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Protestante Digital

 
Y se escandalizaban de Él (XLIX)
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Religiosidad de verborrea

A los que con una vana espiritualidad, cumplimientos religiosos y alabanzas rehúyen los compromisos de acción evitando la solidaridad con el prójimo apaleado.
DE PAR EN PAR AUTOR Juan Simarro Fernández 19 DE AGOSTO DE 2012 22:00 h

La palabra es muy importante en todos los aspectos, pero debe ser coherente. Dios hizo con la palabra. La palabra transforma realidades. Pero cuando se habla y no se hace, la palabra es vana. Igualmente la religiosidad. Si es de verborrea, pero no comprometida con la acción, no llega a los oídos de Dios y, si llega, es incomprensible a sus oídos. Una molestia.

“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”. (Ver Lucas 6:46-49). Este es un texto que critica la vana espiritualidad que se monta solamente en expresiones vacías, a verborrea, y que rehúye los compromisos de la acción, critica la espiritualidad que evita la solidaridad y que puede pasar de largo ante el grito de los pobres y de los sufrientes del mundo. Dios no lo entiende.

Jesús no puede entender una religiosidad inhumana, orientada solamente a gozarnos en lo que puede parecer las cosas de arriba, sin darnos cuenta que, entre las cosas de arriba, el mayor concepto comprometido con la tierra es el de la projimidad, el del amor al prójimo, el de preocuparnos y actuar ante el robo y la pérdida de dignidad de tantos seres humanos que están tirados, despojados y apaleados al lado del camino.

De ahí el grito de Jesús ante la vivencia de una espiritualidad insolidaria, de palabrería, de espaldas al dolor del prójimo: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”. Es un grito de crítica a la vivencia de religiosidades vanas y no comprometidas con el auténtico Evangelio.

Quizás esta frase que sirve de pórtico a la parábola de los dos cimientos en la que se nos dice que debemos ser hacedores de la Palabra, debería estar tanto a la entrada como a la salida de los templos. Debería ser una llamada de atención continua para que no caigamos en la vivencia de espiritualidades insolidarias vanas, de palabrerías y de autodisfrute, pero que les falta la acción y el compromiso para con el prójimo. Como dice el Apóstol Santiago comentando el que debemos ser hacedores de la Palabra, nos engañamos a nosotros mismos.

La parábola de los dos cimientos nos lleva a la conclusión de que construir una espiritualidad sobre las palabras a las que le faltan los hechos y los compromisos de vida a favor de los que nos necesitan, del prójimo robado y apaleado por las estructuras sociales injustas que se han creado como estructuras de pecado, es como construir un edificio sobre la arena, sin cimientos.

Se puede trabajar y parecer, aparentemente, tan efectivos como los solidarios y que siguen el concepto de projimidad poniendo los auténticos cimientos del Evangelio, los valores del Reino, los cimientos del Evangelio a los pobres, pero el edificio de los insolidarios se derrumba, se cae, es grande su ruina. Pueden ser edificios aparentemente bellos, construidos con palabras bonitas que parecen inspiradas no se sabe por quién, pero no valen para nada. Les falta el respaldo del amor.

En Jesús la Palabra se hace carne para transformarse en hechos. Esa es la doctrina de la encarnación: el Verbo, es decir, la Palabra, se hacer carne para morar entre nosotros. Se hizo carne no para ser servida, sino para servir, para actuar, para convertir el verbo en Hecho actuante, en obra de misericordia, en manos tendidas y pies dispuestos al servicio. Así, el Apóstol Juan nos presenta este verbo, que era en el principio, con estas palabras: “todas las cosas por Él fueron hechas”. Todo se hace desde la Palabra. Dios se nos presenta en el Génesis como Palabra dinámica y actuante, como la Palabra-Hecho.

Es por eso que el pórtico de la Parábola de los dos cimientos, nos advierte ante el engaño de hablar y no actuar. Por mucho que grites, Señor, Señor. Por mucho que uses tu palabra para cualquier parte del ritual o del culto, por mucho que escuches mensaje tras mensaje… si no te conviertes en hacedor de la Palabra, en una mano tendida que actúa y transforma, en un buen samaritano que cura y libera, en un hombre de fe operativa que actúa a través del amor, en una palabra-acción liberadora, nunca podrás vivir la espiritualidad cristiana de forma integral y plena. Seguiremos ante el grito crítico de Jesús: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”.

Decir en nuestros rituales palabras bonitas a Dios y luego pasar de largo, es una especie de hipocresía, de sepulcro blanqueado por fuera, pero que por dentro es corrupción, lecho de gusanos. En palabras del Apóstol Pablo, hablar lenguas humanas y angélicas, a las que les falta el principio actuante que es el amor, el amor al prójimo, esas palabras no actuantes son como “metal que resuena o címbalo que retiñe”. Es decir: Una molestia a los oídos de Dios mismo.

