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Los ‘ecopecados’
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‘Ecología y cambio climático: una reflexión cristiana’

“Hay algo de razón en acusar al cristianismo oficial, con interesadas alianzas con poderes seculares, de irresponsabilidad generalizada hacia la creación” (Antonio Cruz).
AUTOR Antonio Cruz Suárez BARCELONA 07 DE NOVIEMBRE DE 2013 23:00 h

El libro de los Wickham (Pablo, el padre y Miguel su hijo) trae un poco de aire fresco no contaminado sobre el candente tema ecológico al reducido hábitat de la bibliografía evangélica en lengua castellana.

Es cierto que los protestantes españoles, en líneas generales, nos hemos preocupado poco por la protección del medio ambiente, así como por las implicaciones proteccionistas de los primeros versículos de Génesis. Puede que, a título personal, alguien haya militado o milite en alguna organización ecologista pero, desde luego, esto no se ha traducido en un posicionamiento unánime del denominado pueblo del libro.

Semejante negligencia podría ser un pequeño ejemplo de la actitud del cristianismo a lo largo de la historia. De ahí la crítica, más o menos justificada, de algunos. ¿Son responsables las religiones monoteístas de los actuales desequilibrios ecológicos que sufre el planeta? ¿Se puede echar la culpa a la Biblia del equivocado “dominio” sobre la naturaleza ejercido por el mundo occidental? Quizás la creencia de que el reino de Dios no es de este mundo (reino al que todos los cristianos aspiramos) haya podido influir en cierto menosprecio por las cosas terrenales de este otro reino material en el que habitamos. Si únicamente se anhela el cielo, ¿por qué esmerarse en el cuidado de la Tierra? Es posible que este flagrante error teológico se deba a una mala interpretación del sentido de ciertos términos bíblicos, tales como “señorear”, “sojuzgar”, “llenar la tierra” o “ejercer dominio”.

En Ecología y cambio climático se admite que hay algo de razón en estas acusaciones, sobre todo si se tiene en cuenta la actitud del cristianismo oficialque en sus interesadas alianzas con los poderes seculares ha permitido la irresponsabilidad generalizada hacia la creación.

“La iglesia misma, en su afán de enfatizar en demasía la redención personal, ha hecho poco caso de lo que la Palabra de Dios enseña acerca de cómo debemos vivir y en quién debemos confiar. Cuando el ser humano se aleja de la relación personal con Dios, cuando sus prioridades no son las de servir al Creador y obedecer su Palabra, es cuando comete atropellos contra la misma naturaleza que le sustenta” (p. 105). Al imponerse la avaricia y el afán de lucro sobre el respeto a los ecosistemas naturales las consecuencias han sido desastrosas. Hay que reconocer que la sociedad occidental -constituida también por muchos cristianos nominales- se ha alejado de los fundamentos de la Palabra de Dios.

Este alejamiento ha sido el principal responsable de los llamados “ecopecados” de la humanidad, entre los que destacan la contaminación de la biosfera, el agotamiento de los recursos naturales, la explosión demográfica y la carrera armamentista. La polución ambiental es quizás el factor que más reacciones despierta en la opinión pública porque afecta a elementos, como el aire y el agua, que son esenciales para la vida. La emisión de gases contaminantes a la atmósfera, sobre todo del dióxido de carbono, que se produce en la combustión de los hidrocarburos (carbón, petróleo o gas), está contribuyendo a elevar la temperatura global de la tierra. Si la tendencia actual continúa, el deshielo de los casquetes polares con la consiguiente elevación del nivel medio de los océanos puede hacer desaparecer miles de ciudades e islas en todo el mundo. A este oscuro futuro hay que añadir también las repercusiones de la lluvia ácida y la contaminación de las aguas de mares, lagos y ríos.

El agotamiento de los recursos naturales es una realidad que se pone de manifiesto cada vez que un satélite artificial realiza fotografías de la Tierra desde el espacio. La deforestación se detecta por la progresiva disminución de las manchas verdes de vegetación en tales imágenes, mientras que la desertificación aumenta el color claro de las mismas. En los últimos cincuenta años han desaparecido más bosques y selvas que en toda la historia de la humanidad. Los desiertos del mundo extienden sus fronteras sin parar. Además del conocido problema de la superpoblación humana mundial motivado por algo tan positivo como la inteligencia del hombre al acertar a controlar y curar muchas enfermedades que antaño provocaban la muerte prematura, está el oscuro tema de la carrera armamentista con todos los perjuicios que arrastra para la propia humanidad y también para el entorno.

