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Protestante Digital

 
Derechos Humanos, los cristianos y los pobres (3)
22
 

¿Quiénes son los culpables? ¿también la iglesia?

Muchas veces la iglesia y los cristianos han hecho teología sin raigambre con los problemas existenciales del hombre
DE PAR EN PAR AUTOR Juan Simarro Fernández 16 DE SEPTIEMBRE DE 2012 22:00 h

Cuando nos enfrentamos con un texto como el del artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, texto que ya hemos comentado también en el artículo anterior: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos”, y vemos en el mundo personas robadas de su dignidad y con sus derechos pisoteados desde su nacimiento, nos podemos preguntar: ¿Quién tiene la culpa de que no haya ni libertad ni igualdad para estas personas, que nacen como caídas en rincones privados de esos derechos, que para ellos son estrictamente teóricos y formales, presas de un destino adverso, de un fatum casi inevitable, de un destino arrasador, nacidos en un foco de pobreza alejados de toda posibilidad de igualdad o libertad? ¿Hay culpables también en la iglesia?

Los cristianos, y todos los humanos en general, tendríamos que pararnos y buscar las causas de estos incumplimientos de los Derechos Humanos… y actuar, trabajar para crear nuevas condiciones en el mundo para que no se den esas posibilidades de nacer ya despojados de todo derecho y bien. Igualmente, junto a las causas, también vamos a encontrar culpables, tanto en el ámbito individual, como en el estructural. ¿También tú o yo?

Los cristianos debemos saber que la Biblia no camina a la zaga de la defensa de los Derechos Humanos. Los supera y se pone en un estadio superior, pero, a su vez, baja a la arena de la realidad y se pone en línea con la defensa de los humillados y ofendidos, de los privados de sus derechos como personas. También habla de libertad y refuerza la dignidad de las personas… imagen y semejanza de Dios. Pues a todos los nacidos les dice la Biblia: “Porque no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor”.

Si los hombres, como dice el artículo 1 de los Derechos Humanos, “nacen libres e iguales en dignidad y en derechos”, ¿qué es lo que está fallando en la sociedad y en la iglesia para que no se oiga un grito de denuncia y de reclamo del reconocimiento de la dignidad y libertad inherente a toda persona por el hecho simple de haber nacido? Pregunta ante la que nos deberíamos parar y detenernos a reflexionar… para pasar luego a la acción, a la lucha por la liberación de las personas apoyados en los valores del Reino que nos dejó Jesús. O somos liberadores, o somos culpables. También la iglesia: o es liberadora o es culpable… aunque sólo sea por omisión de la ayuda.

Los cristianos puede ser liberadores y eliminadores de las causas que esclavizan y determinan a muchas personas para que no puedan vivir su libertad: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”, nos dice Jesús. Los cristianos, los que conocemos la verdad que libera y que nos convierte en agentes de liberación, debemos trabajar todas estas áreas y gritar: ¡Hay esperanza! La suerte no está echada.

Tenemos que gritar a voz en cuello, como dice la Biblia, diciendo que hay una luz de esperanza en el fondo del túnel. Cuando la iglesia calla, es culpable. Las sociedades y las personas pueden cambiar. La iglesia también. La voz profética de los creyentes puede ser como una deflagración que cambie corazones y vidas, valores y prioridades en el mundo. Hay que luchar enarbolando los valores del Reino, valores liberadores, restauradores de la dignidad robada, de la libertad, de la igualdad. Es parte de la misión de la iglesia. Luchar hasta la extenuación… contra toda desesperanza. ¿Estamos los cristianos dispuestos a esta lucha, a una vida de servicio como agentes de liberación del Reino?

Ante la dureza del corazón del hombre y la fortaleza de las estructuras sociales injustas que impiden la vivencia y el cumplimiento de este primer artículo de los Derechos Humanos, quedando éstos como algo estrictamente formal en tantos casos, cuando parece que no es posible y que nuestras fuerzas nos abandonan, nos queda por delante la utopía, la utopía del Reino, una utopía movida por la esperanza y por unos valores que son contracultura en medio de nuestras sociedades desiguales, injustas y no libres. La Iglesia, en su lucha a favor del hombre, de los valores del Reino y de los Derechos Humanos, también debe ser utópica tendiendo a la implantación del Reino de Dios y sus valores en la tierra.

