Cantinela: sé eficaz, busca el beneficio

El título de este artículo nos da un mensaje en forma imperativa y como una cantinela que se repite: “Sé eficaz, busca el beneficio”. Muchos desearán adaptarse a este mensaje y, lo que es peor, muchos van a intentar seguirlo en medio de un mundo donde imperan políticas neoliberales que llevan a hombres y mujeres, quizás también ya a los niños, que habitan este mundo, a buscar la eficacia, el bien propio, el beneficio individual a costa de lo que sea. También hay que tener en cuenta que la eficacia en nuestros contextos significa esforzarse mucho, trabajar hasta límites insospechados con tal de producir un beneficio económico, conseguir ser rentable para uno mismo.

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¿Afecta todo esto también a las iglesias y a los creyentes? Esta es una ideología que puede entrar en nuestros templos, que puede ser uno de los valores en contracultura con el Evangelio y con los valores del Reino que pugna por abrirse paso entre aquellos que participan de la membresía de cualquiera de nuestras congregaciones… y la iglesia lo ve como normal. No se recuerda aquella frase de Jesús: “La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen”.

Primeros puestos a los más eficaces económicamente hablando. Quizás a los que consiguen mayores beneficio en estas lides económicas se les dé mucha más relevancia en las iglesias que a aquellos que forman parte de los empobrecidos de la historia, pues poco se tiene en cuenta aquel valor del Reino que dice que “muchos últimos serán los primeros”. ¡Qué Evangelio más cómodo predicamos a veces! Así es imposible que los cristianos ayuden a superar, reducir o vencer la pobreza en el mundo.

¿Qué ideales de projimidad tiene la búsqueda de la eficacia, del propio enriquecimiento? Sin duda tienen que ser ideales en contracultura con los valores bíblicos, con el Evangelio de la gracia y de la misericordia que condena todo tipo de acumulación, todo tipo de granero abultado al que hoy podríamos llamar también todo tipo de cuenta corriente o productos bancarios que guardan ante la miseria del mundo. Quizás es que no hemos entendido el concepto de projimidad, el concepto de amor al prójimo que nos dejó Jesús. A veces la cantinela que nos machaca nos vuelve ciegos a las recomendaciones y enseñanzas del Evangelio.

Los jóvenes como objetivo de la cantinela económica. A ellos les estamos transmitiendo estos principios falsos: Sé eficaz, busca el beneficio propio, triunfa económicamente en la vida. Falsos mensajes que se alejan infinitamente del Evangelio que, como hemos dicho, nos anuncia que la vida no consiste en la abundancia de los bienes que se poseen.

¿Y qué de los niños? ¿Quién va a educar a los menores en los valores bíblicos en contracultura con los valores egoístas imperantes en el mundo? ¿Quién va a educar en valores bíblicos a los mayores para que, a su vez, puedan transmitir estos valores a sus hijos? ¿Quién nos va a enseñar los valores bíblicos de compartir, de entregarnos, de ayudar al prójimo en necesidad? ¿Quién nos va a hacer profetas de nuestro tiempo al estilo de los profetas del Antiguo Testamento con los cuales entronca Jesús mismo?

Problema: Los cristianos coqueteamos con los valores en contracultura con la Biblia. Es imposible que, si los cristianos también coquetean con los valores antibíblicos, se pueda comenzar a superar la pobreza en el mundo, imposible que se puedan crear valores solidarios y amorosos hacia el prójimo sufriente. Así, nuestra creencia podría ser un Evangelio alicortado, light, descafeinado de su poder transformador.

No es compatible, no, el deseo de acumulación personal o el avance en la escalada social económica con el a mor al prójimo en el estilo, forma u contenido en el que nos dejó Jesús. El egoísmo lo teñirá todo de negro, de oscuridades, de nieblas que hacen imposible el contemplar una vida sencilla, de entrega y de servicio.

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Hay que trabajar desde otras líneas, desde otras perspectivas menos egoístas, abiertos a las necesidades de los otros y, si desde estas perspectivas nos llega algún tipo de enriquecimiento, sepamos que debemos estar siempre abiertos al compartir, a sacar adelante a otros que han caído en el pozo de la desesperación y han quedado tirados a los lados de los caminos de la vida.

Abandonemos ese ritual maligno del culto a la eficacia, centrémonos más en los valores bíblicos, sí, en aquellos que puede poner a os últimos en los primeros lugares y que nos hacen entender que lo esencial de la vida no es la ganancia o el beneficio propio, sino, como dice al Biblia, buscar el Reino de Dios y su justicia. Lo otro, la posible ganancia será una añadidura que podremos usar para el bien de aquellos prójimos nuestros que han quedado tirados en esos carriles infectos y llenos de pobreza de la vida de donde ellos por sí mismos no pueden salir.