La investigación cabal y concienzuda permite dejar de vivir en la pobreza intelectual y la miseria espiritual. Un artículo de Joaquim Campistron.
Un hombre y una mujer que aparentan tener 60 años y con cara de ser buenos lectores, se muestran perplejos y de una pieza frente a dos bien dispuestas pirámides de libros. Él dice: “La gente ya no lee”, y ella le responde: “Ahora todos escriben”. La viñeta expresa claramente el contraste entre desdén lector y acción escritora al tuntún. Nunca habíamos contado con tantos medios de comunicación para expresar lo que pensamos o queremos decir. Quizás tampoco se había visto como ahora el nulo interés de mucha gente por repasar lo que ha escrito.
Buenos ejemplos los encontramos en las publicaciones de las redes sociales, acusando del desbarajuste ortográfico al “corrector” del móvil queriendo olvidar que las máquinas hacen lo que se les ha programado previamente. Se repite la excusa del Edén. Del desinterés por escribir correctamente se derivan las faltas de ortografía, el mal uso o abuso de la puntuación, así como los cambios y omisiones de letras y sílabas que hacen del todo incomprensible lo que pretende decir el mensaje transmitido.
Al bajo nivel de cultura expresiva escrita se añade la falta de voluntad y deseo de mucha gente por superarse. Sin embargo, el colmo lo encontramos al toparnos con noticias e informaciones falsas o manipuladas, dichas de otro modo Fake News, que se largan sin miramientos y comparten sin valorar ni analizar. Desde que el mundo es mundo se usa este mal proceder, siendo las guerras un buen exponente, como cuando, por ejemplo, se despista al enemigo simulando que el ataque vendrá por un lado que no es el verdadero para que concentre sus tropas en el lugar innecesario. El vencedor de una contienda bélica escribe y hace valer su versión interesada sobre los motivos del inicio, el transcurso y el fin del conflicto.
Una muestra de esto la encuentro en mi libro de historia de 4º de Bachillerato. Falsea descaradamente la narración de la Guerra de Sucesión Española no citando a Catalunya y fijando su final en 1713 con el Tratado de Utrech. Estirarla hasta 1714 hubiera comportado mencionar la capitulación de Barcelona el 11 de Septiembre de 1714. Leí en algún sitio que hay quien cree que no hace falta aprender historia porque todo se encuentra en internet, dando así un buen varapalo a la investigación. A esto hay que añadir el “recorta y pega” de publicadores perezosos que sin comprobarlo dan por bueno lo que encuentran escrito en libros y revistas por el mero hecho de que tienen cierto renombre. Casi siempre se trata de un “montaje” para postularse maliciosamente frente a otros autoapropiándose reconocimientos inmerecidos.
Todo esto me lleva a recordar algunos artículos y libros de historia en el ámbito evangélico escritos por personas de esta religión, impregnados de información falsa e incluso manipulación documental. Hay casos en los que ni siquiera se puede alegar ignorancia. Es triste y decepcionante ver la descarada ligereza con que se exponen hechos pasando por alto las normas básicas que debe tener todo relato histórico para poder considerarlo como tal. Cuán diferente es el espíritu y buen hacer que vemos en los primeros versículos del Evangelio de Lucas. Por varias deducciones del texto bíblico que ahora no vienen al caso, se cree que el evangelista pudiera haber sido de origen gentil, médico y buen compañero del apóstol Pablo. Antiguamente ya era habitual que se iniciara una narración con un prólogo. Flavio Josefo, en su Contra Apion, lo hace con el propósito de refutar falsas informaciones que ponían en entredicho la antigüedad del pueblo judío. A Lucas también le interesaba la verdad, signo identitario de los creyentes en Cristo (Efesios 4:25, 1ª Timoteo 3:15), de ahí lo indicado en los primeros cuatro versículos de su narración evangélica y que es toda una declaración de intenciones.
El tono que usa en su introducción es calificado por muchos como amable y de inspiración divina, mostrando claramente cuál es la motivación y el propósito por los que escribe a Teófilo. Lo primero que se ve en el texto de Lucas 1:1-4 es la relación entre un hecho y su reacción. Tanto el evangelista como el destinatario de la misiva conocían la historia de Jesús a través de sus contactos personales y los relatos que circulaban, pero su talante inquieto y analítico, junto con el aprecio que tendría por su amigo, le llevaron a profundizar en dicho personaje histórico indagando por sí mismo, añadiéndose así al número de conocedores que ya había sobre el tema. Una de las lecciones morales y espirituales que se desprende de ello es que todo el mundo es libre de investigar sobre la misma temática que también es objeto de análisis por parte de otros, y que por lo que dice en el versículo 4 y se ve en todo su evangelio, es esclarecedor y beneficioso. Por tanto, toca respetar y alegrarse de que cuantos más se animen a escudriñar, mejor. Nada, pues, de dejarse dominar por la envidia ni poner palos en las ruedas del carruaje de otro.
El otro hecho que salta a la vista es que Lucas consulta varias fuentes informativas y de distinto tipo. De esta manera podrá rebatir informaciones tergiversadas sobre Jesús, además de ofrecer un relato más completo de los hechos (v. 3). Para ello, además de las fuentes escritas que ya circulaban, cuenta con las de primera mano (v.2), como la del apóstol Pablo, con quien mantenía una estrecha amistad (2ª Timoteo 4:11), y que había consultado a los apóstoles (Gálatas 1:18-19, 2:1-2). Muchos de los testigos oculares de Jesús todavía vivían (1ª Cor. 15:6), entre ellos, el evangelista Felipe al que conoció en Cesarea, yendo a Jerusalén (Hechos 21:8 y ss.) acompañando a Pablo en su tercer viaje misionero. También, como buen investigador, tomaría nota de informaciones adicionales que quizá le facilitara Juana, esposa de Cuza, administrador de Herodes (Lucas 8:2,3). En toda búsqueda histórica, no sólo es importante conocer los verdaderos hechos, sinó también los contextos para sacar conclusiones fidedignas y creíbles. Todo ello servirá para ofrecer un relato con solidez histórica, calificativo que usa el original griego al final del versículo 4.
