Keller no se dejaba llevar por las etiquetas. Así que con criterio propio, buscaba en las Escrituras, si estaba de acuerdo o no con lo que se le enseñaba.
Aunque Tim Keller (1950-2023) fue profesor de teología práctica en el Seminario Teológico de Westminster en Filadelfía, su formación fue en Gordon-Conwell en Boston, el centro clave del “neo-evangelicalismo” del siglo pasado, a la vez que Fuller en California. Cuando Tim y Kathy se matriculan allí en 1972, el seminario acababa de fundarse en 1969, financiado por el magnate del petróleo, Howard Pew, que apoyaba económicamente la organización del evangelista Billy Graham.
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Gordon-Conwell nace de la fusión de dos centros bautistas establecidos en el siglo XIX, la Escuela Conwell de Teología en Filadelfía y la Escuela Gordon de Divinidad en Boston. Es en cierto sentido la contrapartida a Fuller en Pasadena, para el noroeste de Estados Unidos. El edificio había sido antes un seminario carmelita que estaba al norte de Boston y compró Pew por dos millones de dólares.
Fuller había sido ya fundado en 1947 por un evangelista que se llamaba así, conocido por sus programas de radio. Lo presidía el pastor de la iglesia congregacionalista de la calle Park de Boston, que era tradicionalmente evangélica, Harold Ockenga, hasta dirigir Gordon-Conwell. Fuller se mantenía entonces por la generosa contribución de un magnate del aluminio, Herbert Taylor.
Estos seminarios no tienen un carácter denominacional. Fuller era presbiteriano hasta 1995, que se hace de una congregación independiente. Ockenga había sido metodista, antes de ser congregacionalista y el empresario, Pew, era un presbiteriano conservador. La figura más conocida en la junta directiva de ambos seminarios era Billy Graham, que aunque se educó en la Iglesia Presbiteriana Asociada Reformada es ordenado como pastor bautista del sur. Como Tim Keller, estos hombres eran primero, evangélicos, Luego serían, cada uno de la denominación que fuera, pero eso no era lo que les unía.
[photo_footer]El edificio de Gordon-Conwell había sido antes un seminario carmelita que estaba al norte de Boston y compró Pew por dos millones de dólares.[/photo_footer]
Su vínculo era la Asociación Nacional de Evangélicos, que había fundado Ockenga en 1942 –que estaba con Graham en la junta de ambos centros–, así como la revista Christianity Today –fundada también por ellos en 1956 con el apoyo de Pew y dirigida hasta entonces por Carl F. H. Henry–. Había diferencias entre ellos por cuestiones como la política, que provoca un conflicto entre Pew y Henry, que es sustituido por Harold Lindsell en la dirección de la publicación, un año antes de que comenzara Gordon-Conwell. Lo que ocurre es que en aquella época los evangélicos no se relacionaban con ningún partido en particular. Graham era miembro del partido demócrata –aunque nunca lo decía–, pero se relaciona con todos los presidentes de Estados Unidos –nada que ver con la línea partisana que hay a partir del “trumpismo” hasta en el hijo de Graham–.
El movimiento evangélico crece en Estados Unidos a principios del siglo XX con predicadores como Billy Sunday o Aimee Semple McPherson, que en medio de la crisis de los años de la Gran Depresión lograron llegar a personas humildes, que con pocos medios económicos y escasa formación académica, son despreciados por la élite dirigente del país. Muchos seminarios e incluso universidades de Estados Unidos han sido fundadas por evangelistas que a menudo eran criticados por su escasa educación teológica. Suelen llevar su nombre como Bob Jones o Fuller. A diferencia del primer fundamentalismo, eran ya generalmente dispensacionalistas como Wilbur Smith en el Instituto Bíblico Moody de Chicago, Ruben Torrey en el de Los Angeles o Chafer en Dallas.
Los autores de los libros de “Los fundamentos” (1910-1915) estaban más bien en la línea teológica clásica de Princeton. Creían en la separación de “primer grado” como Machen, pero no eran separatistas de “segundo y tercer grado” como McIntire. El “nuevo fundamentalismo” estaba en contra del pensamiento crítico y la libertad de conciencia. Era legalista en temas como el uso del alcohol, el tabaco, el baile y la asistencia a espectáculos de ocio –lo que provoca una división en seminarios ortodoxos como Westminster en la época de Francis Schaeffer–, así como militantemente anticomunista desde la fundación por McIntire del Consejo Americano e Internacional de Iglesias Cristianas –lo que provoca la ruptura con dirigentes afines como Ian Paisley, que creía que el Anticristo era el Papa, no el comunismo–. Todo adquiere un carácter escatológico en su discurso, que está siempre inmerso en la controversia.
