Apaleados del mundo: ¡ha resucitado!

Los que sufrís, los que pertenecéis a los débiles de la tierra, los pobres y todos los apaleados del mundo, escuchad la noticia: ¡Ha resucitado! Apaleados del mundo: Al igual que Jesús en su venida lanza mensaje de “No temáis”, mensaje comunicado a los débiles, en primer lugar a aquellas mujeres en un mundo patriarcal, mujeres cuyo testimonio tenía menos credibilidad que el de los hombres, a vosotros, apaleados del mundo, débiles de la tierra, es dado el mensaje más importante de la tierra: Jesús ha resucitado. No tengáis miedo.

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El “No temáis” dado a unos débiles y sencillos pastores para comunicar el nacimiento del Mesías se repite ante otro de los colectivos marginados y débiles: las mujeres que soportaban una escandalosa marginación y discriminación. Por extensión, el mensaje de la resurrección y su “no temáis” se dirige hoy a todos los abusados, oprimidos, apaleados y los débiles del mundo. En la debilidad de la mujer en aquellas épocas patriarcalistas estáis representados vosotros los apaleados de la tierra.

No. La noticia de la resurrección no se comunicó a los fuertes de la tierra, aunque la noticia era para todos. Se comunicó a los oprimidos, débiles y empobrecidos de la tierra representados en unas sencillas mujeres. Escuchad el mensaje hoy, apaleados del mundo, no tengáis miedo, porque el que llevó sobre su cuerpo nuestros dolores, azotes y pecados ha resucitado. Sentíos fuertes en vuestra debilidad. El resucitado empatiza con los débiles de esta tierra. Siempre ha estado a vuestro lado ,tanto en su nacimiento, como en su vida, como en su muerte y como en su resurrección.

La resurrección, aún hoy, tiene total vigencia y da esperanza a los apaleados del mundo, a los débiles de la tierra. El resucitado empatiza con ellos. Él, el Siervo Sufriente experto en sufrimiento, está a vuestro lado. ¡No temáis, no temáis, apaleados de la tierra! ¡Levantad vuestras manos en señal de triunfo! Romped las estructuras de poder, económicas o de pecado porque la noticia os afecta: el resucitado puede convertir vuestra debilidad en fortaleza. Recordad que su poder, su potencia se perfecciona en la debilidad. 

La debilidad mostrada por Jesús en la cruz del calvario se convierte en la mayor fuerza, una fuerza que os empodera a vosotros, la del Todopoderoso capaz de resucitar de la muerte como primicias para que nosotros también podamos resucitaremos. Podréis resucitar de vuestras cenizas, apaleados de la historia.

¡No temáis, ha resucitado! Vosotros, débiles del mundo, últimos, oprimidos y marginados, podéis tener la esperanza de llegar a ser los primeros. Si os consideráis desheredados, abandonados y apaleados por los sistemas políticos y económicos, por el egoísmo y la maldad del mundo, no caigáis en la desesperanza. Los acosados y excluidos podréis ser rescatados y pasados a los primeros lugares. Mirad uno de los valores del Reino: “Muchos últimos serán primeros”. Aquí o en la eternidad que nos espera.

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Apaleados del mundo: hay una garantía. La garantía plena es la resurrección de Jesús y el hecho de que él no da esta noticia a los poderosos de la tierra, ni a los ricos, ni a los integrados en el sistema mundo. Da la noticia a unas débiles mujeres infravaloradas, sometidas al varón y sin que su palabra tuviera el valor que en aquella época patriarcal se daba al testimonio de un hombre. Os representaban de una manera muy especial a vosotros, apaleados y oprimidos de este mundo.

Para vosotros es la noticia, el anuncio, excluidos de los bienes de la tierra, sufrientes y apaleados. Este Jesús, con la elección del grupo de personas a las que da la gran noticia, os está reivindicando, está convirtiendo vuestra debilidad en poder, está destruyendo las diferencias entre géneros, entre hombre y mujer, pues todos somos iguales ante él. No existe para él hombre ni mujer, esclavo ni libre, fuerte o débil, rico o pobre, poderoso o sencillo. Vosotros, apaleados de la tierra, podéis pasar a la igualdad o ser puestos en los primeros planos. Todos iguales ante un resucitado que, además, toma partido por los débiles del mundo y empatiza o se identifica con ellos en su dolor.

¡Alegraos, apaleados del mundo! Jesús, con su resurrección, rompe toda debilidad y la convierte en poder. La propia elección del resucitado, vergüenza para los poderosos, para los prepotentes, para los que confían en ellos mismos, para algunos que, incluso, confiaban en sí mismos para salvarse. La elección de Jesús de las mujeres en debilidad y exclusión como portadoras del mayor y más importante mensaje dado en el mundo es todo un contravalor en relación con las marginaciones, exclusiones, apaleamientos y rechazos de unas personas contra otras. Además, con otro contravalor que aterra a muchos: empatizar prioritariamente con los más débiles, los oprimidos, los pobres, los sufrientes y apaleados de la tierra.

Por tanto, este será el mensaje de la resurrección: no temáis, vosotros débiles. Dios convertirá vuestra debilidad en poder y, además, podréis seréis los elegidos para las mayores empresas que el mundo pueda imaginare. No siempre el mundo será para los más fuertes. Algún día, con el poder de la resurrección, la debilidad se convertirá en poder y, quizás, la fuerza, la prepotencia y el poder que oprime a los débiles será considerado y convertido en una debilidad vergonzosa. Una vergüenza para la humanidad que ha dado lugar al mayor escándalo humano que es la pobreza, el hambre y el dolor del mundo. 

Apaleados del mundo: seréis empoderados con el poder de la resurrección. Es la esperanza que nos da el resucitado. Débiles de la tierra: ¡Ha resucitado! Llenaos de esa esperanza, una esperanza viva que compartiremos con vosotros.