@MULT#DER#47451@La reflexión de esta obra plantea cuestiones como las siguientes: ¿cuál es el auténtico mensaje de la Escritura sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza? ¿Hay bases bíblicas para una verdadera ética ecológica? ¿Qué implica ser imagen de Dios en relación con los problemas medioambientales? Después de una meticulosa introducción a los múltiples y graves desequilibrios ecológicos que estamos padeciendo en la actualidad, los Wickham escudriñan la Escritura para mostrar al lector las directrices bíblicas que deben orientar toda relación entre el hombre y el mundo natural. Si Dios es el único poseedor de la Tierra puesto que él la creó y colocó al ser humano como administrador y responsable de la misma; si por culpa del pecado humano el creador se reveló en Jesucristo para poner en marcha un plan de rescate que abarca no sólo a la humanidad sino también a la creación animal y al universo en su conjunto; entonces estamos invitados a ser partícipes de ese plan y colaboradores de Dios en la reconstrucción de la nueva creación.

La criatura humana fue diseñada para colaborar con su creador. El texto bíblico desea comunicar que el hombre y la mujer son representantes o sustitutos de Dios en el gobierno del mundo. Pero este mundo fue creado con un orden y una armonía originaltal que continúa todavía reflejando claramente la grandeza de Dios y constituye una revelación de “su eterno poder y deidad” (Ro. 1:20), a pesar de la corrupción del pecado. El hombre no está autorizado para provocar el desorden irrefrenado ni el desequilibrio ecológico. Este es sin duda el mayor ecopecado de la historia, alterar el orden del cosmos creado por Dios. Destruir la estabilidad de los sistemas naturales en base a unos intereses mezquinos y egoístas. La misión humana en el paraíso consistía precisamente en todo lo contrario, “cultivar y guardar” (Gn. 2:15). Fue la conservación y el cuidado de la naturaleza la orden primigenia que Dios dio y que el ser humano tardó bien poco en olvidar. El primitivo destino del hombre habría sido reproducir o perpetuar la actividad creadora de Dios en el mundo. También este debería ser hoy el auténtico sentido del trabajo, imitar el quehacer divino de los orígenes. Desde tal perspectiva la actividad laboral humana serviría para recordarle al hombre que no es el dueño absoluto de la naturaleza, sino que ésta pertenece a Dios. De manera que la principal tarea de la criatura inteligente debería ser administrar la creación con sabiduría y responsabilidad, como el mayordomo sagaz de la parábola. ¿Por qué no se ha actuado así? ¿a qué se debe esta actitud de abuso y despilfarro? Sólo existe una respuesta, el pecado que anida en el alma del hombre. La rebeldía de darle la espalda al creador y creerse como Dios.

Sin embargo, la conciencia ecológica que hunde sus raíces en el evangelio de Jesucristo para buscar el agua de vida capaz de saciar la sed material y espiritual de un mundo que agoniza, es la única alternativa auténticamente válida que le queda todavía al hombre para restaurar, en la medida de lo posible, el equilibrio de los sistemas naturales y humanos.

La propuesta cristiana de fraternidad entre los hombres debe ampliarse hoy a la de comunión con el resto de la naturaleza. Ésta es también la invitación que nos hacen los Wickham en su obra, Ecología y cambio climático. Un libro publicado por Andamio en 2012 que recomiendo encarecidamente.
 

 


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COMENTARIOS

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Amiel
12/11/2013
22:44 h
13
 
Juan Gabriel, nunca olvides que el Mundo es propiedad de Dios. Que sólo Dios hará lo que tiene previsto hacer con el Mundo actual. El rollo sellado con siete sellos que contienen los juiicios finales de Dios sobre la Tiedrra, sólo el Señor Jesucirsto es digno de tomarlo y abrirlo. Lee 2ª Pedro cap.3 y Apoc.
 
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Amiel
12/11/2013
22:46 h
12
 
ACS, los términos sojuzgar y enseñorear en heb. tienen significado administrativo, y dicen más bién de administrar y gobernar con justicia, esto es, poner algo bajo administración y gobierno justos. Y si relacionamos el término con la orden dada por el creador al primer Hombre cuando lo colocó sobre la tierra Gen. 2:15,' ....para que lo labrara y lo guardara' Es decir para hacer producir, para realizar y cuidar la tierra (aquí ya se intuye la existencia de un agente malo ageno al puro y limpio medioambiente edénico) , lo entendemos mejor. Pero el Hombre escuchó la voz satánica,'... ¿con que Dios os ha dicho..?'! hizo dejación de sus funciones, y el resultado es lo que hoy vemos en relación
 
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luis alberto
12/11/2013
22:49 h
11
 
Aqui un ejemplo de la destruccion del medio ambiente. En una de las avenidas de Lima ( Peru)por ejemplo, existia un camino de 50 cuadras, donde yo podia ver que las casas que ocupaban esta gran avenida, tenian su pequeño jardin y sus arboles ya muy crecidos. En esta avenida existian tres carriles para que puedan circular los diferents vehiculos de transporte. ¿Que hizo la autoridad de la Municipalidad de Lima? Eimino totalmente TODOS los jardines, TODOS los arboles de dicha avenida, para construir un cuarto carril y puedan circular los vehiculos.Yo he sido testigo como maquinaria pesada eliminaban de raiz la vegetacion para colocar CEMENTO.Hoy, esta avenida se ha convertido de estacionamient
 
