La pobreza existe porque hay ladrones. No sólo ladrones de dinero, sino ladrones de recursos, de dignidad y de vida. La pobreza no es un fenómeno natural. En el mundo podría haber alimentos suficientes para alimentar a todos y para que nadie viviera en la infravida de la pobreza y de la exclusión. La pobreza tiene su fundamento en el robo, la rapiña, la avaricia humana, la injusticia, el desigual reparto y la dureza del corazón humano. Corazones de piedra que ponen en sus mesas lo que pertenece también a otros. Desequilibradores de vidas y haciendas que ponen la balanza de su lado de forma fraudulenta.
Siguiendo la línea de la Parábola del Buen Samaritano y desde la perspectiva de los hambrientos y pobres del mundo, de los despojados y de los niños en la infravida
, se podría afirmar que el mundo entero ha caído en manos de ladrones. Cuánto grito desoído, silenciado, aplastado y ahogado para no interpelar las conciencias de los que viven insolidariamente en medio de la gordura, el lujo y el gasto sin límite de los recursos que pertenecen a todos... La Biblia también grita en torno a estos temas.
Si es cierto que la Biblia condena tanto la acumulación como a los acumuladores, si la Biblia también sentencia que cualquier tipo de acumulación de riqueza es el fundamento de la escasez de otros, Jesús va más allá y nos dice: Hay pobreza porque hay ladrones. Por tanto,
se equivocan los que, de forma mansa y como descargando sus conciencias, dicen que la pobreza la instituyó Jesús cuando dijo que “A los pobres siempre los tendréis con vosotros”.
Esta frase la dijo Jesús ante una persona que, injustamente y mintiendo, quería defender a los pobres. Hay una especie de esquizofrenia en la que caen los injustos y acumuladores. Se pueden atrever, incluso, a hablar de los pobres como con solidaridad y misericordia mientras les están despojando y robando. Es el caso de Judas, del que tenía la bolsa y veía que también había una posibilidad de robar lo que pertenecía a los pobres.
Hoy puede haber muchos que, agarrando fuertemente su bolsa e intentando aumentar su tamaño, digan, quizás mintiendo hipócritamente cual Judas, algo similar a lo que dijo Judas ante un producto caro:
“¿Por qué no fue vendido este producto y dado a los pobres?”. ¡Qué generosidad farisaica, qué esquizofrenia, qué forma de ser un sepulcro blanqueado! Se atrevía a usar la solidaridad con los pobres para dar una buena apariencia, pero en el fondo estaba pensando robar ese producto y aumentar la bolsa de la que sustraía lo que pertenecía a otros. No usemos el nombre de los pobres en vano.
Hablemos con seriedad y solidaridad auténtica. Es lo que pretenderemos hacer en esta serie. Si no, la frase o lamento de Jesús seguirá resonando ante la dureza de los corazones, la insolidaridad y el robo:
“A los pobres siempre los tendréis entre vosotros”.
Afirma la Biblia ante la frase de Judas, frase aparentemente solidaria con los pobres, que el discípulo traidor dijo esto
“no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón”. Ante un latrocinio es cuando Jesús pronuncia su frase o su lamento. A lo largo de mi ministerio he oído a muchos que me han dicho más o menos con una especie de mansedumbre que me suena a falsa:
“Hermano Simarro, Jesús dijo que a los pobres siempre los tendríamos con nosotros”… - como si Jesús hubiera instituido la pobreza - e, inevitablemente, me acuerdo de Judas, el ladrón. Judas dijo aquella frase porque, siendo ladrón y
“teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella” y ante la constatación de estos corazones falsos, Jesús dijo su lamento, su frase dolorosa que hubiera preferido no tener que decir nunca.
Todavía hoy es posible que haya ladrones, acumuladores del mundo, que, de vez en cuando, tengan una frase aparentemente misericordiosa para con los pobres de la tierra, para con sus víctimas. Hay frases de ocultamiento de conciencias criminales que quieren ser acalladas con la esquizofrenia del robo y la aparente misericordia juntos. Esta serie pretenderá desenmascarar a los ladrones inmisericordes, aunque con posibles apariencias solidarias, a los ladrones todos del mundo, aunque a veces, como el rico de la Parábola, repartan migajas. También queremos potenciar la denuncia profética en nuestros días y animar a los creyentes a la acción misericordiosa para con el prójimo.
Pretendemos analizar los desequilibrios económicos en el planeta tierra, los injustos repartos, la forma de vida de los pobres y de los ricos, la avaricia, que es un tipo de idolatría, los despojos y la práctica de la injusticia de una forma generalizada. Pretendemos ser la voz de denuncia que se niega a los pobres, a los sin voz. Muchas veces hablamos de los sin derechos, de los sin hogar, de los sin techo, de los sin tierra… Mi intento es que si por la trágica dimensión de la pobreza en el mundo yo no les puedo proporcionar todo eso de lo que han sido desposeídos, sí quiero darles voz, ayudarles a pedir justicia, misericordia y acción solidaria. Quizás esta denuncia motive a alguien hacia la necesidad de ir eliminando esos negativos
“sin”.
Por estas líneas circulará la serie “LA POBREZA: ESCÁNDALO Y VERGÜENZA HUMANA”, por rutas de corazones duros como el de Judas, por rutas de insolidaridad que, quizás, nos haga concluir con la misma frase de Jesús ante la dureza del corazón de Judas y ante su robo y avaricia:
“A los pobres siempre los tendréis con vosotros”… porque el mundo está lleno de ladrones, de robadores de haciendas, de destructores de dignidad y de vidas…
Pero queremos seguirte, Jesús. Queremos ir, aunque sea muy poquito a poquito, acercando el reino de Dios y sus valores, el Reino que irrumpe en este mundo con la figura de Jesús, un reino que mete a los pobres y proscritos en su banquete, que pone a los últimos los primeros haciendo una inversión de valores necesaria en el mundo hoy, que busca justicia, que restituye al agraviado, que sana a los quebrantados, que libera a los oprimidos y a los injustamente encarcelados. También a los encarcelados detrás de las rejas de la pobreza por la injusticia y la falta de misericordia humanas. El gran escándalo que llena de negruras y de vergüenza toda la historia de la humanidad, el escándalo que hizo a Jesús una frase a manera de lamento por la fuerza del robo y la injusticia humana:
“A los pobres siempre los tendréis con vosotros”.
Buscad justicia para ellos, hacedles bien, rescatadles de la oscuridad en la que los malditos avaros e injustos les han metido, de la mazmorra de la opresión, del cepo de la injusticia y de los grilletes del robo. De esta forma acercaréis los valores del Reino a los más pequeños. Caminaréis, así, por las sendas del Evangelio. Del Evangelio a los pobres.
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