Aún no hemos comentado el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que habla del derecho a la vida. Lo formula de una forma sencilla, breve y clara: “Todo individuo tiene derecho a la vida”. La verdad es que éste debería ser el primero de los derechos, pues si alguien viola el derecho a la vida, de forma inmediata y automática ya se están violando el resto de los derechos humanos. Es el derecho que está a la base de todos los demás y, además, los sustenta.
De todas formas estoy de acuerdo con los que ven imprecisa la expresión
“derecho a la vida”. ¿Es realmente un derecho cuando la vida nos es dada cuando aún no existimos y el no existente no tiene derecho a nada? Quizás la Declaración Universal debería decir: “Todo individuo tiene derecho
a conservar su vida, a cuidarla y desarrollarla”. El derecho a que la vida sea inviolable.
Yo creo que todos los humanos estamos de acuerdo con este derecho. La polémica, los desacuerdos y los planteamientos teológicos, éticos o sociales, se dan en la línea de la defensa de la vida en el caso del aún no nacido: Nos encontramos ante el tema del aborto. Igualmente nos podríamos encontrar con el tema de la eutanasia, de la pena de muerte, con los niños aún no nacidos y que tienen alguna deformidad física o enfermedad psíquica. Todo esto sí que nos plantea ante un debate ético, bioético, espiritual, médico, social y humano.
En este artículo no vamos a poder tratar todas estas temáticas. Quería centrarme por el momento en el tema del aborto. Lo hago porque, precisamente, la Misión Evangélica Urbana de Madrid, entidad que presido, que en otros momentos he dirigido y que he puesto en marcha, tiene un programa de ayuda a mujeres que quieren abortar por necesidades socioeconómicas. Además de alternativas al aborto, ayudamos asistencialmente a las mujeres que llevan adelante su embarazo y estamos abiertos, incluso, a un seguimiento posaborto en el caso de que la mujer, libremente y después de informada y asesorada en todas las alternativas posibles, decida abortar.
Es el trabajo de nuestro centro Da Vida. La verdad es que habréis comprobado que casi nunca hablo de nuestro trabajo para que no parezca que uso esta revista digital para promocionar nuestro ministerio. Hoy lo voy a hacer un poquito. Sólo un poquito.
Teníamos, por tanto, la necesidad de hablar sobre este tema que, quizás, lo tendremos que hacer a lo largo de un par de artículos. No somos los únicos en el mundo con un programa como éste. Existen centros católicos que están haciendo este trabajo. Hay muchos centros evangélicos en el mundo que hacen un trabajo pro-vida sin limitarse solamente al asesoramiento y a plantear alternativas al aborto, sino que trabajan en el campo asistencial con estas mujeres y, en su caso, en la integración social, pues muchas mujeres se plantean el aborto por cuestiones socioeconómicas, de marginación, de pobreza o de exclusión social.
Por tanto,
nosotros no solamente hablamos de derecho a conservar, cuidar y desarrollar la vida, sino que ponemos en marcha todo un dispositivo de ayuda para estas mujeres. Ayudamos a estos niños en nuestro centro Da Vida de 0 a 2 años. Luego pueden pasar, si lo necesitan desde el punto de vista asistencial y de integración social, a los servicios que tenemos en nuestro centro de la C/ Calvario en donde mantenemos programas de ayudas integrales hasta que logran la reinserción social, familiar, educativa y cultural.
Una pregunta que siempre nos hacemos es ésta: ¿Por qué hay tantos evangélicos que defienden la vida desde el momento de la concepción, que se manifiestan, que consideran el aborto un atentado contra la vida misma y solamente existe en toda España nuestro pequeño centro evangélico, que es un Programa de Misión Evangélica Urbana de Madrid? ¿No pensáis que los evangélicos necesitaríamos hacer algo más en esta línea de trabajo?
Si los evangélicos piensan en realidad que toda vida es preciosa para Dios, incluyendo la del no nacido, el niño que está todavía en el útero de su madre, ¿por qué nos limitamos solamente a algunas declaraciones que se hacen de vez en cuando y no estructuramos programas de ayuda que lleven a la mujer a dar a luz sabiendo que hay alguien que las quiere y las va a ayudar? Esto tiene mucho sentido en el caso de las mujeres en dificultad social, mujeres inmigrantes… pero no sólo ellas.
Millones de niños mueren al año como consecuencia del aborto. Esto se une a más millones aún de niños que mueren en el mundo por el hambre, la falta de medicinas, de agua potable… Tenemos que hacer algo.
Para los cristianos es un problema el hecho de que queramos que, a través de las vías políticas, de las leyes o de las normativas, se obligue a una sociedad laica y en un porcentaje alto no creyente o atea, a que cumpla con lo que los cristianos creemos y vemos en la Biblia. Esto crea rechazo y hace que muchos ciudadanos estén en contra de las manifestaciones cristianas. Puede ser el caso incluso de lo legislado por nuestro ministro de justicia en España que actúa de mano de los líderes de la iglesia católica.
Creemos nosotros que nuestra forma de trabajar es la de evangelizar nuestra cultura, la de convencer y no obligar, la de dar a conocer el mensaje bíblico que iremos analizando en algún que otro artículo posterior. La evangelización de la cultura no se hace vía presión legal, sino por la vía de la difusión de los valores y textos bíblicos a favor de la vida y por la vía del amor y de la ayuda a las mujeres que, quizás con desesperación, se plantean esta salida.
Si nos exasperamos, gritamos, obligamos, legislamos desde los principios que nosotros creemos, pero sin evangelizar antes la cultura, evangelización que implica también el compromiso social y asistencial de las mujeres que se encuentran en estas situaciones límite, estaremos dando la idea de la vivencia de un cristianismo que violenta sin dar razón de su mensaje, que obliga sin convencer, que impone sin evangelizar, sin difundir los valores del Evangelio de la vida.
Si no actuamos con sabiduría y compromiso, estaremos dando la idea de que somos cristianos radicales y causaremos rechazo. Señor, ayúdanos a ser sabios en la defensa de la vida. También a nosotros en la continuación que habrá sobre estas reflexiones.
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