El Espíritu Santo puede ayudarnos a reconocer y procesar nuestras emociones, a buscar apoyo en Dios y en los demás, y a encontrar esperanza y fortaleza en las promesas de Dios.
En un mundo que valora la felicidad y el éxito por encima de todo, la positividad tóxica se ha convertido en un problema cada vez más extendido. El término “positividad tóxica” ha sido tendencia en las redes sociales entre asesores, psicólogos y coaches, lo que ha llevado a la gente a cuestionarse su enfoque de la positividad.
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La “Positividad Tóxica” se refiere a la idea de que uno siempre debe mantener una mentalidad positiva sin importar las circunstancias. Este enfoque de la vida sugiere que las emociones negativas deben evitarse o suprimirse, y que la positividad y el optimismo son la clave para una vida feliz y exitosa.
Puede que el tema no sea nuevo, pero últimamente se le ha dado este término. Todos hemos oído decir: “Mira el lado positivo”, “Podría ser mucho peor” y “Confía en Dios y todo irá bien”. Estos tópicos despectivos ante el sufrimiento son ejemplos de positividad tóxica.
Lo más probable es que reflejen las buenas intenciones de los demás, pero estas mismas frases que parecen alentadoras pueden tener un efecto negativo en las personas y, en realidad, causar daño a quienes están pasando por un sufrimiento.
Es cierto que cuando las personas tienen una visión o perspectiva positiva de la vida, ello redunda en beneficio de su salud mental y su bienestar. Pero el problema es que la vida de las personas no siempre está llena de elementos positivos.
Pasamos por dolor, heridas, pena y sufrimiento, que producen emociones dolorosas. Las personas y las comunidades necesitan aprender a tratar y procesar estas emociones dolorosas para curarse y aumentar su bienestar.
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La positividad tóxica no se ocupa de las emociones dolorosas que pueden experimentar las personas; las minimiza y las niega, como si dijera al individuo: “Esas emociones dolorosas que estás teniendo son malas y te harán peor si las reconoces”. Como cristianos, nosotros también podemos caer en la trampa de la positividad tóxica. Podemos sentirnos presionados a mantener una actitud positiva ante la vida, pensando que así reflejaremos nuestra fe y confianza en Dios.
Este enfoque puede conducir a una falta de empatía y comprensión hacia otras personas que tienen dificultades, así como a no reconocer la realidad de las circunstancias difíciles. Esto hace que la persona no se sienta escuchada ni apoyada.
Además, los cristianos también pueden utilizar la positividad tóxica para evitar abordar problemas e injusticias sistémicas. En lugar de reconocer y abordar los problemas del mundo real que causan dolor y sufrimiento, algunos cristianos pueden optar por centrarse únicamente en el positivismo y las soluciones espirituales.
A veces los cristianos utilizamos la positividad tóxica como una desviación o atajo espiritual para evitar enfrentarnos a emociones o problemas difíciles. La desviación espiritual puede implicar el uso de afirmaciones positivas u oraciones para suprimir las emociones negativas o el uso de creencias religiosas para evitar tomar medidas para abordar un problema.
En la Biblia vemos un enfoque diferente para hacer frente a las emociones negativas y las circunstancias difíciles. El Espíritu Santo puede ayudarnos a reconocer y procesar nuestras emociones, a buscar consuelo y apoyo en Dios y en otros miembros de nuestra comunidad, y a encontrar esperanza y fortaleza en las promesas de Dios.
El libro de los Salmos ofrece muchos ejemplos poderosos de cómo procesar tanto las emociones negativas como las positivas. Como colección de oraciones y cánticos, incluye una amplia gama de emociones como el miedo, la ira, la tristeza y la desesperación, así como la alegría, la gratitud y la alabanza. Muchos de los Salmos están escritos en momentos de gran angustia, como cuando el salmista es perseguido por sus enemigos (3:5-6), se enfrenta a la enfermedad o la muerte (6:1-10) o se siente abandonado por Dios (22:1). En lugar de reprimir o negar estas emociones negativas, los salmistas las llevan a Dios en oración, desahogando sus corazones y buscando consuelo y refugio en su presencia.
El Salmo 13 es un excelente ejemplo de este enfoque: “¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo lucharé con mis pensamientos y día tras día tendré tristeza en mi corazón? ¿Hasta cuándo triunfará mi enemigo sobre mí? Mírame y respóndeme, Yahveh, Dios mío”. El salmista demuestra que está bien sentir y expresar emociones negativas, y que podemos llevar esas emociones a Dios en la oración, confiando en que nos consolará y fortalecerá en nuestra angustia a lo largo del camino de nuestra vida.
Otro aspecto importante del tratamiento de las emociones difíciles en la Biblia es la búsqueda de consuelo y apoyo de otras personas de nuestra comunidad. El apóstol Pablo escribe en 2 Corintios 1:3-4: “Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre compasivo y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar a los que están en cualquier tribulación con el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios.”
Aquí, Pablo reconoce que todos experimentamos aflicción y sufrimiento, y que Dios nos consuela en nuestra angustia para que podamos consolar a los demás. Este pasaje nos recuerda que no tenemos que afrontar nuestras luchas solos, sino que podemos buscar consuelo y apoyo en nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Por eso, como creyentes semejantes a Cristo, necesitamos crear comunidades seguras y afectuosas donde la gente pueda expresar y procesar sus emociones por dolorosas que sean.
En efecto, ser positivo tiene mucho valor, ya que repercute directamente en nuestras relaciones, nuestro bienestar y la vida en su conjunto. Y, sin embargo, debemos tener cuidado de cómo y cuándo utilizar la positividad -especialmente como seguidores de Jesús- con quienes nos rodean.
Smyrna Khalaf es profesora adjunta de asesoramiento en el ABTS e instructora en la Regent University. Está especializada en relaciones matrimoniales y familiares, así como en asesoramiento sobre traumas. Además de enseñar y asesorar a clientes, supervisa a profesionales de la salud mental en asesoramiento sobre traumas.
Este artículo se publicó por primera vez en el blog del Seminario Teológico Bautista Árabe (ABTS, por sus siglas en inglés), y se ha vuelto a publicar con permiso.
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