Noticias que asustan

Las noticias vertidas sobre nuestros oídos y retinas hacen que muy a menudo deseemos desconectar de tanta barbarie, sin embargo, no por permanecer distantes la violencia, la crueldad desmedida y la sin razón van a desaparecer.

El vertiginoso girar de este mundo hace presagiar que esto no tiene una solución inmediata, ni tristemente a largo plazo, simplemente día a día empeora. El pecado engendra pecado.

Mujeres mueren a diario asesinadas por sus parejas o ex parejas. Niños maltratados, zaheridos por la cruel mano de quienes tienen la obligación de protegerlos y en cambio ejercen una maldad desmedida sobre ellos.

Hijos crueles que para asombro de sus progenitores cometen actos violentos mostrando desorbitadas muestras de violencia que acaban poniendo una nota funesta en las noticias del día.

El mal, precedido o de la mano de la locura, resquebrajan los límites de lo humanamente concebible para tomar las riendas de aquello que no tiene sentido.

El mal sumerge a quien lo busca en una ceguera indisoluble de aversión, odio carente de lógica, arrastrando a quien lo invoca a un oscuro estado de insensibilización que lo hace permanecer indiferente ante el agravio cometido.

Me encantaría desafiar la realidad, encontrar un hueco donde insuflar todo mi optimismo, verter inmensas dosis de lucidez en los corazones que, guiados por el enloquecimiento cometen actos violentos y someten al ser humano al cruel castigo del dolor. Pero eso sólo lo puede hacer Dios, proceder con soberanía y trasmutar los corazones haciéndolos pasar por el tamiz de su perdón para así reconvertirlos.

Sólo Dios puede obrar el genuino cambio.

Como individuos de esta sociedad tenemos el deber de ser luz en ella, aportar desde nuestra cosmovisión cristiana la claridad que este mundo necesita para ver en medio de la oscuridad en la cual está sumido. No escondernos debajo del almud sino ponernos en lugares estratégicos donde poder alumbrar.

Todo cuanto nos rodea gira de forma desenfrenada, los valores viven una etapa de decadencia y todo resulta relativo. Dios sigue siendo inmutable. Él es el Gran Yo Soy.

Oremos por nuestro mundo, pidamos al Padre que nos siga equipando de las herramientas precisas para realizar la labor que se nos ha encomendado pues, siervos inútiles somos; hemos hecho y haremos sólo lo que debíamos hacer.