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La disidencia luterana de Berlín Este

El pastor luterano de la Zionskirche se llamaba Hans Simon. Solía ir con un jersey de cuello alto y una pipa siempre en la mano. La Stasi espiaba todos sus movimientos.

MARTES AUTOR 97/Jose_de_Segovia 09 DE ENERO DE 2024 09:00 h
En 1961 se construyó el Muro de Berlín que marca la división entre Este y el Oeste durante la guerra fría hasta 1990.

Estos días hay una exposición en Madrid sobre “El Muro de Berlín” como señal de “Un mundo dividido”. Estuve viéndola con algunos familiares y amigos mientras empezaba a leer el libro de David Granda, Planes para conquistar Berlín (Ediciones del K. O. 2022), sobre la iglesia protestante que albergó a la disidencia de Alemania Oriental. Zionskirche es donde estuvo Bonhoeffer de catequista, que sufrió un ataque neonazi durante un concierto clandestino en 1987, ante la mirada indiferente de la policía del régimen comunista. 



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Tras la Segunda Guerra Mundial, el sector occidental de la antigua capital alemana era una ciudad ocupada con la soberanía en manos de Estados Unidos, Francia y Reino Unido. En 1961 se construyó el Muro que marcaba la división entre Este y el Oeste durante “la guerra fría”. Fue iniciativa de la República Democrática Alemana (RDA) después de que cuatro millones de sus ciudadanos huyeran a la parte occidental de la República Federal de Alemania (RFA) desde 1949. 



Los centinelas del régimen comunista tenían ordenes diarias de “detener o aniquilar a los infractores que intenten violar la frontera” que marcaba el “muro de protección antifascista”. La ciudad fue territorio militar hasta el 3 de octubre de 1990. En cierta forma la guerra acaba ese día con la firma de capitulación del Estado alemán creado por la ocupación soviética y su anexión a la República Federal, lo que se conoce como la “reunificación”. 



[photo_footer]La iglesia luterana de Zionskirche se levantó en 1873 con su altos techos y un campanario de 67 metros con la Alemania unificada.[/photo_footer]



La RFA ni siquiera cambió de nombre, aunque ahora la llamemos simplemente Alemania. Fundada en 1949, estableció el poder político en Bonn, el financiero en Fráncfort, el empresarial en Düsseldorf y el comercial en Hamburgo. La antigua capital del Reich pasó de cuatro millones y medio a un millón y medio de habitantes a finales de los 80, pero se convirtió en uno de los centros culturales más importantes de la vanguardia artística europea hasta el día de hoy.



La iglesia de Bonhoeffer



La iglesia luterana de Zionskirche está exactamente en el lugar donde se abrió el Muro de Berlín en pleno centro del barrio contracultural de Prenzlauer Berg. Se levantó en 1873 con su alto campanario de 67 metros con el primer emperador de la Alemania unificada y el canciller prusiano Bismarck. Es como una gran nave diáfana de aspecto industrial con techos altos como el hangar de un zeppelin. Pueden sentarse en ella hasta 1424 personas. 



En los años 30 estuvo en esta iglesia como catequista, el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, que murió desnudo en la horca del campo de concentración nazi de Flossenbürg, acusado de participar en un complot contra Hitler. Durante la guerra una bomba incendiaria destruyó el tejado y las ventanas del coro de la iglesia durante la ofensiva final aliada. Al terminar, los berlineses saquearon el templo en busca de leña para poder calentarse. Las fachadas de los edificios del barrio quedaron desnudas sin filigranas de yeso y los balcones estrellados contra el suelo. Todavía se pueden leer las siglas “LSR” pintadas en las paredes que conducían con una flecha fluorescente a los refugios antiaéreos. 



