David Estrada y la Reforma Española

Acaba de partir con su Señor David Estrada Herrero, uno de los máximos exponentes de la Reforma Española del siglo XVI. Los que tuvimos la oportunidad de conocerle en persona pudimos siempre disfrutar de su gran amistad y excepcional magisterio en cuanto a los reformadores españoles del siglo XVI.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]

Casado con la profesora y notable cervantista y también experta en la Reforma Española, Frances Luttikhuizen, también recientemente fallecida, David Estrada nació en Barcelona en 1931. Fue miembro de la Iglesia Evangélica de la Calle Verdi en la Ciudad Condal. Doctor en Filosofía y Teología, llegó a ser catedrático de Estética y Filosofía en la Universidad de Barcelona (1967-2001). Como conferenciante impartió cursos y seminarios en muchos lugares del mundo como los EE.UU. y Brasil. Como prolífico autor destacan sus libros sobre Estética, o The First New Testament  o el Existencialismo de Martin Heidegger en R. Bultmann. En los años 60 del pasado siglo fue responsable de la revista El Estandarte de la Verdad, y de la edición de libros de la editorial reformada The Banner of Truth. De hecho tenía amistad con su director Iain H. Murray.

En colaboración con R. Moraleja, G. Fernández y P. Ríos, publicó "Huellas del Cristianismo en el Arte... la literatura", encargándose de "La Biblia en la literatura castellana de la Edad Media", textos editados por el Consejo Evangélico de Madrid y la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid en Madrid en 2012.

Estrada era también un gran cervantista y junto a Frances presentó ponencias en Jerusalén, Lisboa y Atenas, entre otros lugares. Con motivo del 400 aniversario de la publicación de la segunda parte del Ingenioso Caballero Don Quijote de La Mancha la revista Alétheia de la Alianza Evangélica Española publicó un número monográfico sobre diversos aspectos del Quijote. Comentando la ponencia de David Estrada, titulada Locura y Realidad en el Quijote el editor de la revista Stuart Park, comenta que: “La cuestión de la locura frente a la cordura (qué bien podría representar, como es evidente, la propia relación entre Don Quijote y Sancho Panza) ha sido magistralmente analizada por el profesor David Estrada Herrero … el autor parte del Elogio de la Locura, el texto de Erasmo que según Américo Castro tuvo que haber influido en la obra de Cervantes, para considerar seguidamente el influjo en el Quijote de la Escritura y el humanismo ilustrado procedente de Europa. El artículo termina con una hermosa reflexión sobre cómo Cervantes transforma lo grotesco en belleza a través de la alquimia de su arte”.

Estrada estaba muy imbricado en la sociedad catalana, conoció a muchos nombres famosos de la misma, en particular en el mundo del arte, entre otros a Salvador Dalí, al que le traía libros de arte desde los EE.UU. Durante sus estudios en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfia (EE.UU.) conoció a su esposa Frances, y estudió con el famoso profesor John Murray, entre otros, llegando a conocer, según me contó personalmente, a Albert Einstein. Hizo, asimismo, un curso con el famoso teólogo Paul Tillich, y colaboró con el filósofo e historiador Rousas J. Rushdoony. La revista Tu Reino se hizo eco de este pensador entre nosotros. Entabló también amistad con Gerald Ford el que llegaría a ser presidente de los EE.UU después de la caída de Nixon, y al que apeló en uno de los encontronazos que tuvo con las autoridades franquistas por causa de su fe protestante. Y es que David Estrada estuvo muy envuelto, desde su regreso de los EE.UU en 1959, en la extensión del evangelio en una España hostil al mismo.

El 27 de mayo de 2010 su Universidad de Filadelfia le nombró Doctor honoris causa in divinitatis. Su discurso de aceptación versó sobre el tema de la relación entre El Arte y el Evangelismo. Junto con el Presidente de la misma, Peter A. Lillback, David y Frances participaron en una serie documental de ámbito europeo que con motivo del 500 aniversario de la Reforma produjo el Seminario de Westminster. Bajo el título genético de The Protestant Revolt, David y Frances colaboraron en la producción del capítulo dedicado a la Reforma Española, que se ocupó de los llamados alumbrados y su impronta en la Reforma Española.

