“Cuando un músico (o cualquier creador) da lo mejor de sí, no hay nada que ridiculice su fe; puede gustarte o no que hable de sus creencias, pero es como si te sintieras obligado a respetarlo”, dice Daniel Jándula. El joven autor y crítico cultural en varios medios presenta desde hace unos meses el programa radiofónico “Raíces”, un espacio en el que se adentra en la historia de la música jazz, blues y gospel.
En la pequeña pero ya antigua radio local “Bonanova” (frecuencia 107.1), en Barcelona, un cierto ambiente melancólico va tomando lugar cuando empieza la noche del martes.
Daniel Jándula, de 33 años, se dispone a sacar a la luz algún tesoro musical que la mayoría de oyentes de su generación no habían escuchado.
Impulsa “Raíces” desde enero de este año con la intención de presentar la aportación y las historias personales de algunos de los músicos que pusieron las bases de lo que suena hoy en día.
“Cada década tiene sus características y manías específicas. Por ejemplo, el jazz de los
años 30 buscaba animar a un público muy cansado de escuchar constantemente malas noticias políticas y económicas. En
los 50 se trataba de encontrar un sonido nunca oído hasta entonces (que finalmente sería el rock and roll)”. Y ahora, en la
segunda década del siglo XXI, “lo que tenemos es una mezcla entre tributo a los maestros y la fusión entre géneros… podríamos resumirlo en el término ‘revisión’”.
Esta revisión, una vuelta atrás, es algo muy común no sólo en la música, sino también en la literatura o la moda. La diferencia, ahora, es que lo que se recupera puede ser empaquetado digitalmente y distribuido a todo el mundo.
Raíces lo aprovecha, y convierte en podcast cada episodio, para que quien quiera, pueda descargarlo de la red.
LOS JÓVENES… ¿ESCUCHAN JAZZ?
Pero, ¿escuchan los menores de 30 años músicas con raíces? La proliferación de artistas jazz del momento como Madeleine Peyroux o Alondra Bentley demostraría que sí, que el interés sigue ahí. “
La clave para mí está en la conexión biográfica del artista con el oyente, independientemente de su edad, sexo o raza”. Jándula opina que es algo que va en “en función de su sensibilidad y ausencia de prejuicios; así llegué en su día a Joy Division, a Schubert o a Chet Baker. Nunca es culpa de la música en sí”.
Pone como ejemplo un
reciente estudio de la Universidad de La Rioja. “Preguntaron a más de 600 jóvenes de edades comprendidas entre 17 y 25 años; y la conclusión era que conocían más a Melendi, Estopa y a David Guetta, que a Wilco (un 72% no sabían quiénes eran) o a Radiohead (un 52%), y no son bandas precisamente inaccesibles para la gente joven”.
HABLAR DE TODO, TAMBIÉN DE DIOS
Así que ahí está la función didáctica del programa de radio. Desde el pequeño estudio y asistido en lo técnico por Héctor Rivas, Jándula propone sonidos de una época no vivió, pero que él mismo va descubriendo poco a poco junto a los oyentes. Con la luz roja del directo encendida, lee el guión de su ‘tablet’ casi a oscuras, sin más que una pequeña lámpara LED bien enfocada.
El sonido de muchas de las piezas que suenan es sucio, sin adornos. “Lo del sonido es parte intencionado y parte irremediable, porque no contamos en muchas ocasiones con remasterizaciones, especialmente en lo que se refiere al blues...”. Suele decirse que precisamente el blues es un estado de ánimo, aunque por ello es algo encerrado en sí mismo, defiende el locutor. “Hay jazz para cualquier momento, porque como me dijo Randy Weston en una ocasión: ‘el jazz habla de todo, muchacho’”.
¿Cuáles son algunos de estos temas recurrentes? Jándula cita algunos: “el regreso al hogar, lo sagrado y lo profano, el viaje vital, las relaciones humanas, pasarlo bien (que todo tiene su momento), también hay lugar para los temas sociales como la esclavitud o la segregación, que se combatió intensamente desde la cultura…”
“Y por supuesto, los temas espirituales”. La fe no tiene poca presencia. Pero las propias iglesias cristianas no parecían querer reconocerlo. “
Curiosamente, los que tachaban al blues y al jazz como ‘Música del diablo’ nunca decían nada de las letras, era el ritmo lo que molestaba”.
El ‘ruido’ hizo que muchos cristianos ni siquiera hicieran el esfuerzo de escuchar con atención las preguntas espirituales que había entre líneas. “En el blues y el folk, la unión con lo espiritual está en las letras”, observa Jándula. Y aunque
en el jazz “todo es menos evidente” que los himnos de iglesia, eso no significa que no haya preguntas relacionadas con la búsqueda de Dios.
J. COLTRANE Y C. JACKSON COMO EJEMPLOS
Un ejemplo de esta búsqueda espiritual es, “sin duda”,
John Coltrane. “Me impactó”, explica Jándula, que la conversión del músico “se produjera al final de su vida, lo que contribuyó a que en determinados ambientes se le considere algo así como un ‘santo’ al estilo católico... Si hubiese esperado un poco para compartir su fe, me temo que no hubiera dado al mundo su
A Love Supreme... uno de los discos más importantes en la historia del Jazz, que es un disco de alabanza, un salmo musical”.
Otro ejemplo admirable sería el reverendo
Charlie Jackson: “un ejemplo de integridad”. De gente como ellos se puede aprender cómo conectar la fe en Dios con el entorno musical. “En ambos casos me quedo con la
increíble naturalidad con que hablan de sus creencias y la incluyen en la cultura contemporánea, sin perder frescura y significado dentro de la época que les tocó vivir”, explica Jándula.
¿ARTE Y FE? TIENE QUE SER AUTÉNTICO
Si un músico que es cristiano quiere marcar una diferencia, debe tener algo que decir. Y debe esforzarse en hacerlo bien: “Un elemento muy reciente es
la búsqueda de la excelencia, lo que me encanta especialmente. Cuando un músico (o cualquier creador) da lo mejor de sí, no hay nada que ridiculice su fe; puede gustarte o no que hable de sus creencias, pero es como si te sintieras obligado a respetarlo”.
Jándula añade además otra clave: “Creo en eso de no llegar necesariamente a una conclusión masticada, sino en escuchar a lo que es importante para ti, en este caso Jesús”.
También es necesario deshacerse de categorías forzadas que no ayudan. “Supongo que un buen artista que además es creyente debe
descolgarse de la etiqueta ‘artista cristiano’, porque Dios no puede encuadrarse en unas comillas. Pero si el cristiano lleva tiempo buscando la excelencia y la verdad en su trabajo, llega a darse cuenta de que en realidad es un ‘cristiano artista’”.
Finalmente, preguntado por cómo se imagina a sus oyentes de Raíces, Jándula tira de imaginación: “Me los imagino con el programa de fondo mientras hacen cualquier otra cosa. No sé por qué, pero me los imagino cocinando”.
Puede escuchar los podcasts de la primera temporada de “Raíces” en el blog literario de Daniel Jándula. Además, puede seguir el programa, ver vídeos relacionados y comentarios sobre jazz, blues y gospel en la página de Facebook del programa.
Si quieres comentar o