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Juan Gabriel
11/11/2013
19:14 h
10
 
Dios creo al hombre, y el hombre mismo se destruirá, decía un viejo párroco en su explicación de los pasajes de la biblia. E indicaba que, dependerá del comportamiento del hombre el destino de la tierra, ya que el señor, les dejo libre albedrio. Este mensaje es el más profundo. La palabra es sabía, y muchos no hemos hecho caso, principalmente porque producimos más de lo que comemos, y votamos mientras otros padecen hambre y miseria. Debemos reflexionar la vida de cristo nos enseña a convivir con la naturaleza a cuidar lo que tenemos, a respetar a la hormiga, al ciclo de vida. Nos enseño que un río contaminado no se puede beber, que las langostas pueden multiplicarse, que un árbol es necesa
 
Respondiendo a Juan Gabriel

ACS
11/11/2013
19:18 h
9
 
Se trata de “dominar” a la naturaleza. Ejercer dominio sobre ella. Pero dominar la creación implica que sepamos ejercer también un autocontrol efectivo sobre nosotros mismos. El ser humano forma parte del mundo creado y por tanto su naturaleza, su propia sexualidad, debe constituir el primer ejemplo de este autodominio que Dios desea para la humanidad.
 
Respondiendo a ACS

ACS
11/11/2013
19:18 h
8
 
Es verdad que en el primer libro de la Biblia, el Creador ordena al ser humano: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread...” (Gn. 1:28) y que, desde luego, la primera parte del mandamiento se ha venido cumpliendo al pie de la letra. ¡Somos ya 7.000 millones! ¡Prácticamente hemos llenado la tierra! Aunque ciertamente unas regiones más que otras. Sin embargo, ¿qué ha ocurrido con la segunda parte de este versículo? ¿qué significan los términos “sojuzgar” y “señorear”?
 
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Victor MC Montes
10/11/2013
22:24 h
7
 
Normalmente leo comentarios acertados en este medio, pero hoy hay uno que me sorprende y me pregunto, verdaderamente quién escribe ésto tiene conocimiento de la importancia que Dios le da a los hijos. Si es así, entonces ¿porqué se incluye la explosión demográfica como un ecopecado? Basta leer los salmos para darnos cuenta lo que los hijos (de familia) son para Dios. Entonces ¿cómo podemos hablar de explosión demográfica como un ecopecado? Decir ésto sobre este tema en particular, es no tener fe en Dios, es limitar el poder de Dios a la imposibilidad de que su creación sea suficiente para todo los seres y esto sin quitar que verdaderamente vivimos las consecuencias del resto de los ecopec
 
Respondiendo a Victor MC Montes

Amiel
10/11/2013
22:26 h
6
 
'El mundo entero yace en el maligno' (1ª Jn. 5:19). Sabemos que desde el principio el intento de Satanás es destruir las obras de Dios. Pero Jesucristo ha venido para deshacer las obras del Diablo. 1ª Jn. 3:8. Nos hemos comportado como malos inquilinos arruinando buena parte de la casa que es de El. Vendrá para pedirnos cuentas'. Destruirá a los que destruyen la tierra.
 
Respondiendo a Amiel

Miguel Wickham
10/11/2013
22:29 h
5
 
Muy de acuerdo con vuestros comentarios.
 
Respondiendo a Miguel Wickham

jose R
09/11/2013
08:21 h
4
 
la verdad el ser humano sera jusgado por no administrar al planeta que Dios nos dio en las manos.
 
Respondiendo a jose R

Amiel
09/11/2013
08:23 h
3
 
El mensaje de adverencia para los delitos ecológicos pequeños y grandes, por interéses económicos, políticos, estratégicos, criminales ó por simple descuido ó negligencia lo tenemos ahí, en el texto antes citado (c.1) de Ap. 11:18. Y la amonestación evangélica es siempre la misma, la que predicó Yohanán el Bautizador 'Arrepentíos porque el Reino de los Celos se ha acercado (Mt. 3:2).... Y ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles...'( Lc. 3:9)... todo arbol que no da buen fruto será cortado..' Y tambiérn el mensaje del Señor, Jesús de Nazaret, el Mesías: 'Arrepentíos porque el Reino de los cielos se ha acercado' (Mt. 4:17). Una diferencia: el Bautizador era el precursor, Jesús de Na
 
Respondiendo a Amiel

JRRiudoms
09/11/2013
08:23 h
2
 
Los humanos hemos de ser mayordomos de la Creación. Mayordomos, no 'amos'. Atentamente
 
Respondiendo a JRRiudoms

luis alberto
09/11/2013
08:24 h
1
 
Si los gobernantes no son cristianos, lo demas fluye.
 



 
 
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