Debemos ser todos un poco utópicos. La fuerza de la utopía, la utopía por la implantación de la justicia y bondad en el mundo, debe mover nuestra lucha, nuestro trabajo, nuestros desvelos... la lucha y el quehacer de la Iglesia. Pensar que, quizás, con el esfuerzo de muchos y la confianza en el Altísimo, estemos caminando hacia un mundo mejor para todos, para mí, para ti y para los tuyos... y para toda la creación.

Por eso, una llamada a la iglesia: mientras que Jesús anunció la salvación para la eternidad y, en una relación de semejanza, se fundió en el destino de la historia, en el aquí y el ahora de cada hombre, en su lucha existencial y en su liberación, muchas veces la iglesia y los cristianos han hecho teología sin raigambre con los problemas existenciales del hombre, sin lucha por la liberación de los que están siendo explotados y oprimidos, de los que están siendo robados en su dignidad, en desigualdad y esclavitud... Muchas veces se predica una salvación desencarnada. ¿Está la iglesia de espaldas al dolor de los hombres?

Pareciera, a veces, que los Derechos Humanos son ajenos a nuestra teología y a nuestra vivencia de la espiritualidad cristiana. Los Derechos Humanos, si realmente son humanos, no pueden ser ajenos a la Biblia. Nada humano es ajeno a Dios. Lo que le es ajeno es lo inhumano, el robo de dignidad de las personas, el mantenerlas en la infravida, en el sufriente no-ser de la marginación, la pobreza y el sufrimiento.

A veces, los cristianos nos olvidamos del hombre, del auténtico lugar sagrado para Dios. Sin embargo, la Biblia habla a favor de la dignidad del hombre, de su libertad e igualdad, de su dignidad intrínseca por el hecho de ser imagen de Dios… Habla en paralelo a todos y cada uno de los Derechos Humanos… como en un torbellino lleno de autoridad y de fuerza que quiere lanzarnos, para lanzar a su Iglesia, también a la defensa de este primer artículo en el que se enfatiza que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.

La Biblia es aún más clara y más dura, más excelsa y superadora. Así, pues, si eres o te consideras cristiano, lánzate a la denuncia y a la acción consecuente con tu fe. Conviértete en agente de liberación. Libera, busca dignidad, justicia, libertad y derechos, porque hay muchos que no los tienen. Trabaja para que la iglesia sea también iglesia del Reino que asume todos y cada uno de sus valores éticos, solidarios, compasivos, de servicio, de liberación y redención de los últimos, los desclasados, los proscritos.

Nosotros tampoco nos podremos sentir libres en medio de un escándalo humano de tamañas dimensiones. Tampoco se podrá sentir libre la Iglesia. Tenemos que optar entre ser culpables, aunque sólo se sea culpables por el pecado de omisión de la ayuda, o liberadores. ¡Señor, conviértenos en liberadores! Que entre las opciones de ser culpables o liberadores, escojamos la mejor, la de ser liberadores siguiendo tus pisadas y tu ejemplo. Así debe ser la Iglesia que queremos.
 

 


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COMENTARIOS

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Bienvenida U.
25/09/2012
08:48 h
21
 
A María G. se le ha olvidado decir que también existe la Federación de Misiones Urbanas de España. Yo creo que las Misiones Urbanas, junto con el Ejército de Salvación, es lo más serio e internacional que en la acción social evangélica se está haciendo en el mundo.
 
Respondiendo a Bienvenida U.

María G. Garrido
24/09/2012
11:49 h
20
 
También quiero decirle a Juan Luis que Misión Urbana es una organización internacional que se da en muchos países del mundo. Yo no sé si en tantos como REMAR o enmás, pero eso es algo que no tiene tanta importancia. Existe tanto la Federación de Misiones Urbanas de Europa, como la Federación de Misiones Urbanas del Mundo.
 
