Miriam Araujo, pasión convertida en excelencia

Miriam Araujo Hernández tiene 34 años y es natural de Huelva, Andalucía. Allí nació y fue criada, aunque parte de su familia paterna es de Galicia.

Nació en una familia cristiana de varias generaciones: sus padres (al igual que sus abuelos y bisabuelos) conocían al Señor cuando ella nació, y desde pequeña fue criada bajo estos fundamentos basados en una saga larga y grande de creyentes y siervos del Señor. Parte de su familia estuvo en los comienzos de la iglesia en Huelva.

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Aunque ella tiene claro que la decisión de seguir a Cristo llegó hace 21 años. En aquel momento “a mis 13 años tomé la decisión de bautizarme. Desde entonces pertenezco a la congregación Getsemaní Huelva, en la que sirvo y desarrollo parte de mi ministerio”.

Pregunta.- Eres una mujer que tiene no sólo una enorme inquietud, sino con una formación extraordinaria, ¿cuál ha sido tu desarrollo de estudios y profesional?

Respuesta.- Soy enfermera, doctora en Ciencias de la Salud por la Universidad de Huelva, y también trabajo como docente e investigadora desde hace más de 7 años.

Tras estudiar el grado en enfermería mi inquietud por el ámbito social me lleva especializarme en el duelo, el final de vida, la cultura y el género, áreas en las que lleva trabajando a nivel docente e investigador en los últimos años. Llevo más de cinco años dedicada al trabajo en el ámbito de género y la salud, formando y tratando de traer luz en materias de género, feminismo y fe.

Actualmente sirvo al Señor siendo responsable del área de niños, adolescente y jóvenes de su congregación, así como en la alabanza.

P.- Todo ello no es obstáculo para que también te hayas formado para tener unas sólidas bases teológicas.

R.- Así es. En 2009, junto con otros miembros de mi congregación, emprendimos la aventura de estudiar en el entonces Seminario de Asamblea de Dios (ahora Facultad de Teología). Lo hicimos por extensión, y aunque fueron años de mucho trabajo y esfuerzo, me permitieron tener el diploma en Teología.

P.- ¿Cómo ves el feminismo actual?

R.- Lo veo muy alejado del verdadero feminismo. Actualmente se ha convertido en un “bien de servicio”, con el que se mercadea, adaptándolo según el interés de las corrientes. De alguna manera ha perdido la esencia real de lo que es el feminismo, y claramente esto no se debe permitir, y se debe velar para recuperarlo.

P.-¿Crees que podemos establecer puentes entre cristianismo y feminismo?

R.- No solamente creo que podemos, sino que debemos. Tristemente un mal llamado “cristianismo” se ha usado para defender corrientes y dogmas alejados de los valores reales de igualdad, equidad y dignidad entre hombres y mujeres. En nombre de ese “cristianismo” se han defendido verdaderas barbaridades, alejando a muchos de la verdad de la obra de Cristo en la cruz a favor de la humanidad (hombres y mujeres). Creo que es necesario, más que nunca, que la verdad de la palabra traiga luz en estos temas.

P.- ¿Cómo ves la situación de la mujer en las iglesias evangélicas?

R.- Es un tema muy complejo de tratar, y algo controversial, pero considero que esta pregunta es necesaria. No con la intención de señalar, ni de juzgar, sino con la intención de poder seguir avanzando hacia la verdad de Cristo para su iglesia.

Creo que necesitamos una renovación del entendimiento en materia de feminismo, que sea el Espíritu Santo quien nos enseñe sobre el diseño original del padre en la creación, y sobre todo, que nos ayude a despojarnos de aquellas prácticas que hemos ido adquiriendo a lo largo del tiempo y que nos limitan o confunden sobre lo que Dios desea hacer con sus hijas.

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P.- ¿Qué se puede hacer para que la mujer se integre con todo su potencial personal, intelectual y espiritual en la labor del Reino de Dios?

R.- Creo que necesitamos hablar del tema, comenzar a no tener miedo y sacar este tema a la luz, y permitir que personas que aman verdaderamente a Dios, que conocen la palabra y que están formadas, puedan debatir sobre la realidad en la que nos encontramos. La iglesia tiene la necesidad y la responsabilidad de dar una respuesta a las cuestiones de género, y buscar a Dios para que sea él quien se revele al respecto.

Cambiar las formas y modelos que hemos adquirido, que nada tienen que ver con el avance del Reino. Esto sería un buen comienzo para que, cuando haya algo que hacer el pro del avance del Reino de Dios, no se mire si es una mujer o es un hombre quién lo hace, sino un HIJO/A DE DIOS, llamado para ello y lleno del Espíritu Santo.