Parece que el fenómeno religión igual a pobreza o riqueza, es un hecho contrastado. Pero también el trabajo mismo y la psicología del trabajo generan resultados de pobreza o riqueza. Componentes psicológicos como el temperamento, el carácter, la capacidad y otros contenidos de la personalidad pueden incidir en la actuación del hombre.
Hay sin embargo una verdadera jungla de teorías que según Koontz (1987) abordan la problemática de la personalidad respecto al éxito o fracaso del trabajo y quizás ninguna sepa dar solución al problema.
Se podría decir que el éxito en el desarrollo de una actividad es la resultante del conjunto de factores interrelacionados, y en el caso del protestantismo y en la mayoría de los casos el judaísmo, son los principios de la Sabiduría Bíblica que son integrales e integradores.
Por eso los resultados de los estudios modernos sobre la valoración del hombre en función de una actividad, en este caso el trabajo, dan enfoques teóricos dispares y siempre se apunta a la integración de las esferas cognitivas, activas, físicas y sociales, donde se incluya el elemento religioso como diferenciador importante. Los objetivos y los resultados esperados en la interrelación hombre-trabajo pueden motivar para trabajar, producir y progresar, pero nunca determinarán el éxito de la prosperidad la cual solamente da Dios. Es lo que refleja el texto bíblico:“Si Dios no edifica la casa, en vano trabajan los edificadores”
No podemos olvidar los grandes cambios económicos ocasionados por Lutero al suprimir los monasterios y las propiedades eclesiásticas, pero Lutero defiende todas las estructuras sociales y económicas de la Edad Media y ataca al capitalismo naciente. Lutero defiende una ética de contentamiento con lo dado por Dios y de confiar en la Providencia de Dios como los pajarillos y los lirios del campo que no trabajan ni hilan.
Defiende Lutero una ética de simplicidad basada en el amor y la fe, en contra del egoísmo y autosuficiencia humana que quiere llenar sus graneros para decirle a Dios que no le necesita por ahora. En esto Lutero comparte con los teólogos católico-romanos esa ética cristiana de amor y confianza en Dios y renuncia al mundo, que es bíblica, pero que conduce a resultados económicos diferentes.
En Calvino el “concepto de Soberanía de Dios” sobre todo aspecto de la vida creada y sobre la actividad humana, incluido el trabajo, impregna a todo de “dependencia de Dios”, donde el conocimiento de Dios y de nosotros mismos están relacionados. En Calvino todo aspecto de la actividad humana está bajo la ley y voluntad de Dios. Toda la vida del hombre es una respuesta al llamado de Dios. Dios ha dado dones a los hombres y cada uno según la “vocación” de Dios, tendrá que dar su respuesta al llamado.
La prosperidad y la riqueza serán pues una bendición de Dios, pero debe quedar claro que Calvino advierte contra la acumulación de riquezas y de reírse de Dios cuando se ora “danos el pan nuestro de cada día”.
Sin embargo. Según Calvino, la riqueza como realidad que deviene en la historia, está relacionada también con el ser humano y el bien común, porque los bienes dados por Dios no son para ser usados licenciosamente y para la lujuria, sino para compartir con los necesitados.
Los necesitados son le termómetro de la fe y el amor. Si hay pobres en una comunidad cristiana, es un problema serio puesto que la pobreza puede causar daño espiritual cuando las aflicciones y las dificultades agobian la fe y la esperanza. Por eso mantiene la necesidad tajante de cortar con el problema de la pobreza y estaría de acuerdo también de acabar con el capitalismo que equivaliese a opresión y explotación.
La ética socio-economía de Calvino se basa en un sueldo equitativo, en el que se tenga en cuenta las necesidades del trabajador. El empleador que no da el sueldo, que como don misericordioso de Dios se le da al hombre, está defraudando a Dios. Pero en la llamada aprobación por parte de Calvino del capitalismo naciente, hay que tener en cuenta algunos aspectos determinantes.
Calvino al reconocer que los métodos de producción y de crédito no son malos en si, no está hablando de explotación y de usura.
Calvino considera que prestar plata a un interés equitativo, no es diferente de pedir el alquiler de una casa, pero la usura, que ya era un elemento aceptado en la Edad Media, no será aceptada, desde le punto de vista teológico, hasta estas afirmaciones suyas.
Pero se debe dejar claro que el capitalismo en los términos modernos y postmodernos no es el de Calvino, ni siquiera del puritanismo inglés al que Weber hace referencia. La relación calvinismo-capitalismo sin embargo ha dejado en Europa un claro ejemplo que no se puede negar y donde, en los países que aceptaron el calvinismo, los niveles de cultura, educación, ciencia, prosperidad en general y reducción de la pobreza, es mucho mas avanzada que en el resto de países.
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