalizadas, listas para impresiones. “Están incluidas las traducciones de Wycliffe, Instituto Bíblico de Verano y otras organizaciones”, aclara Melvin.
Esta estrategia mundial está diseñada en tres fases. La primera de ellas es acelerar las traducciones en el mundoy para ello se viene implementando un programa de entrenamiento, dirigido por el Dr. Esteban Woth (de Argentina, hijo de misioneros norteamericanos en ese país) para capacitar a más traductores. Este programa está apoyado por el desarrollo de tecnologías que aceleren las traducciones. “Se calcula que hay 7000 lenguas en el mundo y hay al menos un libro de la Biblia traducido a 2.500 de ellas. Pero sólo 500 tienen la Biblia completa. Lo interesante es que los idiomas más hablados en el mundo ya tienen la Biblia. El reto está en los idiomas de grupos pequeños que no tienen todavía la Palabra, o que necesitan revisión de las traducciones, ya que un idioma cambia cada 30 años”, afirma Rivera Velázquez.
TODO EN LA NUBE
La segunda etapa de la estrategia global consiste terminar 100 nuevas traducciones en los próximos mil días. “Este año ya hemos sacado ocho nuevas”, señala nuestro entrevistado.
A la tarea de traducir le sigue la de digitalizar. “Tenemos 300 traducciones nuestras -SBU-digitalizadas y más de 600 de otros ministerios depositadas en la Biblioteca. En África estamos trabajando a la conversión a archivo digital de 300 traducciones para subirlas a la nube y que estén disponibles para organizaciones”.
El primer usuario de este compendio de archivos en YouVersion, que ofrece gratuitamente cada material subido.
SBU va dando acceso a nuevos ministerios para que puedan obtener información sobre traducciones disponibles y sobre los permisos necesarios para el uso de algunas de ellas, lo cual requiere contactar con otras organizaciones. “La meta es que todo el contenido esté en un solo lugar para ser usado”, informa Melvin.
NUEVAS APLICACIONES
La tercera fase se centra en los pasos necesarios para que la gente tenga posibilidades de usar estos recursos.
SBU ha nombrado al brasileño Nelson Saba para el cargo de estratega para la Edición Digital.“Estamos definiendo la estrategia digital para 146 países y creando aplicaciones que vamos a estar ofreciendo al público a partir de abril de 2015, algunas de ellas gratuitas y otras a un costo mínimo”, anticipa Melvin.
Ante tal panorama, surge la pregunta sobre la posibilidad de acceso a la tecnología por parte de la población mundial, ante lo cual Rivera Velázquez da a conocer los resultados de un estudio de la UNESCO: leer un libro en países subdesarrollados, donde las bibliotecas son escasas, cuesta de ocho a diez dólares. Pero la tendencia mundial es que haya más celulares que libros, y leer un libro en un celular cuesta un céntimo de dólar. “En algunos lugares hay más celulares que personas. La gente está leyendo, pero está leyendo de otra manera”, asegura.
El desafío para SBU es cómo llevar la Biblia a los equipos móviles más utilizados para que sea posible leer o escuchar la Palabra en cualquier lugar. “Vivimos asombrados de cómo estos medios nos permiten llegar a la gente con la Biblia; incluso en países musulmanes es posible acceder de esta forma menos visible”.
BUENAS PRÁCTICAS
Como si lo anterior fuera poco, Melvin Rivera está involucrado también en la capacitación del personal de Publicación Bíblica en 146 países en lo que han llamado “buenas prácticas”.
Se trata de un proyecto de 20 módulos diseñado por Barine Kirimi, de Kenya. El mismo se lleva a cabo mediante un intranet con videos y presentaciones, y un centro de recursos online. Además se implementan talleres presenciales.
Sociedades Bíblicas Unidas cuenta con publicaciones internas y eventos internos sobre “tendencias en publicaciones”.
Cada dos años se realiza una Convención de Publicaciones. La próxima, en el 2015, será en Corea del Sur, bajo el lema: “Creando contenido para una cultura cambiante”.
“Ese es el reto que tenemos actualmente. En algunas partes del mundo las nuevas generaciones no reconocen la Biblia como autoridad, no les interesa la Biblia, por lo tanto la Iglesia tiene dificultad para acceder a estas personas”, comenta Melvin.
El encuentro finaliza hablando de libros y del poder de la historia contada.
Melvin, quien desea dedicarse algún día de lleno a escribir (en el 2013 publicó el tomo I de “La historia del Valle del Cemí) confiesa que quiere aprender más sobre la técnica de contar historias porque considera que es la clave “para comunicarse con una sociedad que no cree”.
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