¿No saben lo que hacen? Sí... quizás no

Tiempos de Semana Santa. Recuerdos de la Pasión. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Es una de las frases de Jesús en la cruz. ¡Qué frase, Dios mío! Una frase de defensa de un gran abogado para con el Padre. Si queréis, una de sus siete palabras. Palabras pronunciadas desde el más conocido de los púlpitos, púlpito ensangrentado y cargado de dolor y sufrimiento. Pero el púlpito, la cátedra del mismísimo hijo de Dios en medio de su sufrimiento.

No entienden, no saben. No les condenes, no les inculpes —clamaba Jesús al Padre—. No saben lo que hacen. Jesús abogando por los violentos. Algo muy difícil de entender por nosotros hoy. Quizás una frase como ésta sólo se puede decir desde un púlpito como ése y por un pastor como el Jesús sufriente. Esa frase es un Verbum Crucis, palabra de la cruz, palabra que emana desde un instrumento de tortura. ¿Quién prestaría atención hoy a alguien que habla desde un púlpito semejante? ¿Quién escucharía hoy a alguien que habla desde su experiencia de muerte violenta, de martirio, de tortura? ¿Quién puede justificar hoy a los violentos del mundo? ¿Acaso no saben lo que hacen los violentos del mundo hoy?

En aquel momento sonaron palabras exculpatorias. No saben. No saben. No saben lo que hacen. Habla el Dios ajusticiado, el Dios víctima, el Dios al que se le atropella y maltrata, el Dios que está llevando sobre Él el pecado de toda la humanidad. ¡Qué frase exculpatoria Señor! ¡Qué forma de exculpar y perdonar a los violentos! Difícil de entenderlo hoy nosotros.

¿Será que desde ese púlpito y desde esa situación se ven las cosas diferentes? ¿Es verdad que los hombres que atropellan y torturan no saben lo que hacen? ¿No saben lo que hacen los que empobrecen a más de media humanidad ampliando sus graneros hasta límites insospechados? ¿No saben lo que hacen los que torturan, matan y maltratan, Señor, no saben lo que hacen? ¿Hasta dónde llega tu perdón ante la injusticia? Contigo se cometió la mayor injusticia de la historia, la muerte del justo y tú clamabas: No saben lo que hacen haciendo de abogado perdonador.

Hubo gran violencia. Alrededor de Jesús se reunieron torturadores y violentos. Jesús contemplaba la macabra representación narrada de manera exclusiva en los Evangelios. Ha estado viendo a su alrededor esa danza macabra violenta que culmina en azotes, escupitajos, bofetadas… adivina quién te pegó, le dicen. Se ríen de él, le vituperan.

Los violentos del mundo. Los despojadores, acumuladores que con su violencia desequilibran la tierra. ¿Se repite el espectáculo hoy? ¿Se sigue dando esa danza de la muerte, la danza macabra y profanadora de lo santo? ¿Siguen operativos hoy los que gritan crucifícale? ¿Cuáles deberían ser las palabras de un torturado en esos momentos? ¿Cuáles deberían ser las palabras de los empobrecidos y los maltratados hoy?

Jesús implora palabras de perdón, palabras que son una oración al Padre. Padre mío, tienes que perdonarlos porque no saben lo que están haciendo. ¿Hasta dónde llega la inconsciencia del hombre? ¿Es que, realmente, no sabían lo que hacían?

Y hoy. ¿Todavía no sabe el hombre el violento lo que hace? ¿No sabemos hoy tampoco, ya después de veintiún siglos, lo que hacemos? ¿No saben lo que hacen incluso después de haber oído tanto los mensajes de Jesús? Cuesta trabajo creerlo.