Respondiendo a María G. Garrido

P. López Garrido
23/09/2012
19:32 h
19
 
Lo que pasa, Juan Luis, es que estas obras loables que nombra, como Remar, Betel, etc., no son, como MIsióin Urbana, una federación de iglesias en el ámbito interdenominaciona, sino que permanecen como si fueran una denominación aparte. La teología de la Misión Urbana tiene como centro y referencia primera y última a la iglesia local, esto es, a las iglesias de cada una de las ciudades en donde está ubicada. No es una entidad poaraeclesial, sino una ferderación de iglesias. De hecho, vive de los donativos ded creyentes y de iglesias.
 
Respondiendo a P. López Garrido

Juan Luis
23/09/2012
00:09 h
18
 
P. López. Conozco la obra de Misión Urbana, loable por donde se mire, sin embargo creo que no estás al tanto que la GRAN OBRA SOCIAL que de las iglesias evangélicas españolas se conoce nace históricamente en los ministerios hacia los marginados, provenientes de la droga, la delincuencia y prostitución: Remar, Reto, Betel. Lo de Misión Urbana se hace mínimo respecto de estos ministerios, algunos de los cuales están en estos momentos en más de 60 países del mundo y pocos entre los evangélicos
 
Respondiendo a Juan Luis

Antonio L. Zamorano
22/09/2012
06:53 h
17
 
Es verdad que la iglesia puede ser culpable en varios aspectos. Uno de ellos es que, en muchos casos, puede guardar silencio y ponerse de espaldas al clamor de los pobres; otra puede ser que no motiva ni ayuda a sus miembros a tener un seguimiento de Jesús con lo que esto supone de cumplir siendo buenos samaritanos en un mundo con tantas desigualdades; Otra es que su enseñanza es demasiado espiritualista en muchos casos y permanece como desarraigada de la historia oculta dentro de las cuatro paredes de sus capillas, cuatro paredes donde jamás podrán encerrar a Dios.
 
Respondiendo a Antonio L. Zamorano

P. López Garrido
22/09/2012
06:53 h
16
 
Está bien, Pedro Messone. Lo que quizás tú no sabes es que el articulista, como tú le llamas, ha sido el impulsor de la obra social en muchísimas iglesias de España que han comenzado esta labor de ayuda siguiendo el ejemplo de Misión Urbana. Así, pues, el articulista está totalmente involucrado en la obra social de las iglesias y ha sido el implusor de gran parte de la obra social que hoy hacen las iglesias evangélicas en España.
 
Respondiendo a P. López Garrido

Pedro Messone
21/09/2012
23:06 h
15
 
Hay una tendencia muy marcada de quienes gestionan recursos ajenos, es decir de instituciones con arraigo, como lo son las iglesias evangélicas, en este caso de ayuda social, de culpabilizarlas y hasta criminalizarlas, por no entregar todo cuanto se les exige, carga ideológica incluida. Esto es un error muy caro, aparte de notablemente injusto. En cualquier parte del mundo se sabe que las iglesias evangélicas son centros formales o informales de distribución de ayuda y acompañamiento a los pobres, que en suma supera en creces a la acción de las ONGs. Es por otro lado una acto que implica ingratitud, falta de lealtad y desprestigio. Este articulista incurre una y otra vez en este vicio, ya es
 
Respondiendo a Pedro Messone

Pedro L.
21/09/2012
23:06 h
14
 
No sé cómo entiende Tercio el amanuense lo de la utopía del Reino. No es que el reino no esté ya entre nosotros, sino que como dicen algunos teólogos, existe el 'todavía no' del Reino. La utopía consiste en que hemos de trabajar por el reino de Dios y sus valores como si fuera posible que, realmente, nosotros pudiéramos llevar el Reino de Dios a su plenitud en nuestro aquí y en nuestro ahora. No es que no se crea que el Reino de Dios 'ya' está entre nosotros. Un poco de seriedad.
 
Respondiendo a Pedro L.

