Ofrendémonos al Dios que hace nuevas todas las cosas, permitamos que sea Él quien tome las riendas de nuestras vidas.
Aquí estamos, un poco más viejos, un tanto más sabios.
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Recién estrenado un nuevo año me froto los ojos para ver con claridad cómo ante mí se desnudan nuevos días. Me ilusiono y deseo que la tierra en barbecho esté preparada para la siembra.
Aún con la resaca de todo lo vivido en el año extinto enarbolo nuevos deseos esperando que las expectativas se hagan realidad.
365 días que vivir bajo la sombra del Altísimo; no hay mejor lugar que éste.
Confío en Dios, me abrazo fuertemente a sus promesas y asida a ellas, auguro una travesía grata, un viaje en el que volver a blandir sueños .
Tomo fuerzas, levanto la mirada y me impulso hacia el año que ante mí se desabriga deseosa de que cada día esté cubierto de enseñanzas que poner en práctica.
La vida es demasiado corta, pese a ello, seguimos preso de un fútil deseo por eternizarlo todo, entregados a la nula labor de querer detener el tiempo y doblegarlo a nuestro antojo.
¡Qué torpeza! La de seguir sometiéndonos a las malas costumbres que nos empobrecen.
Desechemos el poner florituras al rencor, a la conveniencia, al sentimiento de pasividad ante lo realmente importante. Emprendamos la hermosa tarea de sincerarnos con nosotros mismos. Admitamos que no somos perfectos, que no caminamos sobre nubes de algodón, que contrariamente somos seres que erramos con asiduidad y a quienes nos duelen los pies de andar por terreno pedregoso. Es eso lo que nos hace realmente especiales, es esa debilidad la que Dios utiliza para enriquecernos y beneficiar a otros.
Ofrendémonos al Dios que hace nuevas todas las cosas, permitamos que sea Él quien tome las riendas de nuestras vidas.
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Si somos capaces de abnegarnos un poco a nosotros mismos y abandonarnos a sus consejos conseguiremos que en este nuevo año la vida que nos toca vivir tenga una luz una tanto distinta, un dulzor deseable.
Quiero animaros a continuar en el camino.
Alentaros a seguir creyendo que Dios puede hacer realidad los sueños. A seguir confiando en los amigos y estar dispuestos a la renuncia de ciertas comodidades con tal de ofrecer un poco de felicidad a quienes os rodean.
Deseo que Dios cumpla su propósito en vuestras vidas y en la mía. Sé que en este nuevo año Dios seguirá siéndonos fiel.
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