[photo_footer]La revista Christianity Today fue fundada por Harold Ockenga y Billy Graham en 1956 con el apoyo de Pew.[/photo_footer]
El llamado “neovangelicalismo” es una reacción frente a ese “neofundamentalismo”. Mantiene las mismas doctrinas básicas que constituyen la teología cristiana histórica en occidente, revindicadas por el primer fundamentalismo, pero difiere en su actitud del segundo. Se convierte en una “tercera vía”, caracterizada por la moderación, la unidad y su influencia social. Medios de prensa como los de Hearst, informan de la “cruzada” de Graham en Los Angeles en 1949 y dan publicidad a la conversión de artistas famosos de Hollywood como Virginia Mayo o Jane Russell en grupos de estudio bíblico relacionados con la iglesia evangélica presbiteriana donde estaban James Stewart y la mecenas de la educación cristiana, Henrietta Mears, que apoya a Graham y Bill Bright de la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo.
Ockenga deja de ser presidente de Fuller en 1963 en lo que se dio en llamar “el sábado negro”. Fue el 1 de diciembre de 1962, cuando el hijo del fundador de Fuller, Daniel, se enfrenta a Ockenga diciendo que la escuela tenía ahora una nueva base doctrinal que iba más allá de la posición de Princeton sobre “la infalibilidad” de la Biblia. Aunque Daniel no afirmaba que la Escritura tuviera errores, cuestiona la posición tradicional evangélica con el apoyo de sus padres. El asunto llevó a la publicación del libro del nuevo director de Christianity Today, “La batalla por la Biblia” con un prólogo del propio Ockenga en 1976.
El debate sobre la “inerrancia”, un termino desconocido en inglés que significa exactamente lo mismo que “infalibilidad”, es incomprensible sin “el sábado negro”. La expresión que se convierte en un verdadero “shibboleth” (Jueces 12:6) para el cristianismo evangélico conservador, tiene poca comprensión en Europa y Gran Bretaña, donde sólo Packer apoyó el término, frente a la oposición de Stott y F. F. Bruce. El problema es que “infalibilidad” es el término histórico de las confesiones de fe de la Reforma y no quiere decir otra cosa, originalmente, que lo que ahora se define como “inerrancia”. Cuando Keller está en Gordón-Conwell, escucha una conferencia de Lindsell en 1972 sobre la “inerrancia”.
Si bien el “nuevo evangelicalismo” se define como “neo-calvinista”, lo es en el sentido de Kuyper –el teólogo que fue primer ministro de Holanda a principios del siglo pasado– de cómo la fe se relaciona con todos los aspectos de la vida, la sociedad y la cultura, no como se le llama ahora a tantos nuevos predicadores norteamericanos desde la publicación del libro “Joven, inquieto y reformado” (2008) por el mismo autor del volumen de conversaciones en que se basan muchos de estos artículos, Collin Hansen. El texto de este periodista presenta muchos de los problemas de su volumen sobre Keller. Tan joven es Piper como Driscoll, así como su definición de calvinismo puede incluir desde expresiones de un pietismo moralista nada “neo-calvinista” hasta la expresión carismática de “los cinco puntos”. No es extraño que la mayoría siga sin entender qué es eso de ser reformado.
Al ser independiente de cualquier denominación, los profesores y estudiantes de Gordon-Conwell, podían tener cualquier orientación teológica. Había clases que un profesor presbiteriano podía presentar la doctrina reformada, como otros la wesleyana de santidad, la arminiana o semipelagiana, así como la pentecostal o carismática. Keller no se dejaba llevar por las etiquetas. Así que con criterio propio, buscaba en las Escrituras, si estaba de acuerdo o no con lo que se le enseñaba.
[photo_footer]Keller comprende la teología bíblica en el sentido histórico-redentor de Meredith Kline, que venía del seminario de Westminster en Filadelfia.[/photo_footer]
Como muchos grandes predicadores, le suspendieron en las clases de homilética, que son los principios de la retórica. Gwyn Walters no era capaz de apreciar la forma que tenía de exponer la Biblia. Su apertura a una visión que fuera más allá de la típica de Estados Unidos explica su interés por el bautista hispano Orlando Costas. Su acercamiento evangélico a la teología de la liberación conectó muy bien con su sentido de justicia y acción social. Tan claro lo veía como su compresión de la teología bíblica en el sentido “histórico-redentor” de Meredith Kline, que venía del seminario de Westminster en Filadelfía. Siguió con él las clases de Pentateuco, que era su especialidad por su estudio del Pacto o Alianza en la teología bíblica. Es él quien le introduce en la “Teología bíblica” y “La escatología paulina” de Geerhardus Vos, que la da la clave de una escatología inaugurada, “el ya y el todavía no”.