Pedro García P.
21/09/2012
09:43 h
13
 
Creo que Carlos no entiende bien lo que para los teólogos de la Liberación como Leonardo Boff u otros significa esta distinción entre el Jesús de la Historia, el Jesús que se nos muestra en los Evangelios y el Cristo de la Fe. Por el Cristo de la fe hay que entender simplemente que la propia piedad, la vivencia de una fe sencilla y, quizás, poco razonada, ha dado lugar a un concepto de un Cristo más espiritualizado, desarraigado de la historia concreta y que depende más de la forma de sentir la piedad religiosa que de sentir la verdadera espiritualidad cristiana. Pero, por otra parte, Carlos, no creo que Juan Simarro haya hablado nunca de esto, ni de Teología de la Liberación ni de otras arg
 
Respondiendo a Pedro García P.

Alberto R.
21/09/2012
09:42 h
12
 
Quizás Carlos sea ya una persona mayor que, a través de lo recibido en la iglesia católica haya llegado a desarrollar ideas sobre la Teología de la Liberación como si ésta fuera una Teología Perversa. Sé que Juan Simarro no pertenece a este movimiento teológico y que trabaja entre los más pobres desde ideas estrictamente bíblicas y evangélicas, pero tampoco hay que demonizar esta Teología. Puso su foco de atención sobre los pobres y no se puede decir que esto esté muy lejos de las enseñanzas de Jesús.
 
Respondiendo a Alberto R.

Tercio el amanuense
21/09/2012
09:43 h
11
 
'..cuando parece que no es posible y que nuestras fuerzas nos abandonan, nos queda por delante la utopía, la utopía del Reino, una utopía movida por la esperanza y por unos valores ...La Iglesia, en su lucha a favor del hombre, de los valores del Reino y de los Derechos Humanos, también debe ser utópica tendiendo a la implantación del Reino de Dios ' Y se opina ' si son galgos o son podencos' Simarro, parece que enfoca este asunto desde la iglesia, dejando 'El Reino' como una 'utopia' Ese es el problema. El Reino NO es una utopia, es real y esta aqui, solo que la iglesia impide que sea visible.Rom 14:17.- 'La iglesia despista y, nos impidem ver el bosque' Si Carlos#1.3.4..leyera la carta de
 
Respondiendo a Tercio el amanuense

Carlos Sánchez
21/09/2012
09:44 h
10
 
Dña Antonia, dígame, de una forma práctica ¿cómo puede la Iglesia lanzarse a liberar a los pobres y los oprimidos? ¿Un partido político? ¿Lucha armada? ¿Actividad sindical? ¿Cómo? Yo le respondo: Denuncia, doctrina social y obras de caridad. Si usted propone algo más, favor de decirlo abiertamente. Paz y bien.
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Pedro Luis A.
21/09/2012
09:42 h
9
 
Señor, ayúdanos a cumplir con nuestra responsabilidad para con el prójimo, que sepamos trabajar tanto a favor de los Derechos Humanos, como a favor de la extensión de los valores del Reino. Que tu reino sea extendido a través de estos escritos y de la acción social que éstos puedan motivar.
 
Respondiendo a Pedro Luis A.

Antonia
20/09/2012
13:37 h
8
 
Yo creía, Carlos Sánchez, que Juan Simarro estaba hablando sobre los Derechos Humanos. A ti parece que los dedos se te hacen huéspedes. Por favor, lee con tranquilidad, olvida todas esas ideas raras en torno a la teología de la liberación y céntrate en Jesús. Olvídate de calificativos. Busca al Señor con sencillez. ¡Libérate!
 
