Cuando el magnate del petróleo. Paul Getty, murió en 1976, sus herederos esperaban recibir la inmensa fortuna que había conseguido. Pero en 1953 abrió en Malibú, California un museo y una fundación para el disfrute del arte, las humanidades, así como el estudio y la contemplación de todo lo bello. El dinero trajo para los herederos numerosas impugnaciones, pero al final el dinero se fue para el arte.
De alguna manera esta sociedad de la opulencia no hereda nada, el dinero no enriquece la vida de los hombres, porque sólo el espíritu impregnado de la eternidad de Dios, da verdadero sentido existencial y vivifica las cosas materiales. Pero además desde la perspectiva actual del dinero, como riqueza y progreso material, cultivador del afán y codicia, se excluye toda inquietud religiosa y ética, todo amor al semejante y toda fraternidad y humildad.
En un escrito periodístico se decía: “Entra el sol en el signo de Acuario. Se cumplieron dos milenios de cristiandad. Lo que va a regir no son las palabras de Jesús, sino las del Apocalipsis. La codicia sin límites del mercantilismo evolucionado hasta el CAT llegó a un cenit. El dinero ya no es dinero, sino papeles financieros. La decadencia del Nuevo Orden apenas se anuncia en la crisis de la bolsa y de la banca coreanas. Ningún avaro del Nuevo Orden oye el galope de los jinetes destructores” ¿Será mas fácil que un camello pase por el hueco de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos?
Eclesiastés 7,12 dice:
“Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría excede, en que da vida a sus poseedores.” El dinero aparece como escudo y al mismo nivel que la ciencia, porque con el dinero se puede obtener medicinas, alimentos, ropas etc., y también se puede conseguir conocimiento, ciencia y técnica que dan importante ventajas en la competencia entre los hombres.
El dinero en si no es amoral. No es bueno ni malo. No tiene vida propia, ni toma decisiones personales. No es pecaminoso y solo el que lo usa hace que su bondad o maldad se manifieste. Como alguno ha dicho, con 50 dólares se puede contratar a un asesino en Brasil para que mate a quien le indiquen, y con el mismo dinero se puede dar de comer a 300 niños. La Biblia lo que afirma es que el amor al dinero es raíz de todos los males. ¿Cómo se puede amar el dinero o cualquier cosa material inerte, que no puede recibir el amor ni devolverlo? Es sin duda alguna un engaño, un placebo de poca duración, este amor al dinero, porque quita la capacidad de amar. Jesucristo profundizó aún mas en Mateo 16,26.
”Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
Según comenta el director de REMAR, Miguel Díez, “después de trabajar veinte años en favor de la liberación de los drogadictos, de su esclavitud a las drogas, he comprendido que el amor al dinero ata con mucha más fuerza que todas las drogas juntas y son muy pocos los que consiguen liberarse de sus ataduras, porque no quieren renunciar a sus cadenas de oro”.
El capitalismo con su aspecto de triunfador y de benevolente generador de ilusiones, es, sin embargo una sombra que crea fantasmas que inquietan a la sociedad capitalista y matan la esperanza de las naciones.
El capitalismo se ha convertido en una pesada rueda de molino colgando del cuello de todas las sociedades que cada día les hunde más en la ansiedad, desesperación y la muerte, porque no ha aprendido el valor que tienen las verdades eternas y solo se fija en las cosas de la tierra y especialmente en ganar dinero.
El capitalismo se está convirtiendo en esa acumulación ansiosa por ganar dinero, en un gran gusano de seda que cada día se va ahogando en su propia sepultura. Se ha olvidado del secreto de la felicidad que es el expresado en la Biblia con textos como este.
"El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente" (Proverbios 22:9), porque como bien se ha dicho “en todo el mundo hay suficiente para las necesidades de todos, pero no hay suficiente para la codicia de unos pocos”.
El capitalismo está engarzando con cadenas de oro las conciencias libres de los hombres, pero estos ya no podrán volar al cielo si no las rompen.
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