Frank Schaeffer creció en el interesante entorno que impulsó su padre Francis Schaeffer: fe bíblica, arte, filosofía, conversaciones sobre espiritualidad... todo ello alrededor de la comunidad espiritual "L’Abri", en Suiza. Sin embargo, hace años que el hijo de uno de los grandes pensadores protestantes del siglo XX se enfrenta al legado de su padre y a la fe bíblica en general.
Con su nuevo libro
“Why I am an atheist and believe in God” (en castellano, “Por qué soy un ateo que cree en Dios”), Schaeffer hijo ha vuelto a ganarse la atención de los medios. Su indefinición, ni ateo, ni cristiano, podría servir de muestra de lo que a menudo se denomina 'el supermercado posmoderno de las religiones', la idea de combinar elementos de cosmovisiones distintas con el objetivo de crear una espiritualidad a medida.
Hijo de uno de los pensadores evangélicos más influyentes, Frank mismo explicaba en el documental “American Jesus” que
siendo joven soñaba con seguir los pasos de su padre y convertirse en un famoso predicador.
En declaraciones para el film que emitieron televisiones en España, Schaeffer hijo se definía como “hijo de misioneros fundamentalistas” y opinaba, mirando atrás con desdén, que “si el bando en el que nosotros estábamos ganaba… habríamos convertido EEUU en una teocracia”.
Tras muchos años como conferenciante y autor internacional (primero en el entorno cristiano, después en el secular), Schaeffer es ahora conocido por sus
ataques frontales contra las iglesias evangélicas y, especialmente, contra la Biblia, que define como “asquerosamente misógina”. Antes de esta, su nueva publicación, Schaeffer obtuvo cierto éxito con otros libros, como
“Sex, mom and God” (una crítica de la visión evangélica de la sexualidad) o
“Crazy for God” (una autobiografía en la que explica la 'locura' del ministerio de sus padres).
“SOY UN ATEO QUE CREE EN DIOS”
En su
página web oficial, el nuevo libro de Schaeffer es presentado como las reflexiones de “un hijo, padre y marido imperfecto cuya adoración de su familia, el amor y el arte superan las feas teologías de un Dios enfadado”.
Frank avanza algunas de sus nuevas ideas en un
artículo publicado en CNN. Su posición parece confusa: “
Soy un ateo que cree en Dios. Déjame explicarlo. Creo que la vida evolucionó por selección natural. Creo que la psicología evolutiva minimiza el altruismo y desacredita el amor, y que la química del cerebro debilita la ilusión del libre albedrío y la personalidad. También creo que una realidad espiritual que se cierne sobre, en y a través de mí, me llama a amar, confiar y escuchar la voz de mi creador”.
Schaeffer no tiene reparos en reconocer sus problemas para encajar creencias opuestas. “Nuestros cerebros no están lo suficientemente desarrollados como para reconciliar nuestra hambre por tanto la absoluta certeza como por las experiencias trascendentes e inexplicables.
Tampoco puedo reconciliar estas ideas: ‘Sé que lo único que existe es este universo material’ y ‘yo sé que mi redentor vive’. Dependiendo del día en que me lo preguntes, ambas declaraciones parecen ser verdad. Y no creo que esté solo en eso’.
No hay nadie que pueda vivir con certezas claras, defiende el autor. “He conocido personas que reclaman una etiqueta -evangélico o ateo- hasta que los llegas a conocer lo suficientemente bien. Entonces, las cosas se complican más. Muchos de nosotros, incluso los devotos, tienen muchas más preguntas que respuestas acerca de Dios y la religión. En otras palabras, gente como yo: ateos que oran y predicadores elocuentes que albergan dudas en secreto”.
Su objetivo a estas alturas de su vida, reconoce el autor, es convencer a quien quiera escucharle de que no hay una verdad absoluta inteligible: “No te engañes a ti mismo: no hay razones máximas para nada, solo circunstancias.
Si quieres estar seguro de que tienes ‘la verdad’ acerca de ti mismo y de nuestro universo, entonces prepárate para volverte loco. O prepárate para apagar tu cerebro y aferrarte a alguna forma u otra de fundamentalismo, ya sea religioso o secular”.
APUNTANDO AL PÚBLICO EVANGÉLICO
Schaeffer también justifica su literatura en una reciente
entrevista del Huffington Post. Ahí apunta a los jóvenes evangélicos como su target principal. “Uno de mis objetivos es
desenganchar a los jóvenes evangélicos de su lealtad a la Biblia como algo que seguir, en lugar de a su conciencia (…) Esta es la elección que tienes que hacer si vas a ser un cristiano humanista”, dice.
El autor desafía al cristianismo creando una división entre las Sagradas Escrituras y la propia persona de Jesucristo: “Quiero animar a los evangélicos más jóvenes a la idea de que tienen que recalibrar sus lealtades.
Pueden vivir según la Biblia o según Jesús. Pero no es posible hacer las dos cosas”, opina.
¿CONFUSIÓN COMO ESTILO DE VIDA?
La espiritualidad que Frank Schaeffer presenta a sus lectores no es fácil de comprender. En algunos párrafos de su libro, el propio
autor parece tener problemas para explicar las aparentes contradicciones: “No siempre creo, ni mucho menos sé, que Dios existe. No siempre sé si él, ella o ‘ello’ deja de existir tampoco, aunque hay largas rachas en mi vida en las que parece que Dios nunca existió. Lo que sí sé es que veo al creador en Jesús o en ningún otro sitio. Lo que sé es que veo a Jesús en el amor de mis hijos y mis nietos”.
Tras los años, Schaeffer hijo, ahora ya abuelo, ha ido deslizándose de una fe robusta en el Dios de la Biblia hacia una
espiritualidad “sin etiquetas”, basada en sus propios principios. El autor ilustra esto explicando que rechazó ofertas de tres editoriales: dos religiosas y una secular. Todas, dice, querían retocar su libro para hacerlo “o más cristiano o más ateo”.
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