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El legado de la obra de Bonhoeffer es luego disputado por sectores opuestos del protestantismo. Por un lado, Georg Huntemann le ve como un teólogo evangélico arraigado en la tradición pietista –lo que lleva ahora a americanos como Eric Metaxas a relacionarle hasta con el “trumpismo” –, mientras que la visión radical de “la muerte de Dios” de los años 60 le ve como como un pionero de la “teología secular” de un cristianismo sin iglesia. Todo es posible a partir de la especulación que se hace sobre sus escritos en la prisión, que lo que desvelan es una obra truncada. Su Ética está inacabada porque no pudo desarrollar su pensamiento, al morir tan joven. Y lo que escribe en la oscuridad de su celda es con el lenguaje del dolor, no la cómoda reflexión desde el despacho del profesor en su “torre de marfil”.



[photo_footer]En los años 30 estuvo en esta iglesia como catequista el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer, que murió en la horca del campo de concentración nazi de Flossenbürg.[/photo_footer]



La sombra del nazismo



Alemania sufre desde entonces “la sombra del nazismo”. Otros países del Este tuvieron un antisemitismo aún mayor que Hitler, pero alguien tiene que ser “la cabeza de turco” y se hace a la cultura germana responsable de la locura del Holocausto. La gloriosa excepción de la Iglesia Confesante tiene en torno a Barth y Bonhoeffer una cierta herencia pietista, pero la radicalidad de la teología y la política de los años 60 lleva a la iglesia luterana a una postura que va más allá de su tradicional aliado, el partido socialdemócrata –hasta Angela Merkel, el partido democristiano era generalmente católico y su padre era pastor luterano en el Este, no en la República Federal de Alemania–. 



Así, un pastor barthiano como Helmut Ensslin, miembro de la Iglesia Confesante, es recriminado por su hija Gudrun por haber estado en el ejército nazi. Ella se casa con el hijo de un escritor nazi que había intentado mantener el cristianismo en oposición al neo-paganismo de Goebbels, Bernward Vesper. Juntos se dedican a la literatura y publican una edición bilingüe de la poesía de Gerardo Diego, a la vez que textos de política radical de izquierdas. Ella acaba fundando con su amante Andreas Baader la Facción del Ejército Rojo (RAF) –más conocida como Baader-Meinhof–. Detenida por su actividad terrorista, que lleva a la muerte a cuatro personas, es condenada a cadena perpetua. En la cárcel de Stammheim se enfrenta a Meinhof y se suicida después de ella, junto a otros miembros de la banda. 



El padre no aprueba la violencia de su hija, pero entiende las razones de su lucha. El hijo que tuvo ella con Vesper, Felix, se doctora después en filosofía sobre la autoconciencia de Lutero en su comentario a Romanos y el Magnificat. Su padrino fue el anarquista asesinado Rudi Dutschke. Como muestra la película del creador de El hundimiento sobre El complejo Baader Meinhof (2008), todo comienza con una protesta contra la visita del Sha, cuando lo que vendría en el 79 es la Revolución Islámica de Jomeini. Son las paradojas de la izquierda.



[photo_footer]Gudrun, hija del pastor barthiano Helmut Ensslin, miembro de la Iglesia Confesante, es una de la fundadoras de la banda terrorista Baader-Meinhof.[/photo_footer]



En el eurocomunismo, teóricos como Toni Negri defiende el terrorismo en Italia para derrocar al Estado capitalista. Leonardo Sciascia le recuerda recorriendo el tren con cuidado de no tropezar con una maleta que pudiera tener un explosivo. En España se acaba de recordar por el aniversario del asesinato de Carrero Blanco que fue Eva Forest –casada con el dramaturgo Alfonso Sastre– la que le dio la información a Argala de ETA para matar al presidente. Cuesta hoy entender el extremismo de discursos como los de Gudrun Ensslin, recriminando a los teólogos por “esperar”. Ella acusa a su padre, el pastor, de “hablar, pero no hacer nada”, aunque la madre y él luego no tienen más que palabras de comprensión para ella. Lo que está claro es que, para muchos jóvenes en la Alemania Occidental de los años 70, el discurso luterano se había vuelto vacío. 



