Huida de miembros, laicado y sacerdocio universal

Ahora, en este nuestro tiempo en el que hay huida de creyentes de todas las confesiones religiosas, incluida la evangélica, no estaría mal que nos volviésemos a plantear el tema del laicado, más aún, el tema del laicado unido al del sacerdocio universal de los creyentes. Hoy nadie duda que se da la iglesia fuera de los templos, la iglesia en una diáspora ciudadana y callejera que, quizás, por varias razones que no vamos a analizar ahora, dan la espalda al templo.

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Yo pienso que, si valoráramos y pusiéramos más de relieve la importancia del laicado, podría dar un buen resultado para evitar el abandono de miembros. Pues sí, una de las formas de evitar la huida de miembros que no encuentran sentido a la vivencia de su espiritualidad cristiana dentro de la iglesia, sería, sin duda, el potenciar la función de los laicos dentro de la iglesia en todos y cada uno de los ministerios, sin olvidar ninguno, ni siquiera la predicación los que estén preparados para ello, y todas y cada uno de los rituales cúlticos o participación en sacramentos como la Santa Cena u otros. Yo sé que a algunos les puede parecer un tanto exagerado, pero recordemos lo que vamos a hablar después sobre el sacerdocio universal de los creyentes.

Esta valoración e involucración e de laicos en todas las áreas cúlticas, evangelísticas o de adoración, sería, en mi modesta opinión, la única forma de potenciar el sacerdocio universal de los creyentes unido a la valoración de la acción de los laicos tanto dentro como fuera de la iglesia, sea en labor evangelizadora, cúltica, trabajar los valores del Reino en la sociedad u otros. Yo creo que, si no totalmente, sí sería una forma de parar la pérdida de miembros de las iglesias evangélicas. Merece la pena trabajar por ver conseguido este objetivo de que los miembros se sientan involucrados totalmente en la labor eclesiástica.

Yo pienso que, atendiendo al sacerdocio universal de los creyentes, hay que tener cuidado en la valoración de la opinión de los laicos, en el analizar el deseo que tienen muchas veces estos miembros de que el templo no sea solamente un lugar de reunión y adoración, sino de compromiso cristiano con el mundo, con los pobres de la tierra, con los enfermos, con los débiles, con los oprimidos y apaleados al estilo de los profetas.

Reflexionad y analizad mi opinión en estos temas, porque esto, sin duda, asentaría a muchos laicos que huyen del entorno eclesial como algo rutinario y no comprometido con el mundo. No se debe dejar solamente a los laicos aquellos trabajos considerados “no pastorales”. Muchos ven una inutilidad el encerrarse entre los cuatro muros de la iglesia para tareas que se pueden considerar de una teología segunda, máxime cuando hoy en el mundo secular, en la ciudad secular se puede prestar más atención a un laico que a un profesional de la religión. Así es en un mundo secularizado que está más dispuesto a escuchar al laico que al profesional religioso. Por eso, hay que valorar aquella iglesia solidaria que, sin duda, puede estar trabajando en el mundo dando la espalda al templo.

No me cabe duda. Hay que potenciar el sacerdocio universal de los creyentes junto al hecho de una valoración máxima de ese grupo considerado laicado que, en buena lid, no debería considerarse como tal si es que, realmente, creemos en el sacerdocio universal de los creyentes. Yo, personalmente pienso que todo esto es clave para evitar el que tantos y tantos creyentes que no encuentran sentido a su caminar dentro de los cuatro muros de la iglesia encuentren sentido a su involucración en el templo. Hay que tener cuidado, porque también hay muchos cristianos interesados por la teología y la eclesiología que no ven extraño ni pecaminoso, ni malo, el contemplar el hecho de que pueda existir una iglesia responsable fuera de los templos. La iglesia de Dios en el mundo no se acaba ni restringe a los ámbitos del templo, de la congragación local.

Quizás la iglesia local sí podría tener un gran valor, si fuera, realmente, una iglesia del reino comprometida con el mundo, si sirviera para formar miembros y dar responsabilidades para que éstos estén preparados para su responsabilidad con el mundo. Nadie debería estar pasivo ni vacío en el seno de las congregaciones que deberían ser mucho más participativas, dialogantes en temas teológicos o bíblicos y no tener estructuras tan rígidas para que, realmente, ese concepto de sacerdocio universal de los creyentes y el ir dejando de un lado el concepto secundario de laicado, pueda ir haciendo que la iglesia sea cada vez más una iglesia del reino comprometida con esos valores bíblicos que irrumpen en nuestra historia con la venida de Jesús al mundo.

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Hay que concienciar a los creyentes de su situación bíblica en el seno de las iglesias para que lleguen a creerse ese concepto de sacerdocio universal que les afecta y que les invita a ser responsables ante el mundo tanto en el ritual o liturgia en el sentido sano de las palabras, como en el sentido diacónico, profético, responsable ante el prójimo apaleado, tirado al lado del camino, injustamente tratado, oprimido y reducido al no ser de la pobreza y marginación social. Sería rescatar dos conceptos fundamentales en a Biblia, en Jesús y en los profetas: Hay que practicar la justicia, la búsqueda de la justicia social para el prójimo que ha de ser compatibilizada con la práctica de la misericordia. Sacerdotes y profetas en todo el amplio sentido de la palabra. Otro sí, sería el hecho de la escasez de las vocaciones pastorales auténticas y la escasa formación de algunos pastores que también inciden en el que miembros vean cada vez más al mundo como su templo. Un templo, una iglesia sin fronteras ni muros que nos aíslen.