Los besos no arreglarán el mundo, no ofrecerán panaceas a la sinrazón, pero son una vía preciosa para cambiar el entorno más cercano.
Este beso que me das no va a remediar el hambre,
ni dará la vuelta al mundo derribando los alambres,
pero podría, quizás, sanarme de la tristeza,
una terapia de amor ,un jarabe de belleza, pa' mi corazón.
Javier Ruibal
Los abrazos y los besos fundidos en un juego singular en el que no hacen falta palabras se adentran en nuestra cotidianeidad para hacernos dadores y receptores de ellos.
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Los besos no sanan pero portan gotas medicinales para el alma, atraviesan la espera y se detienen cuidadosamente en el corazón dolido ofreciendo un cálido resorte donde apoyarse.
Hay infinidad de besos, innumerables formas en los que se engalanan: besos aliados, besos fraternales, beso apasionados, besos falsos, besos entusiastas, besos por sorpresa, besos de despedidas, besos de reencuentros, besos…
De todos los besos los que más enternecen son los que regalan las madres, ese fundir de labios en la mejilla del retoño que adormilado espera en su cama la llegada del sueño. Esa caricia de labios depositada en la frente que atenúa el cansancio dando paso a la calma.
Los besos de las madres portan ese ungüento esperanzador que nos hace seguir siendo niños aun cuando la niñez ha quedado demasiado lejos. Cuando visitas a tu madre y recibes un tierno roce proveniente de sus labios te sientes único, especial.
Esa forma de afecto te anima en tus horas bajas, colorea momentos que dormitan en la tristeza esparciendo sobre ellos una fina lluvia de aliento que te energiza haciéndote proseguir.
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Un beso no tiene precio; se da, se regala.
Deberíamos besar con más asiduidad, dejar que el cariño que sentimos fluya engalanado con ese bello atuendo.
El amor tiene infinidad de formas con las cuales ataviarse, a veces se transforma en sencillo beso, huye del letargo para buscar donde posarse y poder desplegar su preciosa carga de dulzura.
Los besos no arreglarán el mundo, no ofrecerán panaceas a la sinrazón, pero son una vía preciosa para cambiar el entorno más cercano, ese pequeño mundo de quienes nos rodean y necesitan muestras afables de complicidad.
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