La iglesia en el socialismo



Desde los acuerdos de 1978 entre Erich Honecker y la Iglesia luterana –conocidos como Kirche im Sozialismus, la Iglesia en el socialismo– el Estado del Este reconocía la autonomía de las parroquias. Se toleraba así la libertad de expresión en cuestiones religiosas, aunque como dice Granda, “a cambio (se) esperaba que los dirigentes eclesiásticos controlarán su rebaño”. La Stasi –el Ministerio de Seguridad del Estado, que servía de Inteligencia de la República Democrática Alemana– dedicó todo un departamento –el XX4– para infiltrarse en las iglesias. 



El pastor luterano de la Zionskirche se llamaba Hans Simon y había nacido en la localidad prusiana de Kayna. Era padre de tres hijas y llevaba una barba bien recortada. Solía ir con un jersey de cuello alto y una pipa siempre en la mano, ya que fumaba compulsivamente, aunque tenía prohibidos los cigarrillos en el templo. Le interesaba tanto el psicoanálisis que su esposa, Bärbel, le decía que sus sermones parecían conferencias sobre Freud. La Stasi espiaba todos sus movimientos.



En los bajos de la casa parroquial en el número 16 de Griebenowstrasse albergaba el principal centro de encuentro disidente de Berlín Este. Era la Umweltbibliothek –la Biblioteca Medioambiental–. Allí estaba la única imprenta independiente de la República Democrática Alemana, que publicaba una gaceta ecologista y otra sobre derechos humanos. Eran aparentemente legales porque se hacían en papel timbrado de uso eclesiástico. En la cuarta planta había un café en el ático, donde se hacían exposiciones y conferencias. Todo bajo la protección de la iglesia luterana. 



[photo_footer]La única foto que hay del concierto muestra a la banda punk en el presbiterio con una Biblia abierta detrás y algunos asistentes en el púlpito.[/photo_footer]



Concierto “punk



Para el concierto de 17 de octubre de 1987, el pastor Simon tuvo que pedir permiso al concilio eclesiástico, que lo declaró “servicio de oración con música”. La banda que iba a tocar de Berlín Este se llamaba Die Firma –el nombre con el que se conocía a la Stasi–. El guitarrista, Paul Landers, forma luego Rammstein, a la que se incorpora también el otro guitarrista, Richard Kruspe, así como el batería, Christoph Schneider. El grupo invitado de la parte occidental era Element of Crime. Para poder cruzar a la RDA tenían que hacerlo sin instrumentos, ocultando sus intenciones. Llevaban un pase de un día como turistas y utilizaban el equipo de sonido de Die Firma. 



Landers le cuenta a Granda que el público alternativo del Este no estaba acostumbrado a aplaudir, ya que se obligaba a la gente a hacerlo en las manifestaciones del Partido. Lo consideraban un acto de propaganda. El actual guitarrista de Rammstein tenía también otro grupo que se llamaba Feeling B. Fue la primera banda alternativa del Este en conseguir un contrato con la compañía estatal que tenía el monopolio discográfico, Amiga. El grupo se había formado el año que el jefe de la Stasi había ordenado una brutal campaña represiva en 1983. En el 87 Landers estaba haciendo el servicio militar con la guardia fronteriza.



Die Firma tenía el Einstufung –el permiso para actuar en público que concedía un tribunal cultural tras una audición–, pero no podía grabar ni publicar su música. Element of Crime acababa de hacer en Londres un disco con John Cale, el legendario músico galés de la banda formada por el artista Andy Warhol en Nueva York, Velvet Underground. Su cantante y trompetista, Sven Regener, comenzó el concierto con el tema que abría el álbum y llevaba el significativo título de Ya no hay Dios (No God Anymore). No era realmente punk. Más bien eran canciones a medio tiempo. Regener es ahora escritor, además de músico de jazz. 



La banda se situó en el presbiterio –como se puede ver en la única foto que hay del concierto– con una Biblia abierta detrás. Algunos de los asistentes están de pie en el púlpito o sentados en las escaleras que llevaban a él. Hay una enorme cruz protestante, o sea sin la figura de Cristo crucificado en el ábside, donde trepan dos personas. En la base hay uno fumando. Erik Weiss hizo la foto, subido a la consola del órgano, junto a uno que tenía la mitad del cráneo afeitado. Se ve a Regener junto al micrófono y al guitarrista Jacob Ilja. 