No saben. No conocen. No entienden. ¡Menudo atenuante busca Jesús para pedir perdón por los hombres que le torturan, que le desprecian, que le matan, que matan al hijo de Dios mismo, que quieren matar a Dios! ¿Ninguno sabe lo que hace? ¡Qué difícil es entenderlo, Señor! ¿Es acaso el mismo atenuante que se debe aplicar al hombre del siglo XXI que mata, destruye, hunde a más de medio mundo en la injusticia y en el hambre? ¿Acaso, Señor, te estás equivocando? ¿No saben todavía lo que hacen?

La palabra expresada en medio del dolor desde el púlpito de la cruz sigue sonando: “No saben lo que hacen”. Leo que los copistas de los primeros tiempos se avergonzaban de esta frase y la suprimían del texto bíblico. No me extraña. ¿Acaso no nos gustaría borrarla a nosotros? ¿Cómo podía Jesús decir que estos hombres sanguinarios y violentos no sabían lo que hacían? ¿Es un eximente esta ignorancia? ¿Hasta dónde llega ese perdón? ¿Llega a los sanguinarios, violentos, torturadores, ladrones y despojadores de este mundo hoy o se restringió a aquel momento ante el Hijo de Dios al que no reconocían?

Quizás nosotros nos avergonzamos también de esto, Señor, quizás nos avergonzamos del eximente que aplicas a tantos malvados y perversos. ¿Podríamos clamar borra esa frase, Señor, suprímela? Muchos de nosotros clamaríamos: ¡Sí saben lo que hacen! Sí. Los violentos del mundo, los que lo desequilibran con injusticia sí saben lo que hacen. ¿Lo saben realmente?

Señor, ante la muerte y la tortura, no te considerabas ofendido. ¡Qué forma de ejercer la abogacía a favor de los malos! ¡No saben lo que hacen, Padre, no saben lo que hacen! ¡Menuda defensa, Hijo de Dios, Mesías! No podemos entenderla. Miramos a la danza de la cruz, a la representación de muerte preñada de burlas y desprecios y quizás nos avergonzamos como aquellos primeros copistas que querían suprimir para siempre esta frase de defensa. ¿Hasta dónde llega la capacidad de perdonar desde el Dios que habla desde su cátedra de la cruz manchada de sangre?

Hoy hay muchos ejecutores que crucifican a muchos. En el fondo te están volviendo a crucificar a ti, se burlan de tu deidad, de tu realeza. ¿Alcanza esa frase también a ellos hoy? ¿No saben lo que hacen, realmente, los que empobrecen, los que roban haciendas y dignidades, los que acumulan hasta desequilibrar el mundo, los que matan, los que practican la injusticia? ¿Qué pasa con los malvados de hoy? Hombres y mujeres, niños y niñas ejecutados en el altar de los acumuladores, despojadores, altar que presta altivamente el dios Mamón. Hay perseguidos, apaleados, ejecutados, torturados, reducidos al hambre, a la miseria y a la muerte temprana. ¿Saben lo que hacen, Señor, saben lo que hacen?

Nosotros no queremos avergonzarnos de tu frase, Señor, de tu Verbum Crucis, del clamor de perdón desde esa tu cátedra de la cruz, desde ese púlpito manchado de sangre y de violencia. No queremos suprimir tu frase, aunque nosotros, Señor, en nuestro entendimiento velado hasta que estemos contigo, no sabemos si esa frase se podría aplicar hoy a aquellos que te siguen crucificando en las muertes, despojos, opresiones e injusticias de nuestra historia presente. ¿No saben lo que hacen, Señor? ¿Realmente no saben lo que hacen?

Ponemos en tus manos este mundo que parece haber caído en manos de ladrones, salteadores y apaleadores hasta la muerte de muchos. Y tú, ahora, desde tu trono de gloria, verás si se puede seguir aplicando la frase “no saben lo que hacen” a los hombres injustos de hoy, hombres que tienen sus manos manchadas de sangre. ¿Acaso no saben lo que hacen? Sí lo saben, Señor, sí lo saben… quizás no. El juicio es tuyo, Señor.