El tercer valor inherente a toda investigación es que debe realizarse de forma muy cuidadosa (v.3). Lucas pretende narrar el Evangelio de manera amplia y detallada. No quiere que haya ningún error ni dejar nada a la libre imaginación o especulación, por eso dice que su búsqueda de información ha sido minuciosa. Seguro que ha preguntado sobre los mismos datos, hechos y conversaciones a varias personas, se ha planteado hipótesis de los qués y porqués contando con diversas posibilidades, ha valorado contextos, etc. La lección que sacamos de ello es que una de las normas básicas que debe emplear quien publique es que debe documentarse tanto como pueda contrastando las informaciones entre diversas fuentes. Uno de los aspectos prácticos de vivir la fe de Jesús es escuchar antes de hablar (Santiago 1:19). Hay que esparcir la vista en la medida de lo posible y no caer en el recurso cómodo de preguntar sólo a personas de un mismo entorno ideológico, familiar, entitario, etc. Se trata de consultar tanto a partidarios como a detractores e incluso a quien aparente indiferencia, además de documentos escritos antiguos y recientes con que se cuente. Si no se conocen, hay que asesorarse a través de gente con experiencia o profesionales. No se trata de llenar párrafos en un artículo o páginas en un libro sin más, sinó de hacer un trabajo con un mínimo de rigor y excelencia que sea fiable tanto por la lectura en sí misma como, si es necesario, para poder utilizarlo como referencia. La investigación cabal y concienzuda permite dejar de vivir en la pobreza intelectual y la miseria espiritual. En cambio, empeñarse en especulaciones y deducciones a voleo, así como en “refritos” a pesar de contar con documentación que indique lo contrario es a todas luces mezquino.
Al final del versículo 3 figura el nombre del destinatario de la misiva. Sorprende que en estos tiempos en que las tareas, informaciones, redacciones, etc. son tan torpes, Lucas sea extremadamente cuidadoso tanto en lo que ha averiguado como en la manera de exponerlo aunque se dirija a una sola persona. Podemos argumentar que el tema lo merece. De acuerdo, pero teniendo en cuenta que Teófilo ya era conocedor del Evangelio (v. 4b), quizás sólo unos cuantos añadidos más hubieran bastado para acabar de convencerlo. Sin embargo, debe realizarse buen trabajo, tanto si es para publicaciones de orden interno entitario como si van dirigidas a otros ámbitos. Dios Creador hizo un buen trabajo aún sabiendo que poco tiempo después el ser humano lo desbarataría todo. ¿Verdad que debemos imitarle?
Enlazando los versículos 2 y 3, vemos que Lucas expone que se debe partir de la información inicial para no detenerse y seguir adelante. Es decir, que deben tenerse todos los datos posibles sobre un personaje o hecho histórico, y los del principio (además del contexto) son básicos para entender lo que vendrá después. Es bueno remarcar que, en el original griego, Lucas usa el término "fuentes" para indicar hasta dónde se ha empleado en su investigación. Esta palabra nos trae a la mente los conceptos de pulcritud, fiabilidad, ausencia de contaminación, confianza, credibilidad.... Fijémonos en que los cuatro evangelistas inician su relato remontándose a informaciones lejanas. Hay quien con cuatro datos históricos imprecisos sobre un tema o personaje ya le bastan para su creencia a conveniencia. Hete aquí, pero, que también hay inconformistas y con miras más amplias que, como Lucas, quieren tener razones lo más convincentes posibles para no tambalearse ni hacer el ridículo cuando les salga el “goliat” chuleta de turno a desafiarlos. A estos, nada de intentar detenerlos ni ponerles palos en las ruedas de su carruaje. Quien esto hace es que ve amenazado su chiringuito. No hay que perder de vista lo que se indica en Marcos 9:38-40.
Dice también que su relato es ordenado (v.3b). A menudo daba más importancia a una secuencia con conexiones lógicas y temáticas que cronológicas, pero tiene claro que a cada cosa expuesta debe seguirle la adecuada. Se haga como se haga la mente debe estar ordenada, teniendo clara conciencia por cuales principios éticos, morales y espirituales toda persona se deja guiar. Se trata de ser plenamente consciente y en la práctica a quién se sirve y con que fin. Esto lleva al versículo 4 que emparentado con el final del 2 es todo un reto a seguir. Los impresionados por las palabras y los hechos de Jesús, fueron empujados a dar testimonio de lo que habían visto y vivido. Se trata de ser servidores de la verdad de los hechos históricos y no de servirse de ellos tergiversándolos, para auto otorgarse ilícitamente méritos en beneficio propio o de la entidad a la que se representa. Lucas se suma a los investigadores para hacer un relato más detallado, extenso y esmerado para que Teófilo constate por sí mismo que la información con que contaba tiene base sólida, ¡que era del todo cierta, vaya! Un verdadero cristiano sólo querrá conocer y ser transmisor de la verdad entera.
N.d.E. Este artículo fue publicado originalmente en la revista Presència Evangèlica y ha sido republicado en PD con permiso.
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