La restricción del derecho a la vida

Dando las gracias a los que nos han seguido en estos artículos pro-vida, os pasamos ya el último sobre la defensa del derecho a la vida siguiendo la línea de los Derechos Humanos y con todo el bagaje bíblico del que hemos sido capaces. Quizás, este artículo, ya menos práctico y que no habla ya del compromiso de acción a favor de la vida de Misión Evangélica Urbana con su centro “Da Vida”. Creemos que este artículo también aporta algunos conceptos válidos para la defensa de la vida. Aquí lo tenéis.

Suena duro hablar de la restricción del derecho a la vida. ¿Su abolición? Es como si quisiéramos restringir el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todo individuo tiene derecho a la vida”. ¿Cómo se puede hablar de que este artículo quiere ser restringido por algunos? ¿El derecho a la vida de quién quieren restringir? Se trata una vez más de aquellos que quieren restringir el derecho a la vida del no nato, del aún no nacido, del más indefenso de todos los seres humanos, como está siendo el tema de estos últimos artículos.

¿Qué conceptos, qué estrategia usan los que quieren restringir el derecho a la vida del no nato? Pues se hace de una manera muy intelectual, usando conceptos bellos: los conceptos de “ser humano” y “persona”. Conceptos tremendamente atractivos, pero que se puede jugar con ellos para acercar la posibilidad del exterminio de los aún no nacidos.

Es como si, de alguna manera, se buscara un título más político que jurídico, nunca en el orden ontológico, el de “persona”, para concluir que no todos los seres humanos son personas y que solamente las personas, en este sentido político que no ontológico, pueden ser titulares de este derecho tan básico y tan a la base de todo otro derecho: el derecho a la vida.

Según los defensores de esta propuesta de la abolición del derecho a la vida para los no natos, para ser persona hay que ser un ser humano autorreflexivo, capaz de formarse en su mente conceptos complejos, seres racionales que puedan analizar una situación y, en su caso, ser capaces de dar juicios de culpabilidad contra alguien, de aprobación de la realidad, de asentimiento o rechazo ante los actos de otras personas, seres que tengan conciencia de sí mismos como individuos diferenciados.

Conclusión: los fetos, que son los niños engendrados, pero todavía no natos, también los que se prevé que van a nacer con taras mentales o psicológicas profundas —que ilógicamente lo pueden hacer extensible a los que se prevé que van a nacer con taras físicas importantes—, los adultos que se encuentran en un coma profundo, aunque no tengan seguridad si lo van a superar o no, no son acreedores del título de persona…Se puede usar este razonamiento conclusivo incluso para los recién nacidos.

Quizás, los defensores de estas teorías restriccionistas del derecho a la vida, estarían dispuestos a estar de acuerdo en que son seres que pertenecen de alguna manera a la especie humana, incluso que son seres humanos, pero que no tienen las características reflexivas, conceptuales o racionales para ser aptos para obtener el título de “persona” en la manera en que ellos lo conciben.

Los no natos, no son capaces de percibirse, según estas teorías, como entidades diferenciadas con una vida propia que quieren desarrollar y seguir adelante con ella.

Los no nacidos, aunque se pueda admitir que son seres sensibles, no serían ni racionales ni conscientes de sí mismos. Por tanto, no se merecen el título de “persona”.

Basta con pensar que “persona” y “ser humano” no son términos equivalentes, para restringir el derecho a la vida de los aún no nacidos. El artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos no usa ni el término “persona”, ni el de “ser humano”. Usa el concepto de “individuo”, con lo cual es posible que podamos decir que los Derechos Humanos defienden la vida sin entrar en esta lucha conceptual ni en el concepto, más bien político que jurídico y, desde luego, nunca ontológico como estamos defendiendo, de “persona”.

Nosotros, desde estas líneas, queremos dejar sentado que la distinción entre “ser humano” y “persona” es una distinción totalmente arbitraria y que no tiene ningún fundamento. No hay individuos que tengan más derechos, más cualidades o más méritos que otros para ser acreedores al título de “persona”.

Negamos también que haya una gradación desde el momento de la fecundación hasta la madurez adulta, en la que ya se tenga un derecho total a ser “persona”, al igual que negamos que este título vaya decayendo con la vejez hasta poder llegar a justificar la eutanasiau otras muertes a personas que quieren seguir viviendo. Hay muchos ancianos o discapacitados profundos que desean la muerte, pero quizás sea porque no tienen los cuidados y el amor necesarios. Muchos de ellos lo que están gritando es que no quieren “vivir así”.

El no querer identificar “ser humano” con persona es un error que procede de no dar prioridad al orden del “ser” y quedarse en lo operativo, en las funciones, en el hacer y en el obrar.Nosotros, desde estas líneas, pensamos y afirmamos que no hay que hacer distinciones entre el concepto de “ser humano” y el concepto de “persona”. Así, defendemos que “ser humano” y “persona humana” son dos conceptos equivalentes y que las distinciones que confunden la importancia del ser con la importancia de la capacidad de obrar y actuar, son falsas. Están confundiendo las prioridades. La prioridad siempre la debe tener el ser, no el actuar o el obrar. El ser que nosotros pensamos que desde el momento de la fecundación es un ser creado a imagen y semejanza de Dios.

Por tanto, nosotros, como personas que seguimos al Dios de la Biblia, el único Dios verdadero, dador de la vida y defensor de ella, creemos y defendemos que los conceptos “persona humana” y “ser humano”, no sólo son coincidentes, sino que se dan desde el momento de la fecundación y a lo largo de todo el proceso de la vida hasta que ésta, humanamente, termine con la muerte, que siempre ha de ser natural, puesto que nadie se puede adjudicar el derecho de disponer de la vida de nadie. Dios es el único autor, dador y conservador de la vida.

Con esto terminamos esta serie de artículos sobre la vida, sobre los esfuerzos de los cristianos en conservar y proteger esa vida, sobre los temas pro-vida, los temas relacionados con nuestro centro Da Vida de Misión Evangélica Urbana de Madrid, y los temas éticos y bioéticos en defensa de la vida misma. Quiera Dios que hayamos acertado siempre y que hayan sido de ayuda para nuestros lectores.