En el cristianismo protestante actual las características fundamentales no podríamos encontrarlas en “La religión del porvenir” de Eduardo Hartmann (1842-1906) que atacaba fundamentalmente al protestantismo liberal y donde se habla de la necesidad y posibilidad de una religión universal, porque “la idea cristiana ha concluido su carrera”.
El protestantismo, por el contrario a lo pronosticado por Hartmann, ha extendido el Evangelio a mas lugares y ha crecido rápidamente en algunas zonas como Latinoamérica y Asia. Pero este
crecimiento ha dado lugar a una forma de entender la espiritualidad diferente.
Ya los cristianos no se ametrallan con balas doctrinales, sino que se busca un ecumenismo conciliador y sin demasiadas erudiciones bíblicas. “La Biblia es nuestra regla de de fe y práctica” solemos decir, pero a veces nuestra regla de fe se estira y se encoge a nuestro antojo. Nuestras interpretaciones de la Escritura a veces tienen un lenguaje esotérico y sobre todo, en la mayoría de los casos de desviaciones, se inventa una nueva y disparatada doctrina por completo desconocimiento de los idiomas originales de la Biblia, ignorando los rudimentos de la historia eclesiástica y bíblica, y con la soberbia de descubrir nuevas verdades de la Escritura.
Los nuevos movimientos y la proliferación de iglesias “a la carta” deberían tener en cuenta, según la autora de “Sectas Cristianas” Victoria Sau que: “La Biblia puede reportar provecho individual y en este sentido puede ser leída por todos y todos pueden hallar en sus paginas motivos de fe, consuelo y esperanza. Pero cuando un señor pretende hacer algo nuevo, no para si, sino para la generalidad de las personas, deben exigírseles ciertas condiciones previas relativas a cultura, inteligencia probada, etc. Téngase en cuenta que los primeros cristianos tenían reciente la enseñanza de los Apóstoles y Cristo. Lo primario de aquella situación era en cierto modo una ventaja. Ahora en cambio, veinte siglos de cristología y de vida humana con sus pormenores, que todo cuenta, obligan al teólogo de hoy a saber mas, desbrozar mucho mas y estar enterado de muchas cosas”.
La llamada “bibliolatría” es la exaltación soliviantada y calenturienta de la Escritura. Se centran estos creyentes mas en los pensamientos y afectos que describe la Biblia, que en Dios quien los inspiró. El bibliólatra ha transformado la Biblia en un dios de tinta y papel ante el cual se postra. Un teólogo ha dicho que “es la adulación impensada de las Escrituras como si fuera la primera realidad de la fe cristiana. La realidad primaria es lo que Dios ha hecho en la historia para redimimos para sí".
Además, en el cristianismo actual en general, hay unas determinadas marcas que angustian y hacen dudar a los creyentes. En primer lugar existe una huida de la libertad. Hay creyentes que buscan a alguien que les domine. Tienen miedo a la libertad porque, en el fondo, no saben que hacer con ella. Se entusiasman de un pastor o un Papa autoritario que les llene de normas rígidas para sentirse guiados y seguros.
En segundo lugar, la necesaria madurez espiritual brilla por su ausencia y es el pastor al que se le consultan toda clase de intimidades y detalles personales de su vida. Son niños en la fe y en vez de ser guiados por el Espíritu Santo y saber lo que es bueno o malo para ellos, siguen dependiendo del guía o gurú espiritual.
En tercer lugar, existe una falta de energía que es consecuencia del esfuerzo constante por parecer siempre alegres aunque te sientas triste, no enojarse nunca o estar en continua evangelización u obra misionera aunque te sientas cansado. Se confunde agotamiento nervioso con decadencia espiritual y se les machaca desde el púlpito a los decaídos de tal manera que no se podrán levantar nunca.
Y por último, algunos cristianos parecen vivir en otra cultura diferente a la de su entorno. No leen periódicos, ni libros. Nos saben nada del mundo al que quieren ayudar y suelen estar alejados de la idiosincrasia del pueblo en el que viven. Su “verdad” (distintiva de la secta) les hará predicar y abrir su Biblia ante un hombre aprisionado entre escombros antes que sacarlo y salvarlo de morir entre las ruinas.
Pero si en el plano eclesial y práctico ya hemos definido algunas marcas, no hemos de olvidar que la mentalidad postmoderna se nutre de ideas-fuerza muy convincentes. Así por ejemplo nos referimos al triunfo de la ciencia y la crisis y desprestigio de todos los racionalismos, comunismos, liberalismos etc. que ha provocado la necesidad de sentido a la vida y que las instituciones religiosas no han sabido cubrir esa necesidad de ideologías.
Tampoco la misma ciencia, técnica y progreso han sabido llenar el vacío del ser humano, ni han sabido transmitir ideales ilusionantes. Del mismo modo, los cambios vertiginosos que provocan la necesidad permanente de sentido, hacen que la ética de enjundia religiosa se convierta en una especie de “ética civil” con tintes supersticiosos y arcaicos. Son formas religiosas adulteradas, “ritos sociales de paso” y de religiosidad popular que producen una religión metamorfoseada, distinta, y en cuyo seno caben todos los estilos de espiritualidad a manera de la Nueva Era.
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