Este narrador, que tiene más de treinta libros publicados en gallego, ha recibido los principales galardones literarios de Galicia, incluyendo el Premio de la Crítica por el segundo libro de esta trilogía,
En las catacumbas (2006). Es un profesor, que ha sido ingeniero de telecomunicaciones y se ha dedicado a escribir desde los años setenta. Su novela
A nosa cinza es de hecho una de las obras que más se han leído en lengua gallega, pero su libro
Fábula le hizo incluso merecedor del Premio de la Crítica Española. Ahora trabaja en la última parte de esta trilogía, que ha titulado
Una falsa luz.
Alcalá no es el primer escritor interesado en el protestantismo español. Ya Jesús Fernández Santos logró el Premio Nadal en 1970 por una novela inspirada en otra Asamblea de Hermanos, que estaba ya feneciendo en un pequeño pueblo de León, en las montañas cerca de Asturias. Cuenta algo de su historia durante la guerra civil en un libro publicado en 1984,
Los jinetes del alba, llevado luego a la televisión por Vicente Aranda en 1990. Nadie sin embargo ha profundizado tanto como Alcalá en esta historia.
UNA HISTORIA OLVIDADA
La Historia del protestantismo en España sigue siendo bastante desconocida, pero gracias a especialistas como Juan Bautista Vilar, empieza a ser algo más que una nota a pie de página en algunos libros sobre la Inquisición. La literatura sin embargo puede llevar al gran público esta historia de una manera que los manuales de investigación difícilmente van a hacerlo. Alcalá no es evangélico, pero tiene la sensibilidad para tratar este tema con mucho respeto y admiración. Hay una evidente simpatía por el protestantismo, que se manifiesta una y otra vez en la novela, pero más por su carácter de minoría libre pensadora, que por su fe bíblica.
Gran parte de la información parece que proviene de un evangélico gallego llamado Manuel Molares, aunque no se le menciona nunca por nombre y ni siquiera se indica el origen de la foto que aparece en la portada de unos colportores, perteneciente a la iglesia de evangélica de Marín, que cumple ahora su aniversario. Como en el caso de la historia del protestantismo gallego que ha hecho un cura llamado González Raposo, abundan los mal entendidos e imprecisiones (ver la excelente reseña crítica que publicó la profesora de Historia, Eva Sierra, en la revista
Alétheia, en el nº 21 del año 2002), pero aquí se justifica más su tratamiento anecdótico. Aunque no se entiende la insistencia que tiene en temas como la virginidad de María, si no es por el tópico católico de que los protestantes no creen en María…
MEMORIA EVANGÉLICA
Este hijo de guardagujas que es Manuel Liñares, nace en una aldea llamada Oleiros, donde todavía hoy pasa la línea ferroviaria. Su abuelo era labrador, pero su padre se hizo carretero, hasta la llegada del ferrocarril, donde también trabaja Manuel, incluso después de la guerra civil. Su madre venía de Argentina, donde la familia había hecho una fortuna, como tantos emigrantes gallegos. Juntos establecen una fonda para dar de comer a los trabajadores de la estación y los feriantes de las aldeas. Es allí donde Manuel escucha por primera vez la palabra
hereje y
protestante. Un guardia civil echa del mercado a un vendedor de biblias que venía de Vigo, pero un amigo sastre consigue una de ellas, que le regala a Manuel a escondidas…
Enviado por sus padres a estudiar en un colegio de Vigo, entra en contacto con la
Asamblea de Hermanos que se reúne en la calle Pi i Margall en 1930. Ya antes meditaba en el capítulo 3 del Evangelio según Juan, junto a un amigo, que busca la fe fuera de la iglesia católica. Allí predica un pastor inglés que “sólo Dios puede perdonar y Cristo es su único abogado”. Va así al cura de su pueblo, que no olvidará su herejía, haciéndole pagar por ella, cuando está ya en el Ejército. Está entonces a punto de ser fusilado, a causa de la delación del párroco, al que había implorado clemencia su madre, pensando que iba a interceder a favor suyo, cuando lo que hace es intentar que le maten. Algo que a muchos les parecerá increíble, pero que fue una realidad en el caso de muchas personas convertidas a la fe evangélica en aquel entonces.
EN TIERRA DE NADIE
El titulo Entre fronteras hace referencia a la peculiar situación del protestantismo en España, que le sitúa finalmente en tierra de nadie. Para los socialistas, como su padre, ya no hace falta religión alguna, pero para la España de Franco, sólo hay una verdadera. Cuando la iglesia católica pierde su poder en la Segunda República, la gente ya no quiere saber nada de ninguna iglesia, mientras que para el franquismo, los evangélicos son “comunistas, protestantes y masones”.
Igual que en esta parte de Galicia, que se encuentra en la frontera entre España y Portugal, los evangélicos parece que no pertenecen a ningún sitio de nuestra geografía. Como se suele decir, “si ya no somos católicos, que es la única religión verdadera, ¿cómo vamos a creer en cualquier otra?”. Aquí se está con los curas o en contra de ellos, pero no podemos vivir sin ellos...
Está parece ser la Historia de España. La Biblia es por lo tanto el libro de los protestantes. Así cuando Alcalá habla de la salvación “por Cristo a través de la fe”, lo dice como una expresión entre comillas, que nos recuerda a Miguel Delibes cuando habla de “la teoría de la justificación por la fe” en su novela
El Hereje. Es como si se tratara de una idea particular protestante, en vez de la clara enseñanza del Nuevo Testamento.
Esta es la tragedia de nuestro pueblo, no que desconozca el mundo evangélico, sino que desprecia la enseñanza de este Libro, de donde nace la verdadera fe. Ya que sólo podemos conocer a Cristo por medio de su Palabra...
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