Así, la espiritualidad cristiana es una espiritualidad que también es ética y preocupada por las injusticias del mundo. Una espiritualidad que hace que las palabras se conviertan en nosotros en hechos, en acción y vida compartida con aquellos que nos necesitan. Una espiritualidad actuante que nos convierte en las manos y los pies del Señor en medio de un mundo de dolor al que nosotros estamos llamados a transformar y servir para que la Palabra de Dios que escuchamos no vuelva a Él vacía. Debemos aspirar a ser como Jesús: Una Palabra-Acción liberadora. Hacedores de la Palabra. Vidas redimidas y solidarias que actúan en el nombre del Señor.

Es así como seremos sal y luz en medio de la tierra. La religiosidad de verborrea es totalmente vana.
 

 


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COMENTARIOS

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Carlos Sánchez
26/08/2012
17:56 h
15
 
Qué malo es mezclar lo temporal y lo eterno; lo secular y lo divino. Lo primero es subjetivo y opinable (¿qué es la justicia social?), mientras lo segundo es objetivo e indiscutible (la salvación). Paz y bien
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

José Luis
25/08/2012
21:32 h
14
 
La salvación es integral, Carlos. No hay salvación de las almas, sino de los hombres y mujeres con sus almas, sus cuerpos, sus espíritus, si es que necesitas estas subdivisiones. En esta línea de integralidad no están solos los artículos de Juan Simarro, sino de todo el Evangelio, de la Biblia en general. No establezcas escalas de partes salvíficas y de las que no lo son. Debes madurar como cristiano, Carlos. Lee atentamente la Biblia, sobre todo los Evangelios. Será entonces cuando ya no te harás las preguntas sobre las estructuras de pecado o estructuras sociales injustas que te haces en la carta nº 10. Todos podemos madurar y crecer espiritualmente. Debemos estar abiertos a ello. Paz y bi
 
Respondiendo a José Luis

Carlos Sánchez
24/08/2012
22:17 h
13
 
Conocemos el episodio en que Jesús se encuentra en la casa de Simón el leproso, en Betania; se le acerca una mujer con un frasco de alabastro, con aceite perfumado muy precioso, y se lo derrama en la cabeza mientras está a la mesa. 'Al ver esto los discípulos, se indignaron y decían: ¿A qué viene este despilfarro? Pudo venderse a gran precio, y darse a los pobres. Jesús se dio cuenta y les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo. Pues siempre tendréis pobres con vosotros, y les podréis hacer bien cuando queráis, pero a mí no me tendréis siempre. Al derramar este ungüento sobre mi cuerpo, lo ha hecho para mi sepultura. En verdad os digo que donde sea predicado e
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Juan López C.
24/08/2012
09:59 h
12
 
Esperamos que al igual que la acción social que ha impulsado Juan Simarro ha dado lugar a las Misiones Urbanas de España y al nacimiento de toda una obra social en las iglesias hasta ahora desconocida en el pasado y al nacimiento de otras obras sociales evangélicas, también sus escritos sean todo un acicate para que los creyentes vivamos un cristianismo más comprometido y para que los pastores y líderes vayan cambiando su discurso por otro má comprometido con el prójimo y para con los pobres del mundo. En definitiva, más comprometido con el prójimo, con nuestro prójimo.
 
Respondiendo a Juan López C.

Antonio R.G.
24/08/2012
09:59 h
11
 
Las dos últimas series de Juan Simarro basadas en los Evangelios han sido toda una aventura apasionante. La verdad es que se han tocado en profundidad, aunque con sencillez y fidelidad al Evangelio, todos aquellos temas por los que se escandalizaban de Jesús. ¿Seguimos escandalizándonos hoy de todos estos temas? Hay que ser muy valientes y comprometidos para seguir el Evangelio de Jesucristo. Este seguimiento sólo lo podemos consegir por su gracia y por la fe.
 
Respondiendo a Antonio R.G.

Carlos Sánchez
23/08/2012
23:03 h
10
 
Estoy esperando a que algún amigo me cite en España alguna de esas estructuras injustas de pecado que los creyentes deberíamos remover para ser buenos cristianos. No las hay. Y para remediar el paro, para eso ya tenemos las organizaciones cristianas y no cristianas de caridad, y para eso votamos cada 4 años. ¿Hay algo más que debamos hacer los cristianos y que a mí se me esté escapando? Paz y sensatez
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Luis Ramírez
23/08/2012
08:30 h
9
 
Pocos, pero todavía algunos, siguen intentando desprestigiar todo el pensamiento y trabajo de Juan Simarro. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados! Dios quiera que la voz de Juan Simarro siga sonando y que su ejemplo y llamada a la solidaridad sean un acicate para que los cristianos sean mejores prójimos.
 
