“¡Alguien tiene que recordarlo!”

La película “Trece rosas” fue dirigida por Emilio Martínez-Lázaro, y está basada en hechos reales sucedidos en la guerra civil española: trece mujeres militantes de las juventudes socialistas fueron detenidas y fusiladas, un mes después de terminar la guerra, aunque eran inocentes de los cargos que se les imputaron, y nueve de ellas incluso eran menores de edad. Las jóvenes distribuyeron todo lo que les quedaba entre las demás reclusas, se lavaron, peinaron y pusieron sus mejores vestidos para la hora de su muerte. Les dejaron escribir una carta a sus familiares, y cada una dejó algún detalle en sus palabras que hizo comprobar que realmente su muerte era una injusticia. Cuando los verdugos llegaron, salieron hacia el cadalso gritando “¡Viva la república!”.

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Dos de las jóvenes eran hermanas, y la noche anterior a ser asesinadas, la mayor le había dicho a la pequeña: “Cuando termine todo esto, alguien tendría que recordarlo…” Esas palabras reflejan el deseo del corazón de la humanidad de que se haga justicia: cada uno de nosotros creemos firmemente que tiene que existir una justicia superior, que no todo puede quedar en el olvido.

La Biblia nos enseña que Dios no sólo recuerda todo lo que las personas hacen a lo largo de su vida, sino que también establece una justicia definitiva. En muchas ocasiones esa justicia tiene lugar aquí en la tierra, mientras dura nuestra vida; quienes no creen en Dios. Hablan de “justicia poética”, cuando sucede algo extraordinario, porque no son capaces de reconocer que el Señor está detrás de todo. Los que le conocemos y vivimos sabiendo que Él tiene la última palabra en todas las circunstancias, podemos descansar en sus promesas y su sabiduría: “Pero tú, Señor, estás conmigo como un guerrero invencible. Los que me persiguen caerán y no podrán vencerme; fracasarán, quedarán avergonzados, cubiertos para siempre de deshonra inolvidable” (Jeremías 20:11). En cierta manera, no importa quienes nos persigan o quieran hacernos mal, no pueden vencer a nuestro Creador, ni pueden derrotar la confianza de nuestra alma: Dios está muy por encima de todo y de todos.

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Pero eso no es todo: ¡hay una justicia definitiva y eterna! Para mí, esa es una de las pruebas de la existencia de Dios, porque Él puso dentro de nosotros la necesidad de esa justicia absoluta, el deseo de que los que hacen lo malo no queden impunes ¡Nadie quiere vivir en un mundo injusto! Pero además, Dios es justo en esencia, así que no puede permitir que nada malo quede sin castigo, o que quién es injusto prospere de una manera definitiva: Cuando la Biblia dice que en la eternidad “se abrirán los libros” (Daniel 7:10), es una manera de expresar que TODO está escrito, y  Dios recuerda todas las acciones y los detalles ¡Incluso aquellos que están escondidos a nuestros ojos! Es obvio que Él no necesita libros para saberlo todo, pero esa expresión es una manera de certificar que nada escapa a su control ¡Todo está registrado! Y, por lo tanto, los malvados pagarán por sus fechorías. Esa es su manera de demostrarnos que nadie quedará impune: todo está anotado para la eternidad.