El contenido de una lágrima

Las lágrimas no solo son salinas sino que tienen una estructura que contiene enzimas , lípidos metabolitos y electrólitos y que consta de tres capas: Una capa mucosa interna que mantiene la lágrima sujeta en el ojo. Una capa acuosa intermedia (la más gruesa) que hidrata el ojo, repele las bacterias y protege la córnea.

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Esta es la información que encontraréis si buscáis en cualquier diccionario o en internet. Pero una lágrima contiene mucho más de lo que científicamente nos dicen.

Una lágrima puede ser vertida por muy diversas razones, en situaciones diferentes, en momentos distintos.

Una lágrima cae de los ojos entristecidos de una mujer abandonada que mira con melancolía ese idílico rincón donde quedaron heladas las tazas de café compartidas junto a su compañero de viaje que ahora viaja lejos y sin ella.

Una lágrima se desliza suavemente por la tez oscura de quien dejando atrás el hogar navega a un lugar desconocido donde poder vivir más libre, sabiendo que esa travesía puede acabar con sus sueños, con su vida.

Una lágrima es vertida al oír por vez primera el llanto de ese ser que irrumpe en el escenario de la vida y que también derrama lágrimas al aparecer en escena.

Son las lágrimas ese común denominador que nos une como individuos.

No entienden de etnias, ni de estatus sociales, tampoco de religiones. No hacen distinción entre hombre o mujer.

Las lágrimas caen y pintan un lienzo de doloroso pesar o de inusitada alegría, alborozo versus tristeza.

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Se deslizan creando un mapa compuesto por surcos que simulando ser ríos desean alcanzar el mar. Anhelan desembocar en el lejano horizonte mezclando sal con sal, dejando que la bruma de la mañana se disipe y el sol de un nuevo día seque lo que se vertió en la soledad nocturna, descubriendo al amanecer como la mano del Invisible toma un pañuelo de suavidad inefable y seca el rostro aún húmedo. Su compasiva mano descansa sobre el dolor y con minucioso cuidado consigue que todas las lágrimas sean guardadas en su redoma.

Para Vicky y Jesús