Eco de Navidad

“Estamos obligados, pues, por no haber lugar en el mesón para nosotros, a vivir y crecer, en nombre de Jesucristo, en el gran pesebre que da cobijo a los necesitados de este mundo”.

TUS OJOS ABIERTOS AUTOR 94/Isabel_Pavon 22 DE DICIEMBRE DE 2023 10:00 h

Imagen de [link]Kevin Fitzgerald[/link], Unsplash.

Más que correr, el tiempo vuela. De nuevo nos encontramos celebrando la Navidad con todo lo divino y terrenal que la envuelve. Por eso me alegro de haber encontrado un texto tan edificante como el que aparece a continuación y lo comparto, por si todavía queda alguien despistado, alguien que tenga dudas sobre el verdadero significado de estas fiestas.

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Existen dos posibilidades en la celebración de la Navidad. La primera consiste en que nos atengamos simplemente a una bella tradición: la lectura del hecho histórico del nacimiento de Jesús; la repetición de los, sin discusión alguna, hermosos cánticos; la culminación enternecedora de la fiesta de los niños. La segunda que consiste en cumplir, en la alegría de la Navidad, con el gozo del apóstol Pablo expresado en la epístola a los Filipenses. Gozo que es consecuencia de que todos, en la Iglesia, sintamos por igual, no haciendo nada por contienda o vanagloria, seamos humildes, no mirando cada uno a lo suyo propio sino cada cual también a lo de los otros. El reto prosigue en el pensamiento y deseo del apóstol. Nos exige tener el mismo sentir que hubo en Cristo: Que siendo Dios se anonadó, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, obediente hasta la muerte. Nuestras comunidades creadas por el amor de los unos para con los otros deben estar dispuestas, siempre, a tomar forma de siervo por hacerse semejantes, en todo, a los que padecen las consecuencias de la miseria fruto de la injusticia. No se trata tanto, aunque es necesario, de lo que personalmente podemos llevar a cabo, sino de lo que como Iglesia de Jesucristo debemos realizar en contra de las condiciones infra-humanas en las que viven los hombres. Estamos obligados, pues, por no haber lugar en el mesón para nosotros, a vivir y crecer, en nombre de Jesucristo, en el gran pesebre que da cobijo a los necesitados de este mundo.

Se trata finalmente de abandonar todo privilegio, de cualquier índole que sea, para vencer así la miseria de los demás.

El texto anterior pertenece a Carlos Morales Matthey y está tomado del libro Reflexiones para un nuevo siglo(mensajes para todo el año). Sebastián Rodríguez Gómez. Aparece justificado en Filipenses 2:1-11 que incluye este precioso himno:

Así que, si Cristo os anima, si el amor os consuela, si participáis del mismo Espíritu, si conocéis el cariño y la compasión, llenadme de alegría viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito. No hagáis nada por rivalidad u orgullo, sino con humildad; y considere cada uno a los demás como mejores que él mismo. Que nadie busque su propio bien, sino el bien de los otros. Pensar entre vosotros de la misma manera que Cristo Jesús, el cual:

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Aunque era de naturaleza divina,

no se aferró al hecho de ser igual a Dios,

sino que renunció a lo que le era propio

y tomó naturaleza de siervo.

Nació como un hombre,

y al presentarse como hombre

se humilló a sí mismo

y se hizo obediente hasta la muerte,

hasta la muerte en cruz.

Por eso, Dios lo exaltó al más alto honor

y le dio el más excelente de todos los nombres,

para que al nombre de Jesús

caigan de rodillas

todos los que están en los cielos,

en la tierra y debajo de la tierra,

y todos reconozcan que Jesucristo es Señor,

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[title]Por un año más[/title]

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