En España compañías de seguros y bancos han empezado esta carrera que no terminará nunca, porque la ambición de multiplicar el dividendo es insaciable mientras no se le pongan unas leyes justas a tanto desmán. Por consiguiente, y eso hay que decirlo sin tapujos, es un gran negocio para las multinacionales y las grandes empresas, que no es que no den, sino que ganan mas dinero dando de las migajas que caen de su festín económico. Además tienen reducciones fiscales por su filantropía engañosa y pérfida.
¿Es que acaso nadie se atreverá a hacer una ley, como lo ha sido la del tabaco en España, para poner trabas a unas ganancias tan deshonestas como el jugar con lo filantrópico y envolverlo en sentimientos de sanidad y ayuda social?
El marketing filantrópico fue inventado por la American Express en 1984 para colaborar en la reconstrucción de la Estatua de la Libertad. Ofreció donar un centavo cada vez que se usara su mundialmente conocida tarjeta y un dólar por cada tarjeta nueva emitida en Estados Unidos. Los resultados fueron que las ventas de plástico aumentaron el 28% y las nuevas tarjetas el 45%. La American Express donó 2 millones de dólares, pero solo la inversión de publicidad para otras campañas de promociones caritativas superó los 23,5 millones de dólares. ¿Cuáles fueron sus ganancias reales? Nadie las sabrá, pero no sintieron escrúpulos porque estaban bendecidas por las asociaciones sin fines de lucro de varias partes del mundo, que tapaban su mala conciencia.
Para algunos esta visión tan pesimista del marketing filantrópico que sostengo, supone no tener en cuenta que determinadas asociaciones de ayuda al necesitado tengan recursos seguros y determinadas campañas de ayuda no sucumban ante la falta de participación caritativa. Pero lo realmente cierto es que la organización sin fines de lucro es la que mas sufre y pierde su imagen de levantadora de recursos que destina a hacer el bien al necesitado, por otra imagen de solo distribuir dinero sin amor.
Jesús de Nazaret tenía una visión distinta de las cosas, por eso en Lucas 21 nos dice que ”alzando la mirada, vió a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro;21:2 vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas (21:3) y dijo: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos (21:4). Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir”.
Una gran parte del debate sobre riesgos y beneficios del marketing filantrópico ha estado centrado en solo los profesionales del marketing, pero algo tendremos que decir los consumidores.
Ya he recibido alguna cadena de correo electrónico indicando extremos denunciables por si, pero son muy pocos los que valoran las cualidades que debe tener todo amor al prójimo: cercanía, acción, compromiso y responsabilidad con el necesitado.
Las múltiples y casi infinitas necesidades de nuestras sociedad hacen que hasta las asociaciones de caridad pierdan o no desarrollen principios claros y éticos y sucumban ante el marketing filantrópico. Se les está diciendo que para ser creativas y no sucumbir ante la falta de fondos, que accedan a este tipo de recursos procedentes del marketing, pero sin que se den cuanta que matan el corazón del hombre, porque ya no sabe, con tanta publicidad, si lo que debe hacer es consumir mas para ayudar a la gente o dar de su generosidad como dador alegre.
En realidad la opinión pública siempre preferirá consumir más, en vez de dar más, pervirtiendo todo el sentido de dar en amor. Los datos de la Promotion Marketing Association son claros. El crecimiento anual del marketing filantrópico es del 10-15 por ciento que proporcionan unos 1800 millones de dólares a las asociaciones sin fines de lucro. La oficina de Better Bisiness hizo una encuesta con 850 consumidores y la mayoría estaba a favor del marketing filantrópico. A mi se me antoja más como un gran engaño. Ustedes creo que saben porqué.
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