Esta frase de la cuarta petición del Padre nuestro,
esta especificación que se le añade a la petición del “pan nuestro” que nos lo tiene que dar “hoy”, estas palabras que nos dicen que tenemos que esperar este pan “cada día”,es una frase contra los acumuladores del mundo, contra los que se quieren asegurar su pan y el de sus hijos durante años y años.
Está en contra de los que quieren convertir el
“hoy” y el
“cada día” del Padre nuestro en la frase del rico necio:
“Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años”. Esta forma de pensar del rico acumulador es necedad para Dios. Es tan trágica esta forma de pensar de los que pasan del
“cada día” y del
“hoy” a los
“muchos años”, que Dios arranca de la vida a este rico que desequilibraba al mundo sumiendo a tantos en la pobreza. Lo arranca de la vida, a favor de la vida de los pobres de loa que se preocupa en su Evangelio.
No debemos colocar ni guardar en nuestros almacenes lo que va a significar la escasez del pobre. Dios nos puede arrancar de la vida presente o futura. La forma de pensar del rico acumulador, su deseo de asegurarse en la tierra el alimento para
“muchos años” va en contra de los principios del Evangelio a los pobres.
Los que quieren tranquilizar sus conciencias no confiando en la provisión diaria de Dios, sino luchando por la necedad de la acumulación, no puede ni deben orar el Padre nuestro. Esta frase de la cuarta petición,
“de cada día, dánoslo hoy”, los delataría. El Padre nuestro nos lleva al
“hoy” de nuestro pan, a la frase de Jesús:
“basta a cada día su propio afán”.
Jesús, en la línea del Evangelio a los pobres, no quiere que nos preocupemos del día de mañana, no desea que los que le siguen estén en ansiosa inquietud por lo que han de comer, beber o guardar. Esa ansiosa inquietud que lleva a muchos a amasar fortunas desequilibrantes del mundo y generadoras de pobreza, es un mal para toda la humanidad, es un mal que sume a las tres cuartas partes de la humanidad en la pobreza.
Los acumuladores del mundo que tienen asegurado el pan para “muchos años”, no deberían orar, ni rezar, ni repetir esta oración. Es un sinsentido para ellos. Un acumulador no puede orar diciéndole a Dios “dame el pan que necesito hoy”… cuando está rodeado de sobras, de sobras que son el fundamento de la escasez del pobre, del que, realmente, se pone ante su Dios implorando por “
el pan nuestro de cada día”, por el pan de
“hoy”.
Hay que tener cuidado al orar en la línea que nos marca la oración modelo que nos dejó Jesús. Esta oración está, sin duda, en la línea del Evangelio a los pobres. La oración modelo de Jesús está hecha para los que miran cada día al Señor esperando que Él les dé su alimento. Está en la línea de lo que dice la Biblia:
“Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su alimento a su tiempo”. Esperan en ti
“cada día”, esperan en ti
“hoy”. Los que tienen todo tan asegurado porque han almacenado, no pueden esperar así en el Señor. Estas frases bíblicas no están dichas ni escritas pensando en los ricos acumuladores. Están dentro de los parámetros de los que quieren seguir su Evangelio tan directamente orientado hacia los pobres y excluidos del sistema, los echados fuera de las estructuras económicas marginantes y excluyentes.
Los necios acumuladores no tienen control ni del tiempo ni de la vida. Comen y beben, acumulan y gastan como si la vida no tuviera fin, como si el tiempo que van a estar disfrutando de lo almacenado fuera eterno. Así, guardan como si fueran a vivir miles de años, como si sus fortunas les fueran a acompañar eternamente. La frase de Jesús para estos acumuladores es:
“Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has almacenado, ¿para quién será?”.
No obstante, algunos necios y que están fuera de los parámetros del Evangelio a los pobres, se justifican pensando y diciendo que lo que hacen, lo que construyen, lo que guardan, es para sus hijos, para sus nietos… para los suyos que le vayan a sobrevivir. La cuarta petición del Padre nuestro está vedada para ellos. Sería un contrasentido que oraran al Dios justo pidiendo el pan nuestro de cada día y rogando ese pan para el día de hoy, cuando se están regocijando en lo que tienen guardado para
“muchos años”.
Esta petición del Padre nuestro, en la línea del Evangelio a los pobres, quiere cortar y condenar el deseo de acumulación humana sin límite. No hay límites para el corazón de los acumuladores. Todo es querer más y más y más… para
“muchos años”. No importa para nada el que se queda tirado al lado del camino. Por encima de todo está el egoísmo y la codicia humana. Hoy, los tirados al lado del camino, en la pobreza y en la escasez de pan o, en su caso, el no poder comer hasta morir de hambre, son tantos, tantos millones que el escándalo y vergüenza humana del que hemos hablado en relación con la pobreza grita contra los que tienen almacenado para muchos años.
Estas palabras de la cuarta petición del Padre nuestro, son un grito sosegado que se fragua al lado de los pobres, de los que tienen sus estómagos vacíos, de los hambrientos del mundo. Es una frase que quiere motivar a los cristianos que, honestamente delante de su Dios, pueden decir:
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Nosotros, los que queremos seguir a Jesús en compromiso con su Evangelio, tenemos que seguir orando así: Danos hoy nuestro pan cotidiano, el de cada día.
Señor, no nos des las falsas seguridades de los acumuladores de este mundo. Permítenos el poder seguir pidiéndote por el pan de “cada día”, por el pan de “hoy”, el“nuestro”, el de todos. Permítenos seguir viviendo en la sencillez de tu Evangelio a los pobres… No nos arranques de la faz de una tierra preñada de hambrientos, para que seamos el fermento que ésta necesita para encontrar justicia. Señor, danos hoy del pan que necesitamos… dánoslo a todos comenzando, como exige tu Evangelio a los pobres, por los últimos.
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