¿No hay objetivos evangelísticos para España?

No sé si hay alguna agencia evangelizadora en España u otro organismo, como fue en su tiempo la Conferencia de Evangelistas, que haya trabajado o esté trabajando para definir cuales deberían ser los objetivos y metas para la evangelización de España desde el trabajo y esfuerzo de los evangélicos o protestantes españoles. Tampoco sé si algo de esto está llegando a las iglesias, si hay comunicaciones específicas para ir trabajando en estos objetivos, metas, proyectos o prioridades evangelísticas. Tampoco sé si es que estas posibles fuerzas evangelizadoras que deberían estar animando a la evangelización de España están en el sueño de los justos.

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Creo que ya sabéis que yo he trabajado prioritariamente en el desarrollo de la acción social evangelizadora en España, pues desde Misión Urbana no hemos sido ajenos a la labor evangelizadora desde una de las bases de Jesús: evangelizar el mundo, las ciudades y las personas desde la identificación con los débiles de la tierra. Misión Evangélica Urbana de Madrid no ha sido estrictamente una entidad solo de ayuda social, sino que siempre ha tenido objetivos evangelísticos. Por eso, por mi trabajo, me considero algo, al menos un poco, autorizado a poder hablar de evangelización, de si tenemos o no objetivos, metas y prioridades para evangelizar a España.

Por tanto, desde la humildad, me voy a atrever a dar algunas líneas que espero puedan ayudar en esta importante tarea de evangelizar España desde los colectivos evangélicos. Intentar ver qué se puede hacer —lo veo desde la óptica de mi trabajo en la Misión— como prioritario en la evangelización, como tarea urgente, como uno de llamados por pura necesidad evangelizadora. Yo marco una prioridad urgente y necesaria, un campo de misión que hay que trabajar. La prioridad para mí es ésta: señalo los centros urbanos de las grandes ciudades como campo de misión evangelizadora urgente y preferente. 

Pues sí, los centros urbanos, los centros de las grandes ciudades tienen unas necesidades y unas problemáticas que, quizás, pocos han trabajado. Es verdad que ha habido misioneros que han venido a hablar conmigo sobre las problemáticas de estos centros de las grandes urbes, quizás después de haber leído mi libro Desde el Corazón de la Ciudad, pero, realmente, no se han visto muchas involucraciones de misiones o agencias evangelizadoras para trabajar este campo de misión tan urgente y preferente.

Otra temática para considerar es que creo que poco se ha trabajado y se trabaja para que aquellos que quieren evangelizar España conozcan y asimilen la cultura de nuestro país, tanto la popular como la que se consigue elevándose a otras esferas culturales y de idiosincrasia española. Costumbres, tradiciones, folklore, formas y estilos de vida. 

En otros lugares del mundo u otros ambientes religiosos hay muchos que hablan de la inculturación del Evangelio para poder llegar a la evangelización de la cultura. Poco nos preparamos y poco preparamos a los misioneros que vienen a España para que se centren en esta inculturación del Evangelio que los ha de llevar también a la evangelización de la cultura que antes han de conocer.

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Pregunta: ¿Quién marca, trabaja, estudia y después plasma por escrito para las iglesias o agentes evangelizadores los valores culturales vigentes en nuestro país, muchos de ellos antibíblicos en contracultura con los valores del Reino? ¿Quién nos habla de las necesidades, características y signos de los tiempos en los que nos ha tocado vivir en nuestro aquí y nuestro ahora? Probablemente las iglesias estén un tanto huérfanas en cuanto a la cobertura de estas necesidades y menesteres para conseguir una evangelización efectiva de los evangélicos en nuestro país o, en su caso, en el mundo.

Otra temática importante para la evangelización, y que no creo tampoco que se esté trabajando, son las cuestiones de lenguaje evangelístico, el cuidado que el agente evangelizador debe tener con sus expresiones, con un lenguaje actualizado que no sea solo para iniciados. Muchas veces no se conecta con las gentes por un mal uso de la “jerga” evangelizadora que se usa. ¡Cuánto hay que estudiar y trabajar en estas líneas del lenguaje evangelístico!

