No hay posibilidad de encontrar el auténtico sentido de la vida siguiendo estas concepciones del mundo que nos meten en ceremonias falsas e inútiles.
Ya sabemos que la auténtica religión, la pura y sin mácula delante de Dios que la define la Biblia unificando la diaconía, la projimidad y la acción social cristiana con el hecho de guardase sin mancha del mundo y que tiene la función de acercarnos al Dios de la verdad, de la gracia y de la misericordia, no siempre la cumplen todas las religiones. Algunos evangélicos, viendo esto, hasta renuncian a usar la palabra “religión” sustituyéndola por “relación” u otras. Pues bien: la definición de religión bíblica está ahí: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo” —huérfanos y viudas como prototipos de los colectivos marginados del mundo, unido a la limpieza espiritual. Eso es lo que nos “religa” a Dios. Del verbo latino religare. De ahí viene la palabra “religión”—. Perfecta definición.
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El problema es que en el mundo hay muchísimas personas que están buscando llenar sus vacíos existenciales con la práctica de rituales religiosos que nada tienen que ver con esa definición de religión pura y sin mácula que hemos citado. A veces damos tintes religiosos a rituales y a experiencias que las personas llaman religiosas, pero que sólo buscan llenar esos vacíos que nos causan angustia existencial. Y es que, a veces, la vida es tan dura que las gentes buscan sensaciones que tienden a cubrir estas carencias cuando se sienten con miedos, solas, anónimas, tristes y no encuentran un auténtico sentido a sus vidas. Buscan, entonces, productos religiosos para llenar sus vacíos existenciales.
Lo más leve sería cuando se buscan rituales para consolación de ciertos sufrimientos o enfermedades, cuando se buscan personas que nos ayuden con sus creencias y que nos den compañía ante la angustiosa soledad, cuando hacemos acercamientos a Dios desde ciertas experiencias y rituales inútiles ajenos a la religión pura y sin mácula, pero que creemos que nos ayudan social, mental o psicológicamente. La tristeza y el vacío que muchas personas tienen por no haber encontrado al Dios verdadero les puede llevar a una verdadera situación angustiosa y, entonces, acuden al mercado de las religiones buscando productos religiosos que quieren adquirir para suavizar lo que significa una vida vacía, en conflicto y sin sentido.
Por tanto es verdad que puede haber productos religiosos que se buscan para calmar esas ansiedades y angustias, esa compensación de carencias de todo tipo, tanto sociales, como psicológicas como de la existencia humana. Pero hay situaciones de productos a los que les damos tintes religiosos buscados en esos mercados de falsas religiones que son dignos de mencionar. Algunos pueden sustituir el auténtico ritual con ciertas contorsiones y danzando en una ruidosa discoteca impregnada de estallidos de luz, de brillos psicodélicos entre los cuales puede reinar el alcohol o la droga. Hemos dado tintes religiosos a una mentira.
¿Quién duda que otro producto religioso para calmar vacíos y angustias existenciales, para no pensar en otro tipo de ritual, puede ser el propio fútbol? Si muchos están alienados por el estallido de luz y música de las discotecas intentando llenar sus vacíos, también hay otros que intentan suavizar el vacío del ser con una fuerte afición y dependencia del fútbol. Es en mi equipo de fútbol a través del cual puedo encontrar a muchos “correligionarios” que coinciden en mi ansia de ritual futbolera, puede parecer que mitiga y llena muchos de mis vacíos. Otra mentira.
Así, muchas mentes angustiadas y corazones vacíos pueden creer que lo que da auténtico sentido a sus vidas es la participación, si es posible en grupo, de esos rituales sociales que, en el fondo, no cubren la necesidad de llenar un corazón vacío. Ilusiones falsas.
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No obstante puede haber otros productos religiosos peores como la de muchos adolescentes que, buscando llenura a sus experiencias de vidas vacías, llegan a integrarse en las redes de otros grupos no fiables como pueden ser las tribus urbanas que nunca podrán ser ni siquiera lejanos sustitutos de una concepción del mundo asumida desde los valores cristianos, los valores del Reino, los valores bíblicos que nos han quedado plasmados en la Biblia.
En esos erróneos grupos de acogida se adquieren unas concepciones del mundo falsas, con unos valores en contracultura con los de la fe cristiana y si piensan llenar sus vidas con la experiencia de vivir en comunidad con sus “correligionarios”, violentos en muchos casos, nunca llegarán a encontrar el auténtico sentido de la vida. Peligrosas falsedades que aumentan el vacío y la angustia existencial.
Muchos pueden pensar que estas concepciones del mundo les evaporan sus angustias, que les ayudan a sobrevivir en compañía y en falsos rituales, pero siempre dentro de un error que les va destruyendo y vaciando paulatinamente. No, no hay posibilidad de encontrar el auténtico sentido de la vida siguiendo estas concepciones del mundo que nos meten en ceremonias falsas e inútiles que, más que llenar, vacían aún más el auténtico sentido de la vida.
Lo mismo podría pasar con otros productos religiosos del mercado como puede ser el culto al cuerpo y otros que son productos engañosos que no pueden llegar a llenar nuestra sed, ni nuestro vacío, ni nuestro sinsentido de la vida, ni nuestra angustia vital.
¡Llamada a los cristianos! Nosotros conocemos o debemos conocer los valores bíblicos. Nosotros debemos ser luces visibles en medio de tantas y tantas oscuridades, podemos ser sal que dé el auténtico sabor a esas vidas que carecen del auténtico sentido de la existencia que nosotros decimos conocer. No podemos estar ni pasivos ni callados. Hablemos enarbolando nuestros valores como promotores de vida abundante, de justicia, de gozo y de auténtica paz. No hay productos religiosos sustitutivos de la verdad, de lo que es la auténtica religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre.
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