Respondiendo a Antonia

Carlos Sánchez
20/09/2012
07:53 h
7
 
La teología de la liberación conduce a una relectura esencialmente política de las Escrituras, desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es liberación del pecado, la fuente de todos los males. No se puede dividir en dos a Jesús ni hacer una distinción inadmisible entre el 'Jesús de la Historia' y el 'Jesús de la Fe' El Sr. Simarro plantea esta distinción en sus escritos, solo que no es consecuente. No va más allá. Yo solo digo que si a partir de sus premisas vamos más allá, vamos al marxismo, es decir al abismo. Paz y bien.
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Carlos Sánchez
20/09/2012
07:53 h
6
 
Dña. Antonia, favor de ser seria, ver la realidad y pensar un poco. Lanzarnos a la liberación significa unirnos a los postulados de los movimientos populares de izquierda (eso es una evidencia hitórica). Pero resulta que el marxismo, por su naturaleza misma, no puede ser válido para el teólogo cristiano. Además, es totalizante e irreconciliable con la revelación cristiana, reduciendo toda la verdad a una parte, la relativa a un determinado momento dialéctico. Y como el que está en mejor situación que otro no ha de ceder su lugar de buen grado, surje la violencia de la lucha de clases, que es también violencia al amor de los unos con los otros y a la unidad de todos en Cristo.
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Antonia
19/09/2012
21:17 h
5
 
Carlos: ¿Por qué no haces un esfuerzo de olvidarte de una vez, en el contexto de estos escritos, de la violencia, la lucha armada, el estatalismo, la estatalización... y piensas un poco más en que toda la intencionalidad de estos escritos y de Protestante Digital es el amor al prójimo? ¿Tan sencillo te parece esto que tienes que estar complicándlo continuamente? ¿Con esas ideas en la cabeza puedes tener paz y bien? Relájate y tira lastre... Por favor.
 
Respondiendo a Antonia

Carlos Sánchez
19/09/2012
06:42 h
4
 
La mayoría de los sacerdotes que participaron de la Teología de la Liberación no eran partidarios de la violencia, pero se mostraron tibios a la hora de condenar las guerrillas latinoamericanas y fueron enlaces entre las guerrillas y los gobiernos (El Salvador, Nicaragua). En Colombia, grupos de sacerdotes y cristianos se alistaron en las filas de la guerrilla del Frente de Liberación Nacional. Para los sacerdotes de Golconda la Teología de la Liberación fue un refugio cristiano e ideológico para explicar su apuesta por la lucha armada. Paz y bien
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Carlos Sánchez
19/09/2012
06:42 h
3
 
Dña. Antonia, si es como usted dice, entonces estamos de acuerdo. Es lo que yo he dicho siempre: buscar la justicia y denunciar su contrario. Pero me temo que los que propugnan la acción liberadora, están pensando en presupuestos como la lucha, el socialismo, la nacionalización, el estatalismo, etc. Es la experiencia de los movimientos liberacionistas en todo el mundo, especialmente la experiencia latinoamericana. Paz y bien
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Antonia
18/09/2012
22:26 h
2
 
Hablas de justicia, Carlos, y del amor en acción, no es ejercer el poder temporal, sino seguir las pisadas del Maestro. Las armas son nuestra voz y los valores del Reino, el derecho es el que nos da el seguimiento del Maestro. Mancharse del mundo es simplemente dejarse llevar, conformarse a él, andar como los demás dejándose arrastrar por los valores consumistas e insolidarios. Buscar el Reinjo de Dios y su justicia no es mancharse ni contaminarse con el mundo, sino ser sal y luz en medio de él.
 
Respondiendo a Antonia

Carlos Sánchez
18/09/2012
11:17 h
1
 
La Iglesia no está llamada a ejercer el poder temporal, por lo tanto ha de buscar la justicia y denunciar su contrario SIN CONTAMINARSE DEL MUNDO. ¿Lanzarse a la acción de liberar? ¿Con qué armas? ¿Con qué derecho? ¿Bajo qué premisas? ¿Liberales o socializantes? Eso sería MANCHARSE DEL MUNDO. Lo importante es la relación liberadora con Jesús En 1 Cor 7:21 Pablo lo dice muy claro: ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te preocupes, aunque si tienes oportunidad de hacerte libre, aprovéchala, 22 porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; Pero esto digo, hermanos: que el tiempo es corto. Resta, pues, (.... que los) que disfrutan de este mundo, (sean) como si no lo
 



 
 
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