Según cuenta María Zambrano de su abuelo Diego, este “dado a la lectura y meditación de la Biblia, entró en relación con el Obispo Araujo y se sintió protestante sin tener ningún acto de ruptura exterior”.
María vincula al Obispo con los iluminados pues “algún rescoldo debía quedar, ya que fue la comarca donde prendió la predicación del obispo protestante Araujo”. Cita María a J.B.Vilar diciendo: “Poco he podido averiguar sobre este Obispo que pareció tener tanta influencia. Tan sólo esta breve referencia en el libro de J. B. Vilar, Intolerancia y libertad en la España contemporánea: «La semilla reformista, difundida profusamente en la urbe hispalense durante los dos años de mandato progresista, no se perdió. Resulta significativo que precisamente en 1856, y en Sevilla, viera su primera luz Carlos Araujo Carretero, luego celebrado escritor, periodista y orador sacro, educador y sobre todo, excelente biblista y poeta, fundador de una dinastía de pastores evangélicos perpetuada hasta hoy.» Madrid, Istmo, 1994” También dice Indalecio Prieto de Araujo: "Era el finado hombre de vasta cultura y de acrisoladas virtudes. Espíritu hondamente liberal, deja en las columnas de este periódico y en otras publicaciones pruebas elocuentes de su amor a la democracia, y de un estilo literario elegante y sencillo".
Si de Diego Zambrano estamos seguros de su testimonio como evangélico, no lo es tanto la de su hijo Blas que según Maria es de una espiritualidad agustiniana desde la niñez y heterodoxo prenatalmente. Dice que Blas tenía “un cierto desengaño del protestantismo paterno, a causa de su excesivo rigor y de carecer del sentido histórico de la Iglesia Católica de la que se sintió siempre apartado a causa de su persecución de la libertad a partir de que dejó ella de estar perseguida y pactó con el poder sometiéndose a él, a partir de Constantino. La libertad, decía y profesaba, fue revelada por Cristo en su abandono de la cruz.» (...) «Heterodoxo en extremo pues del Cristianismo aun protestante. Tendencias gnósticas sin que del gnosticismo tuviera estudioso conocimiento. Mas no heterodoxo en cuanto a la acción entre todas las que España exigía; el dar palabra y presencia; el darse en palabra viviente”.
Era tan profunda la espiritualidad de estos intelectuales laicos, que María nota una fascinación por los de Llerena y nos dice: “Si se pudiera rescatar a estos heterodoxos. ¿Tendrá que ver el anarquismo con el quietismo, con el quietismo, el iluminismo, aquellas herejías que con tan recóndita pasión de comprender, con tan honda simpatía, a pesar de todo lo que había escrutado el pensador católico? Ahora comprendía, sentía que el ortodoxo historiador estudió los heterodoxos por estudiarles a ellos, quizá, a los anarquistas de todos los siglos de la historia de España; llegar a entenderlos sería desentrañar la vida española.» Y cuando se refiere a los krausistas lo hace poniéndolos en relación estas mismas reformas religiosas: «...un rebote de la fracasada reforma religiosa del siglo XVI. Un cierto renacer bajo la distinta doctrina de un día espléndido o «erasmismo» español». Delirio y Destino, pp. 72 y 76.
Las referencias a Diego Zambrano son pocas.
Hemos encontrado algún libro como
Noticias de un maestro rural o el comienzo de una saga: Diego Zambrano y Bravo / Andrés Oyola Fabián. – En: Cátedra Nova. – Valencia. – (1997), n. 6 ; p. 163-167 pero no hemos podido estudiarlo para perfilar mejor los aspectos de su espiritualidad.
De su hijo Blas también sabemos que era francmasón, pero sabemos que en muchas ocasiones la masonería disimuló los motivos religiosos, como ocurrió en Asturias con la logia masónica de Hemérito Fuentes, cura protestante- así se decía- que estaba compuesta de miembros, creyentes evangélicos en su mayoría. Así se pudo atraer a la librepensadora y mujer bíblica en sus últimos que fue Rosario Acuña y que se había relacionado en veranos de Gijón con los misioneros Turral.
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