La Flor del Soberano se acerca. Ya está floreciendo. Tened esperanza, pobres de la tierra, oprimidos del mundo, privados de los derechos humanos más esenciales. Es tiempo de Adviento. La semilla está sembrada. Sigue creciendo. La flor se está abriendo. Tened esperanza porque algo comienza a brotar… son los indicios del Dios-que-se acerca.
A lo largo de todo el Antiguo Testamento vemos como la planta va creciendo. El rosal lejano crece, va formándose como un botón que un día será un capullo. La planta crece. La rosa, con todo su esplendor, comienza a florecer. No tardará en abrir la rosa en todo su esplendor. ¡Pobres de la tierra, pobladores del mundo: Venid a ver la rosa, la flor del Soberano, linaje de David! ¡Velad y estad a la espera!
La flor se está abriendo. Flor de esperanza. Flor de justicia. Hemos de trabajar por lo justo, por la destrucción de toda estructura de pecado que oprime… hemos de amar y servir, hemos de liberar, de dignificar a todos los que están en la infravida, pero también tener confianza en el Dios-que-se-acerca, en el rosal que crece y pronto una rosa rebosante de color y belleza estará con nosotros. Hay que confiar. ¿Dudas acaso que algún día llegarán el color y el aroma? Es Adviento, tiempo de espera y de esperanza.
La flor está tomando todo su color. Reprime tu llanto. Busca los retazos de alegría. Espera con gozo la llegada del Señor. Con la culminación del Adviento el llanto se convertirá en gozo y la oscuridad en luz. Hay esperanza para los pobres. Llega el cordero, el Dios-hombre, nuestra salvación. Se acerca el que
“quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos”.
En ese rosal lejano, primero surgió un botón, el capullo que después se desarrolló, ahora está reventando, floreciendo, dando color a la vida. ¡Pobres de la tierra, desclasados del mundo: la rosa que está floreciendo pronto llenará de aroma al mundo! Somos nosotros, los cristianos, los que vamos a esparcir ese olor durante el Adviento y llenaremos el mundo con él en la culminación que pronto vamos a celebrar.
En ese mundo oloroso y afectado por el florecer de esa rosa, vamos a proclamar el artículo 25 de los Derechos Humanos, como parte de la fragancia de esa flor de Adviento: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…”. ¿Estamos frente a la utopía?Más utópico nos parece el Reino de Dios con sus valores que nos dicen que los pobres y proscritos del mundo, los oprimidos, los desclasados, los don nadie, deben pasar al primer plano, deben ser tratados como los primeros.
Los cimientos de esta revolución, ya se ponen en el Adviento, en la fragancia de esa rosa llenándose de color. En la Navidad va a irrumpir, con el nacimiento de Jesús, el Reino de Dios en la tierra y a los pobres será predicado el Evangelio, la buena noticia: ¡Dios ha llegado! ¡La rosa ha florecido!¡El Reino de Dios se ha acercado a vosotros, sufrientes de la tierra!
“Venid a ver, venid. La flor del soberano, linaje de David”, dice el himno de Adviento.
Buscad la fragancia de esa Flor del Soberano. Confiad, pobres de la tierra, proscritos, desclasados, abandonados. Todo lo predicho con júbilo en el pasado se cumplirá. Esperad el prodigio, velad con expectación en este tiempo de Adviento. Esperad el prodigio: un niño dado por una madre virginal. ¡Venid a ver! ¡Venid! La flor del soberano se abre, rebrota el linaje de David. No tengáis miedo. Esperad con la espera en la que vivieron los que nos precedieron.
Y vosotros, cristianos integrados, llenos de la fragancia de esa flor de Adviento, preparad el camino del Señor como hizo Juan el Bautista, allanad sus senderos.
“Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas”. Si lo necesitáis, marchad al desierto, que también florecerá, preparaos para ser las manos y los pies del Señor para actuar en medio de un mundo de dolor. Los pobres y oprimidos de la tierra os necesitan.
El niño dado por madre virginal nos trae como fragancia de la flor de Adviento, el mandamiento de amor al prójimo, nos trae el ejemplo de servicio. Mirad a lo lejos, no seáis escasos… el Señor viene. Estamos en Adviento. Preludios de la llegada del Señor. Perfumaos con el suave olor de la flor de Adviento.
¡Preparaos! La rosa se abre perfumando al mundo. Alguien viene a liberaros, pobres de la tierra, abandonados del mundo, tristes y hambrientos. El Adviento es ya un preludio del rescate, es preludio de que en el mundo va a reinar la alegría, alegría y paz en lugar de ceniza. Aquí nos tendríamos que unir todos al salmista David:
“¡Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas! Y entrará el Rey de Gloria…”.
La gente que no cree, que no tiene ese olor fragante de la rosa de Adviento, que no espera nada, que no está expectante ante la llegada del Dios que nos salva, se preguntará que quién es ese Rey de Gloria. El salmista lo deja claro: es Dios, el fuerte y el valiente, el poderoso en batalla. Jehová de los Ejércitos. Él es el Rey de la Gloria.
Por tanto, vosotros, endebles, los de corazón apocado, enderezad vuestras rodillas y corred a recibir a este Rey de la Gloria. A los que lloráis, este Rey os dice: Los que sembráis con lágrimas, vais a cosechar con alegría, con regocijo, con gozo. Es tiempo de recordar las profecías que nos indican cómo va creciendo ese rosal.
El Señor, a través de sus profetas te dice a ti, que quizás te hallas sumergido en un valle de lágrimas y de escaseces, palabras con las que consolaba a Sion:
“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!”.
Son palabras de ánimo y consuelo para todo el mundo, palabras que nos llenan de olor grato, del olor de la Flor de Adviento. Dios tiene una mirada especial para los oprimidos, pobres y sufrientes, para los desclasados a los que se les roban sus derechos, a los privados de los Derechos Humanos.
Y en estos días de Adviento, siguen sonando las palabras del Dios-que-llega: El olor de esta rosa es un anuncio “Para que así no haya en medio de ti pobres… porque el Señor te bendecirá”.Porque el Señor ama a las personas impregnadas del olor de la Rosa de Adviento, aunque sean personas sin ningún poder, sin ninguna fuerza; a las personas a las que se les niega su sostén y se les mantiene al margen de los caminos sociales. El Adviento y el Evangelio es para ellos de forma específica y especial que les llena del olor de la rosa que ya revienta llena de olor y de color, aunque, lógicamente, es un Evangelio para todos, también para los ricos de este mundo si se arrepienten y comparten. ¡Perfumaos con este olor, ricos del mundo, y cambiad, compartid!
Dios se acerca “para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por caminos de paz”, mensaje de Adviento. Una paz que nunca puede estar alejada de la justicia, sino que, según el aserto bíblico, debe besarse con ella, no sólo en tiempos de Adviento, sino siempre. Paz que también debe estar impregnada del suave olor de la Flor del Soberano, linaje de David.
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