Imanes satánicos: el poder y la gloria terrenal

Sí. Hoy os dejo un artículo sencillo, evangélico: la trampa maligna del poder y de la gloria terrenal. Son también tentaciones para los creyentes, y que es muy difícil de vencer, es la tentación que supone esta fuerza del poder y de la gloria terrenal. Los defino como imanes satánicos que golpearon a Jesús, que fue tentado por Satanás ofreciéndole ese falso poder y esa vanagloria. Jesús venció. Los poderosos del mundo y muchos religiosos parece que no.

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Son dos imanes gigantes que quieren arrastrarnos con cuerdas de acero satánico y que eliminan las cuerdas de amor que el mundo necesita para practicar el concepto de projimidad que nos dejó Jesús. Fuerzas contra el concepto de projimidad.

Cuerdas de acero que pueden atar tanto a los gobernantes que se lucran como a los religiosos que se encandilan con la gloria humana. Trampas terribles. Así, por una parte, hay que fijarse en los núcleos de poder religioso, ya sea el Vaticano, sean confesiones religiosas varias u otros religiosos que ceden ante la fuerza del poder terrenal. Quizás desde que el mundo es mundo.

Contemplad también en la línea de la trampa del poder terrenal a países que emprenden guerras o usan sus multinacionales no solamente para beneficiarse injustamente, sino para empobrecer otros más débiles, sean éstos naciones, pueblos, familias o individuos. Traigamos a nuestras mentes a personas que se enriquecen de forma ilícita, formando grandes capitales en bancos o paraísos fiscales que los usan como si fueran almacenes que responden al símbolo bíblico de los graneros del “rico necio” que se condena tajantemente en la Biblia.

Nadie está libre de esas trampas demoníacas. Ni tú, ni yo, ni nosotros ni vosotros. Sólo los creyentes aferrados al poder del Creador y con una espiritualidad cristiana auténtica y comprometida con Dios y con el hombre.

Estos últimos, los seguidores del Maestro deberían ser los únicos capaces de vencer esta fuerza del poder terrenal, derrotar la búsqueda de esas fatuas glorias siguiendo el ejemplo del Maestro. Jesús venció la tentación del poder terrenal cuando el demonio, el propio Satanás, ese ángel de luz mentiroso, “le mostró en un momento todos los reinos del mundo”. Trampas atractivas pero destructivas. ¡Terribles trampas! Necesitamos la fuerza del Espíritu. 

Preguntas: ¿qué ha ocurrido con las sociedades de consumo a lo largo de los años y de los siglos? ¿Qué ha ocurrido con la iglesia contemplando tanta injusticia sin practicar la denuncia que nos enseñaron los profetas? ¿Qué ha ocurrido con los creyentes inmersos en los rituales eclesiásticos, pero que han olvidado la denuncia profética y son arrastrados por esas garras poderosas del poder terrenal? Tentaciones, lazos y trampas que hemos de vencer. Hay un poder que podemos usar como lo hizo el propio Jesús. 

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Observad: Jesús nunca estuvo aferrado al poder temporal. Estuvo al lado de los pobres y los sufrientes, le acompañaron los valores que Él predicó, siendo siempre una mano tendida hacia el hombre que sufre marginación, desprecio o minusvaloración por parte incluso de los religiosos de la época.

El Maestro venció estas tentaciones terrenales. Nosotros también podríamos. Su pueblo y su iglesia vencerían si supieran moverse dentro de los parámetros y ejemplos que nos dejó Jesús. Lo que puede ocurrir es que la iglesia, su jerarquía eclesiástica, no ha estado siguiendo con seriedad los pasos del Maestro, pues se ha aferrado en muchísimos casos al poder terrenal, a la gloria humana y ha valorado las riquezas. Quizás, incluso, les ha dado a los ricos los primeros lugares en las poltronas eclesiales, en sus sillas principales, en sus bancos delanteros. 

Caminemos, pues, con cuidado. Para vencer la tentación es necesario observar y seguir las líneas marcadas por Jesús mismo. Seamos sencillos y dados al servicio, uniéndonos siempre a la frase de Jesús: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen”, ni en la posesión de poderes y glorias terrenales que empobrecen el sentido auténtico de la vida del hombre que abraza el tener y el aparentar en lugar del ser auténtico. Hemos de buscar la autenticidad del ser. Siempre.