Importante también es que no se trabaja el hecho del posicionamiento evangelizador de los agentes misioneros para que se sitúen en la perspectiva de Jesús: evangelizar desde los pobres y no desde los integrados socialmente. Muchas veces se evangeliza desde perspectivas más propias de las clases integradas socialmente, si es que no se cae en el error inconsciente de considerar los bendecidos económicamente como prestigio. Jesús evangelizó desde los más pobres y desclasados, desde los considerados proscritos o malditos. Una perspectiva que se olvida y se mete en el baúl de los recuerdos. Quizás es que no hemos sabido encontrar la fuerza de la acción social evangelizadora, cuestión sobre la que se debe trabajar y definir claramente.

Hay otras cuestiones a trabajar. Aunque nos parezca duro, tampoco hemos sabido encontrar lo que de promoción humana, lo que de influencia para cambios sociales y estructurales, lo que de denuncia junto al anuncio debe haber en la evangelización. Muchas veces caemos en el error de hacer una evangelización desencarnada de las problemáticas humanas y nos lanzamos a hablar solamente de lo metahistórico y no acentuamos la necesidad de que se puedan romper estructuras de pecado para que lleguemos a una manera más correcta y sana de vivir en el mundo. 

Pues si se olvida esto, damos una cosmovisión desarraigada de las problemáticas de nuestro aquí y nuestro ahora en el mundo en el que nos ha tocado vivir. La evangelización, sin duda, debe ser también denunciadora de la opresión, de la injusticia social, del abuso de los débiles y empobrecidos por la insolidaridad de otros. Hay que evangelizar desde el compromiso del seguimiento al Maestro, siguiendo el ejemplo de Jesús que anduvo por la tierra haciendo bienes. El anuncio y la denuncia deben caminar juntos.

Más aún. El evangelizador debe aprender a escuchar el grito de los sufrientes de la tierra y nunca dar la espalda al grito de dolor de los oprimidos y de los pobres. Desde estos posicionamientos su evangelización se vería enriquecida, potenciada y ganaría el interés de tantos y tantos que hoy dan la espalda a los agentes evangelizadores por falta de coherencia y compromiso con sus estilos de vida, sus prioridades y su escasez de involucraciones comprometidas como buenos samaritanos en medio de un mundo de dolor. No puede haber un buen evangelizador que no sea, a su vez, las manos y los pies de Jesús en medio de un mundo de dolor. Evangelizar no es seguir solamente líneas espiritualistas y, menos aún, líneas proselitistas.

Otro tema que parece imposible de conseguir y que sería de una gran efectividad evangelizadora: el que las iglesias sean iglesias también del barrio y para el barrio, iglesias que se pudieran asimilar como parroquias que están a disposición de todos aquellos vecinos que busquen consejo, consuelo o información. Esto, si se pudiera hacer, aunque fuera a base de voluntarios, potenciaría mucho la evangelización en España.

Otras preguntas: ¿Quién estaría dispuesto a hacer un estudio de los barrios para favorecer una evangelización efectiva en ellos? ¿Quién estudia y trabaja sobre las relaciones que puede haber entre evangelización y secularismo o, en su caso, secularización? ¿Quién trabaja para dar recursos evangelizadores a las iglesias?

Es un breve artículo. Tenemos que terminar. Doctores tiene la iglesia, pero así podríamos continuar y ampliar todas estas ideas imprescindibles para que pueda haber credibilidad y “éxito” en la evangelización hecha por los evangélicos en nuestro país. Yo rogaría y apoyaría que se trabajara sobre ello y que no se haga evangelización desde simples voluntarismos de personas no preparadas ni formadas. Queda pendiente toda una concienciación para el arduo trabajo de preparación de agentes de liberación y de evangelización en medio de un mundo injusto, en medio de un mundo de dolor.