Protegidos por la justicia

La primera vez que el famoso grupo sueco “Abba” actuó en público fue en Gotemburgo (1971), durante un festival del “Ejército de salvación”, bajo la pancarta “Suecia para Cristo”.  Benny había compuesto una canción dedicada a un soldado del ejército al que veía todos los días en la plaza ayudando a las personas, y esa fue la razón por la que les pidieron que cantaran esa melodía. Nadie imaginaba que en los siguientes años, llegarían a vender cientos de millones de discos en todo el mundo.

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Creo que todos, seamos quienes seamos y vivamos en la cultura que vivamos, tenemos dentro de nosotros el sentimiento de defender la justicia. Tomamos decisiones intentando definir siempre lo que está bien y lo que está mal, hacemos lo que creemos que debemos hacer y ayudamos a quienes nos necesitan… Pero en la mayoría de las ocasiones, ese sentimiento está moldeado por lo que nos ocurre a nosotros mismos. Una situación idéntica puede tener diferentes respuestas por nuestra parte, dependiendo de si nosotros estamos involucrados o no. Para que nos entendamos, nuestra justicia siempre es subjetiva.

No podemos remediarlo: cada día enfrentamos muchas situaciones en las que llegamos a conclusiones sobre lo que es o no es justo: nuestro trabajo, las relaciones personales, el tráfico, los deportes, las noticias, la política… El problema comienza cuando queremos hacer justicia por nuestra cuenta, porque inmediatamente cometemos varias equivocaciones fatales: la primera, ver a otras personas como nuestros enemigos y, por lo tanto, desear que algo malo les suceda porque no “hicieron lo que creemos que es justo”; la segunda, pasar rápidamente de la justicia a la venganza.

Creo que si alguien supiera en todo momento lo que pensamos, nos avergonzaríamos, porque podemos llegar a ser mucho más malvados de lo que imaginamos. Cuando alguien se interpone en nuestro camino y creemos que está siendo injusto con nosotros, podríamos llegar a comportarnos de una manera absolutamente terrible.

Si queda en nosotros un deseo de rectificar y hacer el bien, es porque no hemos dejado de escuchar la voz de Dios. Recuerda que en la armadura del cristiano aparece también la coraza de justicia (Efesios 6:10-18), obviamente sabiendo que es la justicia de Dios la que nos defiende, porque ¡Si fuera por la nuestra estaríamos perdidos! Todos somos más injustos de lo que pensamos. Esa coraza nos protege de los ataques del maligno y de las acusaciones de quienes creen y dicen que no tenemos derecho a ser hijos de Dios. 

La Biblia nos enseña que no sólo somos hijos de Dios cuando le recibimos en nuestra vida, sino también que Él nos defiende en todo momento ¡Como el Padre más sublime que existe, siempre busca lo mejor para nosotros! “El es el motivo de vuestra alabanza; El es vuestro Dios que ha hecho por vosotros estas cosas grandes y maravillosas que habéis visto” (Deuteronomio 10:21). Rodeados y protegidos por su justicia, nadie nos puede derrotar.