Respondiendo a Luis Ramírez

José Antonio
23/08/2012
08:30 h
8
 
Juan Simarro hablando sencillamente de una espiritualidad comprometida, siguiendo las orientaciones bíblicas y otros hablando de un Cristo social, de que a los pobres los tendremos siempre con nosotros sin entender el contexto en el que Jesús dijo ésto, de fariseos... Lo que tendrían que hacer es leer en profundidad los artículos y, en su caso, convertirse... Convertirse al Evangelio de la gracia y de la misericordia. Sí. También de la misericordia. Quizás así comprenderían mejor a Juan Simarro que nos habla de cosas sencillas como el peligro de la palabrería, de la falta de amor, del compromiso con el prójimo... los auténticos y vitales temas de la vida cristiana.
 
Respondiendo a José Antonio

Sebastían Fernández Puedo.
22/08/2012
21:15 h
7
 
El liberalismo presenta un Cristo falso de amor y paz, eliminando el lado de su carácter que vemos cuando confrontó a los fariseos o cuando limpió el templo. De ahí su decidida oposición y hasta burla con el llamado de Juan el Bautista, por ejemplo, y su desazón con el ministerio profético en general. Unos a otros se replican , la misma canción, la misma cantinela, les conocemos de hace un rato y no dejaremos que enloden el evangelio de Cristo en nuestra amada España, caiga quien caiga, la verdad en amor. El evangelio que predican es de contemporizar con el mundo- acogiendo como propias doctrinas con apariencia de piedad, aunque en el fondo niegan la eficacia de ella-adoptando su ética de si
 
Respondiendo a Sebastían Fernández Puedo.

Carlos Sánchez
22/08/2012
11:56 h
6
 
A veces se nos olvida que en Occidente y en pleno S.XXI la cosa ya no es como antes. Antes, si nacías pobre te morías pobres, y si nacías rico te morías rico. Ahora es distinto. Se sube y se baja en la escala social por mérito o por demérito. No veo que los patriarcas, que eran ricos, tengan un reproche moral en las Escrituras. He rebuscado esas estructuras sociales y económicas opresivas y de pecado en España (por no ir más lejos) y a duras penas las encuentro. Muy bien las aportaciones de Edison, Alfonso y Javier. Paz y bien
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Javier Verdugo.
21/08/2012
23:07 h
5
 
Cito textualmente al Hno. Simarro en plan análisis de texto: Para él en 'el auténtico Evangelio'.. ' el mayor concepto comprometido con la tierra es el de la projimidad..' (en justicia es el amor a Dios por sobre todas las cosas), '..el concepto de projimidad poniendo los auténticos cimientos del Evangelio, los valores del Reino, los cimientos del Evangelio a los pobres..'( el auténtico cimiento del evangelio es Cristo, no un segmento de la población), '.hacedor de la Palabra, en una mano tendida que actúa y transforma'( 'hacer' es mucho más que tender la mano, lo incluye pero no se extingue en él. Los apóstoles designaron a hombres llenos del Espíritu Santo para el ministerio de las mesas
 
Respondiendo a Javier Verdugo.

Alfonso Chíncaro (Perú)
21/08/2012
14:21 h
4
 
Quizás es verdad lo que dice Carlos Sánchez, que la economía libre de mercado es el instrumento más justo que nosotros, los injustos humanos, hemos podido armar, pero no es un sistema perfecto. Por ello, la ley de Dios dispuso elementos extraños a dicho sistema como el jubileo, o el dejar parte de la cosecha a los pobres y el reposo del sétimo año para la tierra. Desde el punto de vista del capitalismo, esas son estructuras extremadamente ineficientes. Bendiciones.
 
Respondiendo a Alfonso Chíncaro (Perú)

Edison
21/08/2012
14:21 h
3
 
Si, presentar un 'cristo social' puede ser provechoso para el mundo. Pero el Señor dijo claramente que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros y cuando quisiéramos les podíamos hacer el bien.... No quiero decir que el creyente este impedido de hacer obras sociales...y silenciiosas...pero presentar un cristo político social como una responsabilidad de la Iglesia de Cristo...no encuentro tal enseñanza en la doctrina de la Iglesia...a ver si me la muestran...
 
Respondiendo a Edison

Carlos Sánchez
21/08/2012
10:27 h
2
 
El Sr. Simarro habla del 'prójimo robado y apaleado por las estructuras sociales injustas que se han creado como estructuras de pecado'. A mí me parece que estas estructuras son las más justas que conocemos, y donde se han querido crear otras, ahí está la experiencia de siglo XX, con cien millones de víctimas sacrificadas en el altar de ese nuevo orden social 'justo' que se pretendía imponer. Diría más; diría que la economía libre de mercado es tan antigua como los mismos patriarcas. Casi seguro que ni siquiera es un invento humano. Apostaría que la creó Dios mismo. Paz y bien.
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Pastor Libny Pineda González
21/08/2012
09:17 h
1
 
Creo que la espiritualidad cuando es genuina genera acercamiento tanto a Dios como al prójimo (próximo). El verdadero creyente es un adorador, no solo adora. La correcta adoración transforma y nos capacita para ser mas sensitivos y accesibles a los que sufren y están cerca de nosotros.
 



 
 
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