Ataque neonazi



A un par de kilómetros de la iglesia había un bar llamado Sputnik. Allí se reunió un grupo de unos setenta skinheads. Muchos de ellos eran “hooligans” del Dynamo, el club favorito de la Stasi, que era el más odiado en Alemania del Este. Según el jefe del servicio de seguridad de 1957 a 1989, Erich Mielke, no había grupos de extrema derecha en la RDA. El líder de esta realidad no existente se llamaba Ronny Busse y era un repartidor de periódicos que admiraba a Hitler. Tenía 22 años y había estado tres meses en la cárcel por vandalismo. 



Si algo había en la RDA era trabajo. De hecho, era obligatorio. La falta de ocupación era considerada una conducta antisocial. El paro no existía. Los alquileres eran bajos y nadie podía ser desahuciado de su casa. La sanidad y educación universitaria eran gratuitas. El aborto era libre hasta el tercer mes y la píldora se prescribía con receta médica. El problema era que todo estaba programado desde la infancia a la jubilación.



La Juventud Libre Alemana era la organización estatal a la que pertenecían los jóvenes desde los 14 años hasta su graduación. Tenían locales y organizaban tanto conciertos como excursiones. Publicaban una revista que se llamaba Die Trommel. Todo para la gloria del “socialismo”. No había mayor protesta entonces, que ser neonazi. Acababa de terminar el concierto en la iglesia luterana cuando los “skins” se presentaron entrando teatralmente en el templo en fila de a dos con el brazo derecho levantado con las proclamas nazis de “¡Sieg Heil!” y el insulto típico de “¡cerdos!”. Llevaban botellas, bates, “puños americanos”, barras y cadenas de hierro. 



[photo_footer]El fracaso de las grandes ideologías que llevaron a la lucha revolucionaria a finales de los años 70 lleva un nihilismo, cuya frustración se expresa al principio en odio y violencia extrema.[/photo_footer]



Lo asombroso es que la Volkspolizei –la policía de la RDA, conocida popularmente como Vopo– vigilaba todo a una distancia prudente. Los agentes decidieron no intervenir. Se limitaron a hacer una llamada a la central y esperaron ordenes, que no llegaron. Lo cierto es que casi treinta cabezas rapadas se enfrentaron a más de quinientas personas y cuando llegaron los refuerzos policiales, la plaza delante de la iglesia estaba ya despejada. En el juicio se supo que hubo numerosos heridos, algunos de gravedad y todo el mobiliario de la iglesia quedó destrozado. 



¿No hay futuro?



La frase que dio a conocer el “punk” en Inglaterra es “No hay futuro”. El fracaso de las grandes ideologías que llevaron a la lucha revolucionaria se convierte a finales de los años 70 en un nihilismo que lleva a una frustración que al principio se expresa en odio y comportamientos extremos, pero que luego lleva a una exaltación de lo efímero y lo intrascendente. 



Los estoicos creían que la esperanza es necia, porque anticipar una felicidad futura deja a la humanidad vulnerable a todo tipo de decepciones y desengaños. Séneca escribe que su amigo Hecato le dice: “¡Deja de esperar y dejarás de tener miedo!”. Semejante falta de esperanza lleva al hedonismo y estoicismo, por el que, como dice C. S. Lewis, ya no eres “sorprendido por la alegría”. ¿Cómo puede haber esperanza sin Dios, si Él es la base última que nos da propósito y sentido del bien o del mal, lo justo y lo injusto?



En otras palabras, la esperanza depende de la verdad. Si algo es cierto, es posible. “La Verdad” que es Jesús nos dice que Él es “la Vida” (Juan 14:6). Si hay vida, hay luz. Es posible encontrar “El Camino” que nos lleve de este caos a un nuevo día donde no haya toda esta tristeza. Es esa Verdad la única que nos podrá sacar de esta presente oscuridad y patente debilidad a un futuro mejor. Esa es la esperanza cristiana. 



 



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