No busques más

“No me busques más, 
Que tu alma ya no mire atrás, 


 Siempre he estado ahí, contemplando tu gemir y suspirar.


Cógeme la mano y no me sueltes, 


Y te enseñare a andar sobre la mar, 


Trae aquí los panes y los peces, 


Y recuerda que yo tengo mucho más, 
Para ti (…)


No llores más, 
Ya estoy aquí. 
Pídeme, 
Te quiero suplir”
 

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Personalmente, me parece sublime la manera en la que Dios puede hablarnos a través de las líneas de una canción, como ésta de Alex Sampedro. Muchas veces las melodías nos recuerdan que la vida tiene que ver no sólo con las victorias, sino también con las derrotas: porque cuando llegan los momentos más difíciles, Dios siempre está ahí. No necesitamos seguir buscándolo, es Él el que nos encuentra a nosotros. Mucho antes de que nos demos cuenta. 

A veces nosotros mismos nos metemos en problemas ¡No necesitamos culpar a nadie! Vivimos cansados porque pensamos que tenemos que estar ocupados permanentemente y nos desanimamos porque hemos llegado a creer la mentira de que siempre tenemos que alcanzar nuestras metas cueste lo que cueste. Creemos que cuanto más trabajamos mejores somos; defendemos, por ejemplo, que el mejor médico es el que tiene la lista de espera más larga, porque alguien bueno en su campo tiene que vivir casi sin descanso. Llegamos a creer que la felicidad está en ir corriendo de un lugar a otro y no tener tiempo para casi nada. Hemos interiorizado esa mentira de nuestro enemigo ¡que tantos seguidores tiene en la sociedad del primer mundo! Y vamos añadiendo objetivos y metas a nuestros logros como si nuestra felicidad dependiera de ello.

La Biblia nos enseña a vivir de una manera completamente diferente: la clave está en disfrutar MIENTRAS recorremos el camino. La felicidad no está tanto en la llegada sino en lo que vivimos cada día. Esa es la razón por la que el Señor Jesús no dijo “Yo soy la meta”, sino “Yo soy el camino” (Juan 14:6). De lo que se trata no es tanto de llegar a él, sino de vivir en su compañía en todos los momentos. Andar diariamente con Él es lo que hace la diferencia. 

Cuando vivimos así, nos damos cuenta, no sólo de que Dios está a nuestro lado, sino también de que Él suple todo lo que necesitamos con su presencia. ¿Recuerdas? “El señor vuestro Dios marcha delante de vosotros y combatirá por vosotros... os ha tomado en sus brazos durante todo el camino que habéis recorrido hasta llegar a este lugar, como un padre que toma en brazos a su hijo”(Deuteronomio 1:29,31).

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¡Para un momento ahora mismo, no esperes más! Ora, mira al Señor y agradécele su presencia. ¡Ni se te ocurra soltar su mano! Toma tiempo para contarle lo que hay en tu corazón y comienza a vivir de una manera diferente: disfrutando del Camino. 

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[title]Por un año más[/title]

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