He podido notar en algunas afirmaciones en las cartas a los lectores –no solamente en las que más abajo cito- que prefieren que se hable de los valores bíblicos que de la defensa de los Derechos Humanos. He estado dos años hablando de los Evangelios como vía de defensa y dignificación de los pobres, como camino de liberación de las problemáticas humanas que marginan y hacen sufrir a tantas personas, como senda de justicia para concienciar a las gentes de que la solución emana de que las personas lleguen a vivir con autenticidad la vivencia de la espiritualidad cristiana.
Actualmente, parece que he cambiado de perspectiva al estar escribiendo desde la óptica de la defensa de los Derechos Humanos como vía de sensibilización y concienciación socialsobre los focos de pobreza, de miseria, opresión y sufrimiento.
No quiere decir esto que haya dejado los valores del Reino, tan nombrados por mí, para pasar de una metodología bíblica o teológica y centrarme en la defensa de los excluidos del sistema desde posicionamientos antropológicos o filosóficos.
Mis temas y mis posicionamientos siguen siendo los mismos, lo que varía es la forma de tratarlos sin que deje de ser una prioridad para mí el paradigma bíblico.
Para mí la Biblia siempre será materia primera. La antropología, la sociología, la filosofía o los temas históricos culturales, serán, en comparación con el contenido bíblico, materia segunda, pero no materia vana que no tenga una importancia grande para conocer la realidad del hombre al que Dios ama.
No obstante se podrían hacer algunas pregunta: ¿Se puede dar a los Derechos Humanos una fundamentación bíblica a pesar de que nacen desde una realidad humanista, antropológica, social y filosófica? ¿Nos podemos conformar en que los DDHH se vean solamente desde las perspectivas antropológicas o filosóficas y ponerlos al margen de la experiencia cristiana, de la vivencia del Evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios? ¿No hay en los Derechos Humanos exigencias en cuanto a la dignidad humana que nos remite, finalmente y aunque no lo pretendan, a que el hombre está hecho a imagen y semejanza de un Dios que nos ha creado y que nos ama?
Quizás si Dios hubiera permanecido alejado del hombre, sin humanarse, sin irrumpir en nuestra historia como hombre, sujeto a los padecimientos y dolores por los que estamos pasando todos los seres humanos, no tendríamos el anclaje para decir que nada humano le es ajeno al Dios de la vida, ni siquiera le es ajeno el esfuerzo realizado desde los ámbitos humanistas, antropológicos, sociales y filosóficos desde los que nace la actual Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Dios no es ajeno a lo que ocurre en nuestra historia, menos aún en lo que se hace, desde cualquier ámbito, por la dignificación de los seres humanos, por la eliminación de las discriminaciones y por el deseo de que los derechos de ningún hombre sean pisoteados.
El cristiano debe plantearse si a los Derechos Humanos se les debe dar única y exclusivamente una interpretación desde el punto de vista de la antropología o de la filosofía, o si, por el contrario, debemos hacer un esfuerzo por ver en ello también la implicación de Dios, a través de sus criaturas, en la historia de los hombres. Tenemos que pensar si la obra de Dios es sólo metahistórica, divina y espiritual, o si Dios se involucra también en el sufrimiento de las personas en nuestro aquí y nuestro ahora como el Dios humanado al que nada de lo que ocurre al hombre le es ajeno.
Una hermana,
Rosa Jordán, que suele escribir de vez en cuando en las Cartas de los lectores que se sitúan al pie de mis artículos y de otros, hermana a la que respeto, admiro y animo a seguir escribiendo decía:
“Hno. Juan, creo que debemos apoyarnos solamente en la Biblia, la Fe y el Amor, producto de nuestra fe, porque si vemos qué países son los que en la ONU manejan los DH nos daríamos cuenta de por qué son manejados de manera tan parcial e injusta: los nuevos miembros del Consejo de DH de la ONU son: Etiopía, Gabón, Costa de Marfil, Kazajistán, Pakistán, Emiratos Árabes y Venezuela. Y esos países están sustituyendo a la que fuera la extinta 'Comisión': Zimbawe, Rusia, Arabia Saudita Pakistán y China.-Libia, al mando del Cnel. Ghadafi, llegó a la presidencia de la Comisión en 2003. Sudán en 2004, cuando en ese país estaba ocurriendo una limpieza étnica. ¿Qué ejemplo puede tomarse de ellos en materia de respeto a los derechos fundamentales de las personas? (Y distribuyen los puestos así: África 13; Europa Oriental=6; América Latina y el Caribe=8; Occidente y Europa occidental y otros Estados, 7. Asia: 13.) Saludos”.
Otro hermano,
Rafa Brito, respondía a Rosa también en este espacio de cartas:
“Gracias por tu comentario, Rosa, pero independientemente de quién gestiona los DDHH o cómo se gestionan; independientemente de lo que algunos países hagan, el texto de los DDHH está ahí y se debería trabajar para que se cumpliera. También la Biblia es malinterpretada y malusada. La usan incluso grupos sectarios, pero por eso la Biblia no pierde su valor intrínseco, ni hay que dejar de defenderla. Creo que los cristianos estamos obligados a la defensa de los DDHH, no nos debemos quedar mirando solamente al cielo”.
Finalmente
Rosa Jordán volvía a responder:
“Totalmente de acuerdo contigo, Rafa. Es el Espíritu en o de la letra el que le da valor a ésta. Tu ejemplo acerca del buen o mal uso de la Biblia es válido para el buen o mal uso de la Declaración de los Derechos Humanos en la ONU. Significa lo mismo que el que nosotros seamos infieles o mentirosos, no hace a Dios mentiroso o infiel. Mi aportación fue una información, para conocimiento de la realidad del criterio de las resoluciones de los Derechos Humanos en la ONU. Me alegra que hayas hecho la salvedad. Gracias y bendiciones. Rosa”.
Transcribo esto como homenaje y agradecimiento a los que se toman su tiempo no sólo para leer mis artículos, sino para reflexionar sobre ellos y participar. A veces se les ha criticado y nos hemos quejado de excesos e irresponsabilidades en las Cartas de los lectores a pie de los artículos, creo que con toda la razón y justicia, pero también hay personas responsables, inteligentes y comprometidas que escriben con total seriedad. A éstos hay que agradecer su tiempo y su esfuerzo.
Pues bien, estas cartas dejan me dejan entrever a mí algo de esa preocupación por si hemos de estar tratando sobre los Derechos Humanos sólo desde el punto de vista antropológico-filosófico o debemos los cristianos de darles una cierta fundamentación teológica o bíblica debido a que nuestro Dios es el Dios humanado, el Dios que se acerca a los hombres, naciendo de mujer para experimentar tanto los dolores, como los sufrimientos, como los anhelos de todos y cada uno de nosotros. La dignificación de las personas importa al Dios de la vida y también debe importarnos a los que le seguimos.
Quizás, los DDHH, sin perder su origen ético, antropológico o filosófico, deben ser percibidos y defendidos por los cristianos haciendo que éstos adquieran un valor más pleno para los creyentes al pasarlos por la óptica de la espiritualidad cristiana, por el prisma del paradigma del Evangelio. Porque nada humano es ajeno al Dios humanado.
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