Conocí a David Estrada en 1990 durante la celebración de la IV Conferencia Cipriano de Valera organizada por AMRE (Asociación Ministerial Reformada de España). En la misma disertó sobre el Protestantismo Español y la Teología Reformada y sobre los Papiros neotestamentarios de la Cueva 7 de Qumram. Fruto de su contacto con AMRE es la publicación en el 2010 de su ponencia El Calvinismo de los Reformadores Españoles del siglo XVI en un libro titulado Historia, influencia y legado de Juan Calvino. David Estrada participó asimismo en la Colección de Obras de los reformadores españoles del siglo XVI dirigida por Emilio Monjo así como en los Congresos sobre la Reforma Española que, desde el primero en Sevilla, hasta los celebrados en la Complutense de Madrid contaron con sus valiosas aportaciones, junto con las de Frances Luttikhuizen. Todavía resuena en mis oídos su tono pausado y reflexivo con el que desgranaba las riquezas de las obras de los reformadores españoles. Mi amistad con David y Frances floreció con estos intereses comunes en la Reforma Española. Recuerdo con mucho cariño y afecto su gran hospitalidad en Barcelona y en Canet de Mar, donde conocí a sus hijos y familia. Allí tuvimos conversaciones distendidas, sobre lo divino y lo humano, y que permanecen indelebles en mi mente, así como, en otros contextos, nunca podré olvidar sus exposiciones sobre Romanos 7 y 8.

Por ello, quisiera destacar su decisiva contribución a la recuperación de la memoria de la Reforma Española del siglo XVI. En este sentido, sus trabajos sobre dos de las grandes figuras de la Reforma Española, Juan de Valdés y Constantino de la Fuente, son insuperables en su rigor y amenidad. No existe mejor homenaje posible que citar algunas de sus conclusiones después de toda una vida dedicada al estudio de los reformadores españoles. Así, por ejemplo, David Estrada sostiene “la realidad de un movimiento de reforma evangélico en España ... equiparable a los registrados en Europa en el siglo XVI”. Asimismo afirma que “no fue un movimiento de mera espiritualidad erasmiana”, más bien fue “una reforma de orígenes autóctonos … y en el calvinismo de allende las fronteras reconocieron algo propio: un sistema teológico de doctrinas bíblicas, armónicamente entrelazadas en la proclamación de la gracia soberana de Dios en la salvación y en todas las esferas de la creación”. Al mismo tiempo mantuvo que: “en el talante general de los reformadores españoles, no se aprecia la menor nota de servilismo hacia los grandes líderes de la Reforma. Aún reconociendo la talla teológica de Lutero, Calvino, Melanchthon y otros líderes del protestantismo, así como su gran protagonismo en los eventos políticos, sociales y culturales de su tiempo, nuestros reformadores reivindicaron en todo momento su independencia, tanto teológica como personal”. Es importante, igualmente, destacar que según Estrada “los reformados españoles fueron verdaderos paladines de la libertad religiosa, y en su actitud y relación con quienes tenían creencias e ideas distintas, dieron muestras de un admirable irenismo evangélico”.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]

David Estrada mostró, por medio de su gran conocimiento de las obras de nuestros reformadores que, en el siglo XVI, España no fue una excepción al afán reformador que recorrió nuestro Continente. No podía ser de otro modo, pues la vuelta a las Escrituras, siempre implica una reforma evangélica de la iglesia, y  que no es otra que la de colocar a Cristo en el centro mismo de la iglesia, a un Salvador y Señor que nos es ofrecido por la pura gracia de Dios, y al que recibimos por la sola fe. Y es así como Dios recibe toda la gloria. Y esto es lo que hubiera querido David que hiciéramos, que, al recordarle, le diéramos toda la gloria a Dios. “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad”, Salmo 115.1