Informativos en TV, tertulias de radios, redes sociales y hasta las conversaciones de muchos giran hoy en torno a los libros. Como cada 23 de abril se celebra la literatura, porque ésta va más allá del libro físico, y cada vez más en los tiempos actuales.
Sea en papel o en pantalla, seguramente sea la época en la que más personas tienen acceso a la literatura.
Son muchas las ciudades en las que aprovechan este día para dar espacio a librerías, escritores y lectores, que se encuentran para celebrar su pasión común.
CATALUÑA, LIBRO Y ROSAS
Una referencia de la fiesta del libro sigue siendo
Barcelona, donde la tradición une Sant Jordi con el regalo de una rosa y un libro. Nos cuenta la escritora
Febe Jordá que “el día del libro empezó el lunes, cuando la ciudad ya se preparaba sin disimulo para la celebracion: las floristerías, las librerias, el sol cálido y las nubes... Hoy a primerísima hora ya estaba todo a punto y, al ir a trabajar, los puestos de rosas en cada acera y las paradas de libros te recordaban que hoy era el día”.
Febe dice que
la primera hora es su preferida porque “luego las calles se ven tan abarrotadas de gente que es prácticamente imposible dar un paseo placido en toda la jornada”. Y aunque tanto entusiasmo amenace con hacer que la fiesta “muera de éxito”, reconoce que le gusta “localizar las paradas de las librerías donde estaban algunos de mis autores favoritos, y verles la cara de cerca”.
Para el periodista
Jordi Torrents se trata de un día especial, nos cuenta con cierto tono romántico. “En Catalunya
es el día más bonito del año, inundado de libros y rosas. Puede empalagar un poco, sí, pero al hacerlo con libros compensa y te hace creer un poco en la humanidad. Yo suelo reservar algún momento del día para dar una vuelta por las paradas de libros en Terrassa y, si hay tiempo, en Barcelona”.
No muy lejos está
Joel Forster, colaborador en Protestante Digital que acaba de estrenarse como escritor con la crónica
Esencia y Resistencia. Dice que prefiere acercarse a los puestos de libros en la calle a la hora de comer, para evitar las aglomeraciones.
“Me gusta pasar por los stands, sobre todo los que son más alternativos, no tanto los de las librerías sino los de entidades culturales, o los de grupos que se especializan en algún tema concreto”.
Comenta además el detalle de que
las rosas, desde hace algunos años, varían sus colores. “Esto ya es tradición aquí, alterar artificialmente las rosas durante su crecimiento, para que tengan todo tipo de colores impensables. Tengo la intuición que veré muchas rosas de color naranja brillante-fosforito, que, sin yo saber mucho de esto, sí parece que es el color de la moda femenina para la primavera este año”, añade.
COSTUMBRES LIBRERAS
En el sur del país está
Isabel Pavón, lejos de las rosas pero no del buen ambiente literario. Nos cuenta que entre sus costumbres está la de visitar los mercadillos en busca de libros con solera.
“Tengo pasión por los libros de segunda mano porque me transmiten dos historias, una: la del propio libro y otra la de su antiguo dueño que suele dejar alguna señal, alguna anotación. Sobre todo – dice Isabel, bloguera en Protestante Digital - me encanta descubrir que hay detrás de las dedicatorias”.
En Madrid se encuentra
José de Segovia, al que pillamos mientras regresa de una tertulia radiofónica que se ha desarrollado en torno a la Biblia y el Quijote, en el día de Cervantes. Dice que
le encantan “las mesas de libros”, y la costumbre de regalarlos la tiene, pero no sólo para un día: “los regalo siempre”.
También
Pedro Tarquis, director de Protestante Digital, se encuentra en la capital. En su caso no es un apasionado de estas festividades, ya que “se acaban convirtiendo sobre todo en un tema de marketing”. Pero admite que
en este caso “es una percha o disculpa para compartir las cosas perennes e importantes”.
Un poco más al norte está
Alfredo Pérez Alencart, dedicado poeta que aprovecha que además del día del libro, es la fiesta de la comunidad en Castilla y León. Comenta que
“a diario celebro el Día del Libro, ya que a diario recibo más de uno, sean dedicados por los propios autores de España y de varios rincones del mundo; o de ciertas editoriales que me remiten lo último de su catálogo para que escriba algunas reseñas en la prensa salmantina e iberoamericana”.
Este privilegio lo usa para compartir con otros, y como nos decía también José de Segovia, disfruta regalando literatura.
“Suelo pretender contagiar el Amor (en este caso Pasión) al libro y, especialmente a su contenido. Este jueves regalaré 100 libros (de narrativa, poesía y ensayo) a la biblioteca de la prisión de Topas, donde por intermedio de Cruz Roja me han invitado a celebrar el Día del Libro ofreciendo una charla-recital que he titulado 'Versos libres para conmoverla vida'. Se hará el jueves por la coincidencia de festividades”.
Así, en cada rincón de España se celebra hoy de distintas maneras y formas la pasión de la lectura, una práctica que se disfruta aún más cuando se comparte con otros.
Si quieres comentar o