Todo está permitido

Muchos dicen que Frank Sinatra fue el primero en usar esa táctica aunque más tarde otros cantantes seguirían su ejemplo: me refiero al hecho de llevar a adolescentes (tanto chicos como chicas) a los conciertos para que se comportaran como “fans” del cantante. En 1942, su agente George Evans tuvo esa feliz idea. Incluso hay quién afirma que les pagaba cinco dólares a cada uno para que gritaran lo máximo posible y acudieran a todos sus conciertos y manifestaciones públicas. Las supuestas fans disfrutaban más que nadie y algunas incluso fingían desmayos, lo que hizo que la moda se extendiese entre otros cantantes. Hay quien dice que varios años después, el propio Brian Epstein, mánager de los Beatles, contrató chicas para gritar en los conciertos de los genios de Liverpool para darle un aire “diferente”, como si no bastase con la excelente calidad musical del grupo. 

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La verdad es que hay momentos en los que da nos la impresión de que todo está permitido en nuestra sociedad. No voy a hablar hoy de los grandes problemas que nos arrastran a todos, sino de los pequeños “engaños” a los que no les damos importancia, e incluso pensamos que son buenos, dependiendo de la actividad que estemos desarrollando es decir: las llamadas “mentiras piadosas” que nos ayudan a salir del paso o a ganar algún provecho propio. Para que nos entendamos, cualquier cosa es válida con tal de triunfar. Todo está permitido con tal de llegar a la cima. 

No importa si hablamos de música, política, negocios, vida social, e incluso logros espirituales: lo que se mide no es si algo es correcto o no, lo únicamente trascendental son los resultados. Lo de que “el fin justicia los medios”, es algo más que el undécimo mandamiento para muchos ¡A veces parece ser el primero! 

Las consecuencias que estamos viviendo son muy claras: ya no existe una moral a la que referirse, cuando hablamos de si algo está bien o está mal. Si quieres que te diga la verdad, lo que muchos defienden es que todo está permitido con tal de que no te descubran. Puedes hacer lo que quieras y engañar a cuantos se dejen; lo único que importa es que nadie se dé cuenta. Ya no son las apariencias las que engañan, sino las personas. A muchos no les importa tener una doble vida (¡o triple! o ¡las que sean!) con tal de alcanzar sus objetivos y vivir bien. Caiga quién caiga. 

Esto no es nuevo. Existe un proverbio latino que tiene algo más de dos mil años: “Las leyes son como las redes de pescar, los peces pequeños quedan atrapados en ellas, los grandes las rompen”.  Así viven los que lo tienen todo, pero, ¡en el mismo engaño viven también algunos que no tienen nada! 

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“Tus ojos son como la lámpara del cuerpo. Si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo será luminoso; pero si son malos, tu cuerpo será oscuridad. Ten cuidado de que la luz que hay en ti no resulte oscuridad” (Lucas 11:34). Anunció un día Jesús; de cada uno de nosotros depende el vivir de una manera diferente… y de paso, cambiar el mundo.