La película que en 1973 dirigió Norman Jewison sobre “Jesucristo Superstar”, convirtió lo que hasta entonces era sólo un álbum musical, con algunos de los mejores músicos de la escena del rock inglés, en un mito que ahora cumple 40 años de historia.
En 1970, la puesta en escena era un concept, como se lo llamaba entonces, con Ian Gillan —el cantante de Deep Purple— en el papel de Jesucristo. Andrew Lloyd Webber tenía 22 años, Tim Rice 26 y sus nombres aún no decían demasiado.
Dos años después el musical arrasó en el West End y comenzó a dar la vuelta al mundo, envuelto especialmente en sus inicios con la polémica religiosa. En 1973, el filme de Jewison definió los cánones del cine musical, dando forma definitiva a uno de los mayores éxitos de la historia del género.
Para celebrar los 40 años del lanzamiento de la película, Universal realizó la primera edición en Blue-Ray, que fue lanzada este pasado 22 de mayo.
La película se estrenó en España la Semana Santa de 1975 y la opera-rock en octubre de ese mismo año, provocando tal escándalo que hubo continuos incidentes en las salas donde se presentaba. Las posteriores versiones han cambiado la imagen, pero no el contenido de Lloyd Webber y Rice.
Recuerda José de Segovia que “En los años setenta, cuando en Italia los obispos apreciaban ciertos aspectos del espectáculo, en Madrid los Guerrilleros de Cristo Rey, arremetían contra las carteleras de la película, rajándolas y arrojando botes de pintura negra en las pantallas del cine de Luchana, que se atrevió a estrenarla”.
LA “MALDICIÓN SUPERSTAR”
El casting de actores cantantes era perfecto: Ted Neeley, un Jesucristo que tuvo sobre el público femenino un impacto digno de Brad Pitt; Carl Anderson un Judas que se convertía en el verdadero protagonista de la cinta; Yvonne Elliman, una Magdalena que parecía candidata segura a un destino estelar.
Sin embargo,
la película no dio mucha suerte a sus protagonistas. Ted Neeley tuvo una carrera modesta, donde los hitos más notables fueron las versiones teatrales de “Jesucristo Superstar”. Su última aparición en el cine es una corta presencia en “Django Unchained”, de Tarantino
Por su parte, Carl Anderson encarnó varias veces a Judas junto con Neeley en teatro. Estuvo en el elenco de “El color púrpura”, hizo de vocalista de apoyo en “Songs in The Key of Life” de Stevie Wonder, y firmó un contrato sin gran suerte con Motown, para algunos discos de jazz. En 2004 murió de leucemia.
Yvonne Elliman es la única que dejó algo más de huella: colaboró con Eric Clapton en su época de éxitos como “I Shot The Sheriff” y “461 Ocean Boulevard”; grabó “If I Can’t Have You”, uno de los clásicos de la banda sonora de “Saturday Night Fever”, y editó algún álbum de alto presupuesto. Luego, durante más de 20 años, se dedicó a su familia, y desde hace algún tiempo retomó su carrera.
La que sí continuó su carrera ascendente fue la columna sonora de la película, así como Lloyd Webber y Tim Rice, cuyas trayectorias posteriores dan a “Jesucristo Superstar” la dimensión de un simple comienzo.
¿FUE JESÚS UN “JESUCRISTO SUPERSTAR”?
En la época de su estreno en España el teólogo José Grau, con el título de “¿Superstar o supermercado? publicaba en Barcelona (Ediciones Evangélicas Europeas, 1973) con “enorme rigor, acompañado de una extraordinaria claridad, que mira la actualidad desde la perspectiva eterna del Evangelio”, dice De Segovia.
El primer capítulo del libro de Grau habla de cómo “el profeta de Nazaret vuelve a estar de moda entre ciertos sectores de la juventud”, pero “aprovechando esta repentina afición por lo religioso, hay quien está haciendo negocio”.
La revista Christianity Today tenía también un magnífico titular: “La historia más grande jamás vendida”, jugando con el nombre de la película de George Stevens, La historia más grande jamás contada (1965).
Dice
José de Segovia que “el Evangelio según Juan nos muestra a Jesús subiendo a Jerusalén, cuando se encuentra que en el templo se venden bueyes, ovejas y palomas, para el servicio del culto. Jesús arremete contra vendedores y cambistas, diciendo: “Quitad de aquí esto y no hagáis la casa de mi Padre casa de mercado” ( 2:13-16 ). Porque ¿quién es el Jesús de este espectáculo? Desde luego, no el Jesús de la Historia. Su conciencia de deidad es borrada, su humanidad distorsionada, su sacrificio redentor ignorado y la resurrección silenciada.
Los símbolos religiosos actúan como una pantalla de humo, para ocultar el relato evangélico con ciertas frases e imágenes cristianas”.
EL “EVANGELIO SEGÚN JUDAS “
El Jesús de este espectáculo se dirige a la cruz sin saber por qué. Es alguien inseguro y lleno de dudas. La Magdalena sufre enamorada y Judas se convierte en un nuevo antihéroe. “¿Qué es la verdad?”, pregunta Pilato.
Lo que falta en esta opera-rock, dice Grau, es la afirmación central del cristianismo. “No hay un Dios triunfante y victorioso sobre la muerte, que resucita al tercer día, sino alguien que solamente puede compartir nuestras debilidades”.
La historia se centra en los llamados últimos días de Jesús. Y “
el protagonista es más bien Judas, que entrega a Jesús, pensando que así lo salva de su locura. Cuando se da cuenta que finalmente va a morir, le culpa a Dios de todo. Él es quien ha traicionado a Jesús y también a Judas. Se trata del evangelio según Judas” explica De Segovia.
LA ATRACCIÓN DEL SUPERSTAR
¿Por qué entonces tiene tal atracción el Superstar? El libro de Grau se pregunta si no será porque señala al Único que compartió nuestros problemas y nuestra debilidad, conquistándolos y salvándonos. Pero su conlcusión es que junto a este aspecto netamente evangélico, “en esta obra hallamos a un pequeño dios que no sólo compartió nuestras tentaciones, sino también nuestra tendencia a sucumbir bajo ellas” lo que le aleja de la victoria que Jesús obtuvo para quienes en Él creen.
Razona José de Segovia que “el Jesús del Superstar no es alguien que viene a entregar su vida, sino que la pierde. No es el Cordero que dice: “Hágase Tu voluntad”, si no la víctima que se rebela ante su suerte”.
El Evangelio, continúa el teólogo español, “sin embargo nos llama a no dudar acerca del triunfo final sobre la debilidad y el mal. ¡Gracias a Dios!, Él ha vencido la batalla por medio de Cristo, en esa cruz, que está ahora vacía. En Él tenemos la seguridad de la victoria. Es por eso que ¡sólo la Verdad de Jesús nos hará libres! (Jn 8:32 )”
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