Sin dejar de soñar

Susan Boyle vivía trabajando y cuidando a su madre, aunque una de sus pasiones era cantar: lo hacía en la iglesia y también en su propia casa. Un día se presentó a un concurso, y aunque muchos le dijeron que no merecía la pena que lo hiciera, porque su apariencia no era demasiado atractiva, cuando el público la escuchó cantar la ovación fue impresionante. Con el tiempo, Susan terminó convirtiéndose en un fenómeno de masas, llegando a tener cientos de millones de visitas en su canal de YouTube. Demostró a todos que la apariencia no es lo más importante.

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No importa las veces que digamos que está mal, siempre terminamos juzgando a las personas por su apariencia. Esa es una de nuestras mayores equivocaciones; jamás deberíamos creernos con el derecho de juzgar a nadie sin saber lo que hay en su interior.

De la misma manera, no debemos dejar que los demás nos juzguen a nosotros ¡Tenemos que seguir soñando!Es mejor estar preparado para una  oportunidad y no tenerla nunca, que tener esa oportunidad y no estar listo. Necesitamos seguir trabajando sin desanimarnos, suceda lo que suceda. No vamos a alcanzar nada si vivimos permanentemente derrotados antes de hacer ninguna cosa. La diferencia en la vida, la marcan las personas que son capaces de seguir adelante, aunque a veces los sueños no se cumplan; los que están preparados siempre por más que las circunstancias se empeñen en vencerlos una y otra vez, ¡Tenemos que presentarnos al concurso de la vida!

¡Es necesario seguir soñando! Prefiero tener a mi lado a mi enemiga desilusión que a mi amiga desconfianza.

No quiero vivir siempre sospechando de lo que puede ser o lo que no puede ser, quiero trabajar para llegar a alcanzar mis ilusiones y superarme cada día, porque sé que nada sucede por casualidad. Necesito prepararme para conseguir lo que deseo, pero sin que eso llegue a dominar mi vida porque ¡Nosotros somos más importantes que nuestros sueños! Jamás debemos olvidar que la vida diaria, aquello que disfrutamos en cada momento, tiene más valor que lo que queremos alcanzar.

En ese pasar por encima de las apariencias, y no dejarnos vencer por los que quieren desanimarnos, está el ser felices con nosotros mismos y el aprender a ayudar a los demás. Siempre recordando que no todo es triunfar en la vida, porque el que depende del triunfo para ser feliz, vivirá siempre anhelando nuevos triunfos y jamás estará satisfecho.

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Por eso es imprescindible confiar en Dios y no en las circunstancias. Aprender a descansar en Él, el único capaz de fortalecernos para enfrentar cualquier situación que pueda presentarse: “El Señor es quien me ayuda: por eso no me hieren los insultos, por eso me mantengo firme como una roca, pues sé que no quedaré en ridículo. A mi lado está mi defensor” (Isaías 50:7,8).