De políticas y creencias

Políticas y creencias. Dos conceptos que no andan tan lejanos como parecen, aunque, a veces, los cristianos les parezca feo el hecho de que se diga que hay interrelaciones mutuas y el que se hable de que el cristianismo vivido en nuestro aquí y nuestro ahora, puede tener grandes influencias en las estructuras sociopolíticas del mundo. El cristianismo podría influir en que en la política hubiera un mayor fermento de justicia social y de denuncia de toda opresión de una forma abierta al estilo profético, porque la política también tiene mucho que ver en estos temas.

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Un error en la relación entre ambos conceptos podría ser el que caminemos pro el mundo reduciendo el cristianismo a unas sensaciones light de bienestar personal, de goces insolidarios, de búsqueda de mi propia felicidad o de un pietismo que podría ser incluso insolidario con las problemáticas del mundo.

Ahí está la política que debería luchar por la búsqueda de la justicia en la tierra, en las naciones y en los pueblos, trabajar para que no haya un mundo injusto y que tenga un mayor equilibrio en el reparto de los bienes de la tierra. Pero ¿No es esto también parte del Evangelio o pensamos que no tenemos un compromiso con el hombre que sufre y dejamos el Evangelio como un goce personal que sólo nos justifica por la fe en la matahistoria? Debemos de aprender lo que significa el seguimiento al crucificado.

Sí. El seguimiento al Maestro que, de forma necesaria, implica el estar atentos a las injusticias contra el prójimo, cuestión que también deberíamos exigir a todos los sistemas políticos del mundo, así como el estar atentos y activos para que haya promoción humana de los débiles de la tierra, de los despojados, de los injustamente tratados.

Los cristianos tenemos los valores del Reino que no haríamos mal en intentar inculturarlos en los sistemas políticos para que ayuden a saltar en pedazos las estructuras de maldad, las estructuras económicas injustas, las estructuras de poder que dan la espalda al dolor de los hombres tirados al lado del camino de la vida, un mundo desigual e injusto.

Pregunta: Si viviéramos el cristianismo de una forma más comprometida con el mundo y asumiendo más responsabilidades ¿no entroncaríamos de alguna manera con la realidad de los sistemas políticos del mundo quizás con independencia de políticas partidistas?

Políticas y creencias religiosas. Dos conceptos que no deben ser extraños el uno con el otro. El cristiano no debe dar la espalda a la política. En todo caso buscar la POLÍTICA con mayúscula si quiere separarse un poco de la política sucia de partido, pero los valores bíblicos deben inculturarse no solo en la política, sino también en la economía, la cultura y todo el entramado social. De aquí a involucrase y a relacionar la creencia con la política hay solo un paso que debería ser siempre un paso positivo y enriquecedor.

Al cristianismo debe interesarle sobremanera el sufrimiento del prójimo y esto debe contagiarlo y llevarlo a la política como una acción de projimidad. El Evangelio tiene que ver con el dolor y el sufrimiento de la gente y la política no debe estar alejada de estos valores a no ser que sea una política injusta, corrupta y podrida.

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A veces no somos conscientes de la gran influencia que el cristianismo podría tener en la política si lo viviéramos de forma comprometida con el prójimo y no solo en una verticalidad que da la espalda a estos sufrimientos. El evangelio de la gracia y de la misericordia tiene que ver mucho con nuestro compromiso en el mundo, con nuestra búsqueda de la justicia, con nuestra denuncia profética a la que el cristianismo no debe renunciar nunca para no perder una de sus señas de identidad y quedar mutilado.

Los valores del Reino, las obligaciones de los creyentes para con el prójimo no son solo para aceptarlos cono doctrinas más o menos buenas, sino para vivirlos en compromiso con el mundo y todas sus problemáticas. Y ahí nos encontraremos siempre con los sistemas políticos del mundo a los que hemos de influencias siempre de forma positiva y, de alguna manera, redentora.