El Nuevo Testamento lo estudia con William Lane –que no hay que confundir con el conocido apologista contemporáneo, aunque tiene hasta la misma letra entre medio–. En 1974 acababa de publicar su conocido comentario al Evangelio según Marcos, que tanta influencia tuvo en Keller. En sus clases se memorizaba el contenido de cada capítulo del Nuevo Testamento. Lane fue el primer americano es participar en el prestigioso Nuevo Comentario Internacional al Nuevo Testamento (NICNT), escrito en su mayoría por autores británicos, editado por F. F. Bruce desde la muerte de Stonehouse en 1962. Muchos consideran el comentario de Lane a Marcos como el más importante americano desde la obra de Broadus, un siglo antes. Keller siguió también las clases de Nuevo Testamento con Andrew Lincoln, que compartía la visión reformada de Vos y Ridderbos – el profesor de Nuevo Testamento que había en la universidad ya desaparecida, donde estudié yo y enseñó Bavinck en Kampen (Holanda) –.
[photo_footer]En 1974 William Lane acababa de publicar su comentario al Evangelio según Marcos, que tanta influencia tuvo en Keller.[/photo_footer]
Tim no hablaba mucho en las clases, pero produjo un gran debate con una revista que publicó con algunos de sus compañeros. Se llamaba “Charlas de sobremesa” (Table Talk) como el famoso libro de aforismos de Lutero. La coincidencia con el nombre de la revista del ministerio de R. C. Sproul es fácilmente explicable, ya que el diseñador, Stu Boehmig, era un colaborador de Sproul, que acabó siendo director ejecutivo de su organización, Ligonier. La publicación estudiantil era una crítica a la teología liberal de algunos profesores. Los artículos no iban firmados, para evitar represalias. Muchos giran en torno a la todavía controvertida cuestión del papel de la mujer en la Biblia.
El más comentado de Tim fue uno titulado “Nestorianismo hermenéutico”. El nestorianismo es una corriente del cristianismo primitivo que separaba radicalmente las dos naturalezas de Cristo, la humana y la divina como dos personas unidas en Él como Dios y Hombre. La hermenéutica es el arte de interpretar y explicar una comunicación escrita o verbal. El artículo es una crítica de los presupuestos de la hermenéutica de dos profesores del departamento de Nuevo Testamento que parecen ser Ramsey Michaels y David Scholer. Les acusa de nestorianismo, porque separan de tal forma la autoría divina y la humana de la Escritura, que parecen dos personas distintas.
Aunque como todo libelo es una obra de juventud de la que Keller no se sentiría muy orgulloso, por su carácter polémico y esconderse en el anonimato que practican hoy tantos en Internet –aunque para ser justo, él tampoco nombra a los que critica–, es interesante porque intenta entender ambos lados del debate. Esto es algo en lo que Tim insistiría mucho a lo largo de su vida. No debes criticar algo, sino eres capaz de expresar su punto de vista de la mejor forma posible.
[photo_footer]El acercamiento del bautista hispano Orlando Costas a la teología de la liberación conectó con el sentido de justicia y acción social de Keller.[/photo_footer]
Más que la búsqueda de una “tercera vía” –como dice Hansen–, yo creo que es la honestidad con la que se enfrenta a sus oponentes, ya que la prueba de que Keller tenía razón es que Michaels y Scholer tuvieron que abandonar luego el seminario, porque su visión de la Escritura ya no era la de la teología evangélica clásica. Michaels lo hace a partir del libro “Siervo e Hijo” en 1983 y Scholer se va a Fuller en 1994, donde enseña hasta su muerte en 2008. En su libro “Iglesia centrada”, horriblemente traducido a nuestra lengua de la versión americana –la que escribo yo es en la europea, que se publicó en inglés en Holanda–, Keller nos recuerda lo importante que es tener una visión correcta de la Biblia:
“Una teología evangélica de la Escritura reconoce que la Biblia es un libro totalmente humano, puesto que cada autor está inmerso en la cultura humana, pero cree que Dios eligió especialmente la cultura de cada autor e incluso las circunstancias de su vida, para que la Providencia soberana de Dios determinara cada palabra, tal y como ha sido escrita.”
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Como Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre, su Palabra es también verdaderamente divina y verdaderamente humana. No hay que elegir, ni contraponer la una con la otra. Son las paradojas de la Escritura, la misma que hay en Dios, que es uno y tres personas, como Dios es soberano y nosotros responsables. Debemos mantener esa tensión si queremos ser fieles a su Palabra, aunque no sea satisfactoria, intelectualmente. Nos parecerá contradictoria, pero ¡dejemos a Dios que resuelva el problema!
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