Juegos Olímpicos: la grandeza y la debilidad del triunfo humano

La ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos -esta vez sin innecesarias polémicas- ha cerrado dos semanas de intenso deporte, competición y emociones. En un mundo fracturado en el que los conflictos internacionales, los choques culturales y las batallas políticas dominan la actualidad, el deporte ha supuesto un pequeño oasis que recuerda algunos principios universales que, tal vez, en el día a día, solemos olvidar.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]

Los JJOO muestran que todos necesitamos ajustarnos a unas reglas de juego comunes. En una sociedad que suele despreciar la idea de una normativa ética universal, el deporte nos muestra que cuando las reglas se pervierten, surge la injusticia. Toda la polémica por la participación de deportistas con biología masculina en una competición femenina que se ha dado en estos Juegos revela el camino al fracaso de las ideologías que proponen redefinir conceptos básicos y comunes a todos.

Los JJOO nos permiten reconocer la virtud y la debilidad del ser humano. Hay alegría en el triunfo, lágrimas de emoción por los objetivos logrados. Aunque todos los deportistas se han esforzado, han entrenado para conseguir la victoria, no todos han conseguido sus objetivos, no solo porque haya rivales que puedan ser mejores, sino porque hay lesiones imprevistas o dificultades que trascienden la preparación o la mentalización de cualquiera.

Finalmente, los JJOO nos muestran lo efímero de la victoria. Los atletas que ganan medalla tendrán, quizá durante unos años, un amplio reconocimiento. Pero incluso las más grandes hazañas acaban siendo olvidadas. El triunfo de hoy alimenta la necesidad de volver a cosechar un éxito similar en la próxima competición, hasta que llega a ser imposible mantener el nivel para seguir ganando.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]

Es por eso que tantos atletas cristianos han afirmado que su identidad no está puesta en el deporte que practican o en las medallas. Como decía la plusmarquista Sidney McLaughlin: “lo que tengo en Cristo es mucho más grande que lo que tengo o no tengo en la vida”.

Esa es la verdad en la que podemos descansar todos aquellos que hemos puesto nuestra confianza en Jesús, aquel que triunfó en la cruz sobre el pecado, logrando una victoria de trascendencia eterna, que nos ayuda a enfrentar el día a día con esperanza.

[analysis]

[title]Por un año más[/title]

[photo][/photo]

[text]¡Protestante Digital te necesita! Tenemos por delante un gran reto económico. Por eso, hoy te invitamos a ser parte comprometida de esta misión y desafío para asegurar y potenciar la continuidad de Protestante Digital y Evangelical Focus en 2024.

Puedes encontrar más información en apoya.protestantedigital.com.

[/text][/analysis]